Sus huesos dolían, sudaba a mares y la fiebre solo parecía subir. Nanami no entiende como pudo enfermar de la nada, la noche anterior se había sentido bien y no comió nada fuera de lo usual, pero esa mañana apenas pudo levantarse de la cama.
Con una ducha trato de bajar su temperatura, pero solo logro disminuirla un poco. Consciente de su estado volvió a la cama y tomo su celular, escribió un corto mensaje a Gojo pidiéndole que le llevaba un par de medicamentos básicos para tratar lo que parecía un resfriado. Como el adulto irresponsable que Gojo era tardo demasiado en contestarle para su gusto.
Satoru Gojo: Lo que sea por ti Nanamin, pero tendrás que esperar porque tengo algunas cosas que hacer.
Leyendo la respuesta suspiro con cansancio, no tenía a nadie más que pedirle ese favor, Haibara estaba de viaje en otra cuidad y Geto estaba de luna de miel con su prometido y Yuji no era una opción, no podría pedirle tal cosa al chico luego de la discusión que tuvieron hace días, así que solo le quedo tener paciencia y esperar a Gojo.
Pero conocía al hombre y sabía que se tomaba su tiempo para todo, así que se acomodó en su cama y durmió.
—¡Nanami! —Kento apenas puede identificar la voz cuando una mata rosada ocupa toda su visión, siente una mano posarse sobre su frente con delicadeza muy conocida— ¡Estas ardiendo en fiebre! —la mano desaparece de manera rápida, tras varios segundos siente algo muy frio en su frente— Esto tendrá que ayudarte, aquí, tómatelas— Kento se acomoda contra el respaldo de la cama tomando un vaso y píldoras que le son ofrecidas.
Su mente se aclara cuando abre correctamente sus ojos y ve que es Yuji quien está allí.
—¿Yuji?
—¿Sí?
—¿Qué haces aquí?
—Gojo me llamo preocupado diciéndome que estabas muy enfermo así que vine a cuidarte—Yuji sonríe, aunque esta no dura mucho—. Se que no estamos en los mejores términos, pero...Eso no va a evitar que me preocupe por ti. Solo deja que te cuide Nanamin.
Kento no dice nada, es verdad que la discusión que habían tenido fue un poco fuerte y ambos hirieron al otro con palabras, pero ahora en su delirio de enfermo no puede evitar querer levantarse de esa cama solucionar las cosas.
pero cuando la mano de Yuji se posa sobre la suya se queda sin aliento.
—Podemos arreglar las cosas más tarde, por ahora descansa.
Con esas dulces palabras cierra sus ojos dejándose llevar por la sensación de alivio afecto que Yuji le regalaba con caricias.