Strong

Capítulo 3

"Explorando la mente"

El vacío se hizo cada vez más profundo, mi boca se secó y mis pensamientos no dejaron de embotarse, pero eso no me detuvo en ejecutar la ansiedad de saber que contenía esa caja. Era solo una caja de cartón, sin nada más impresionante que distinguir más que su contenido. Una daga tan brillante que podía reflejar mis ojos verdes en ella, su mango tenía forma de diamante de color azul con degradado dorado, quizá mostaza. 

Le di vueltas y la daga hizo el singular vaivén de luz como espejo, sobre la pared negra y lustrosa. Tenía algo tallado en ella con una caligrafía arcaica con trazos distintivos de la época medieval o tal vez colonial, las letras unidas rezaban "Bex" notoriamente. 

Busqué otra nota, pero no había nada más que encontrar en ese sobre. Con él... perdí mi poca estabilidad emocional, y física. Me sentí dentro de una fiebre de confusión infinita que me hizo sentir y saborear las bilis, hasta tal punto de vomitar. 

Tenía poco control de mis secretos, ya mermaban en mi, sentía que la culpa consumía mi conciencia ¿Era demasiado obvia? Creo que eso no puede ser posible, lo oculté bien. Todos los errores cometidos en el pasado descansan con el cuerpo de Salma. Aunque el error tentativo de su hijo no era una opción de enmendar, y el fuego de dos almas fusionadas no se consumirá en la nada hasta que los dos se dejen de amar, ese trecho no se terminará de cerrar mientras siga siendo un abismo, un abismo de carne y hueso conformado por sangre de ambos.

El tiempo se me entrecruzo, caí en una laguna mental. Solo sé que en un momento desperté tirada en el frío piso del lugar empapada de sudor y el miedo carcomiendo el cuerpo entero. Mi boca al saborearla, tenía esa insipidez normal de reciente despertar, ligado con el vómito que hasta salpicó un poco mi cabello largo, junto a la pequeña abertura del cuello en v de mi gabardina. Al intentar levantarme resbalé, golpeando mi cabeza, lo cual, me ralentizó aún más; el dolor creció, y creció hasta convertirse en una molesta migraña.

Me coloqué de pie torpemente, y tomé mi bolso que descansaba desarreglado junto a mi en el piso. Cuándo traté de buscar el sobre y su contenido pasé más tiempo del esperado en ejecutar la acción, porque en ese cubículo no había otra cosa. 

Otra vez las alucinaciones, las alteraciones de una realidad creada por ella: la azulada mente rota.

El miedo de que todo se encuentre frente a la luminiscencia de ojos arbitrarios y no en el ático polvoriento de los arcanos, me enfrenta a tomar medidas de desorden lógico. 

Salí asustada de ahí, sin tomar precauciones sobre mi reflejo y como me encontraba. No tenía la fuerza suficiente ni para verme a mí misma. No valía la pena hacerlo. 

Recordé el entrenamiento de atletismo, Strong estaría lo suficientemente ocupado para olvidarse de mí, era el momento perfecto para respirar, para poder gritar, para intentar al menos ser un poco yo. Verlo a él... no, eso no. Ir con Bex, eso es lo que debo hacer, es lo indicado, lo racional. Estoy tan harta de actuar racionalmente, solo quiero ahogarme en el río de la irracionalidad, no quiero más este circo, esta presión constante, siento que me estoy volviendo loca intentando actuar como todos esperan que actúe. Las oraciones de la nota hicieron eco, la voz de mí cabeza procreó otras voces que se escuchaban con diferentes tonalidades, gritos como de tortura lejana se unieron a la orquesta doliente, la migraña estaba apunto de explotar en mi cabeza.

Sentí como mis ojos pestañeaban más lento, y cada vez se quedaban más segundos en la oscuridad, las voces no se detuvieron, incrementaron, por los sonidos y voces externas que se escuchaban en los pasillos concurridos del edificio majestuoso, mi reflejo me espantó al pasar por uno de los vidriales, y el vértigo me hizo tambalear, mi alma deseaba escapar nuevamente del cuerpo físico. Por un momento no sabía adonde ir, donde se encontraba la salida. Me lié tanto que terminé en las zonas verdes de la edificación universitaria.