Leah Chase ha vivido toda su vida en el aburrido pueblo de Shadyside.
Solo sus amigos logran que las cosas no sean tan monótonas, en especial el risueño y alegre Simon.
La vida parecía la misma de siempre hasta que una noche todo cambia, cuando Lea...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
~•~•~•~•~•~•~•~•~•~
A Leah nunca le había gustado la idea de ser una animadora. No le gustaba mucho la idea de la minifalda, especialmente porque los chicos del equipo de la secundaria se pensaban que podían coquetear con ella o tocarla sin su consentimiento. Si estaba allí era porque Kate y Addie habían insistido hasta el cansancio.
Pero Simon adoraba el uniforme de Leah. No por la cantidad de piel que mostrara o lo sexi que podría llegar a verse, si no por el hecho de que Leah detestaba el uniforme, entonces adoptaba una expresión de disgusto. Arrugaba la nariz y fruncía un poco los labios, cosa que Simon encontraba adorable.
En el gimnasio el entrenador estaba dando toda un discurso sobre lo que había ocurrido la noche anterior.
-Antes del partido de esta noche, por respeto a los trágicos acontecimientos de la pasada noche- Se encontraba diciendo en ese momento- tendremos una vigilia por las víctimas. Deben asistir todos los jugadores, porristas y miembros de la banda. Es obligatorio.
Leah observó a Kate a su lado, ambas se quejaron. Las chicas se voltearon a ver a Deena, quien parecía querer morir allí mismo. Leah dio una patada al suelo.
-Es tan ridículo- Habló Julian junto a su hermana.
-Vamos, chicos, tendremos mucha diversión aplastando a los imbéciles de Sunnyvale- Habló Simon detrás de Leah. La chica lo miró con curiosidad.
Leah caminó con indecisión hacia los vestuarios. En su casillero se encontraba colgado el uniforme de las animadoras. Leah entró a uno de los cubículos del baño y cambió sus jeans y camisa por el incomodo uniforme. Guardó la ropa en su casillero y caminó hacia uno de los espejos del baño para poder recogerse el cabello en una coleta alta.
-¿Tienes de ese brillo labial color rosa que tanto me gusta, Leah?- Preguntó Kate apareciendo a su lado. Leah tomó su mochila y le entregó el labial a su amiga.
-¿No crees que todo esto es simplemente ridículo? Quiero decir, a los de Sunnyvale no les importamos. Nos detestan, no les va a importar las muertes de nuestros compañeros- Dijo Leah.
-¿Qué quieres que te diga, Leah? Son unos idiotas.
En el autobús, Leah trató de sentarse hacia atrás, lejos de los jugadores y del bullicio. Pero parecía que la tranquilidad no formaría parte del viaje. Simon se sentó junto a ella. Llevaba el rostro pintado de color verde y un sombrero de bruja color negro que terminaba en punta.
-¿Eres la bruja mala del oeste?- Preguntó Leah, levantando las manos para acomodar el sombrero de Simon, el cual se había ladeado un poco.
-Seré la mascota y por regla general, las animadoras deben darle un beso a la mascota- Simon estiró los labios y Leah le dio un pequeño golpe en la nariz- ¡Au! Ay, Leah, rompes mi corazón.
