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Desde niño Yuji escucho historias sobre los Soulmates por parte de sus profesores y compañeros que se emocionaban al pensar en su alma gemela, todos querían encontrar a su otra mitad y Yuji no fue una excepción, pensar en encontrar a una persona que lo entendería y quisiera a pesar de todo sonaba demasiado bien hasta el punto que conto los días para buscar a su compañero. La forma normal fue encontrarlos por sus marcas tatuadas en la piel de idéntico aspecto, Yuji tenia un hermoso girasol rodeado por hortensias en su brazo izquierdo desde que había nacido, algo que podría indicar que su alma gemela era unos años mayor ya que lo normal era que las marcas aparecieran entre los 8 a 12 años, pero eso más que un impedimento le hacia preguntarse que tipo de persona que su compañero.

A la edad de 15 años comenzó a fijarse mas en su entorno y la gente que lo rodeaba, ver la piel expuesta fue una necesidad que con los meses fue apaciguándose tras las palabras de su abuelo sobre el terrible destino de algunos desafortunados que sufrían el rechazo de la otra mitad, el dolor, la angustia y ansiedad era todo y más lo que podía llegar a sentir el rechazado. Yuji tenía miedo de que le sucediera lo mismo, no era muy guapo y lo destacable que tenía era su físico que siempre se escondía bajo su ropa, pero más allá de eso no tenia mucho que ofrecer.

Así los meses pasaron y junto a estos la salud de su abuelo se fue deteriorando hasta que un día en una de sus tantas visitas este cerro sus ojos dejándolo. Luego de su cremación y posterior entierro paso días sumido en su tristeza y melancolía hasta que su mente se aclaro ante el futuro que le esperaba si no superaba su dolor. Tenia que comenzar a pensar que haría cuando el dinero comenzara a acabarse en unos meses y el como administrar todo de manera aun mas ahorrativa que antes.

No tenia pariente alguno que pudiera ayudarlo y era poco lo que podía hacer a sus 16 años, así que ni lento y perezoso se lanzo a buscar algún trabajo en el que pudieran contratarlo. Muchos ni siquiera le dieron la oportunidad de intentar explicar su situación y era entendible, era un niño todavía y nadie quería cuidar a una carga como él.

Pero la suerte lo hizo encontrar una panadería con la mujer mas amable que pudiera conocer, Ana apenas tenía 24 años y ya era responsable del negocio de su familia. Fue atenta a la hora de escuchar y no tardo nada en tomarlo bajo su cuidado. Por primera vez en meses sintió tranquilidad cuando Ana estrecho su mano dando por cerrado su contrato.

Trabajar en una panadería no era una tarea tan sencilla como espero, todo tenía su tiempo de cocción y orden, pero al estar familiarizado con la cocina no fue algo que le causara verdaderos problemas durante más de 3 semanas. Su tarea también era ayudar con la limpieza del lugar y asegurarse de que todo estuviera en orden, a veces se ocupaba de la caja registradora, pero eran pocas las veces que estuvo allí.

Ese día fue una de esas ocasiones, la lluvia veraniega comenzó desde temprano a la mañana oscureciendo el cielo, Ana se había ido temprano para ocuparse de un recado, así que solo quedo, pero no era nada nuevo. Con el paso de las horas la gente entraba y salían del local, rostros que fueron haciéndose conocidos para el con el tiempo, al medio día cuando la lluvia cayo con más fuerza un hombre peculiar entro al local: cabello rubio, buena altura, vestido de traje y algo empapado. Deseándole buenas tarde el hombre paso pedir un emparedado, Yuji no estaba prestando verdadera atención a lo que hacía al otro hasta que vio al hombre quitarse el saco y arremangarse las mangas de su camisa captando colores que le recordaron algo.

Un girasol rodeado por hortensias en su brazo derecho. 

🌻NanaIta Week 2021🖋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora