Sinópsis

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Primer escrito- 11 de enero del 2022 –Psiquiátrico Ashton, Arizona–



Es mi tercer intento para escribir esto, no había podido concluirlo porque no estaba preparada ni en disposición de ordenar todos las escenas traumáticas que flotan en mi mente, y menos colocarle un nombre a cada una de estas como lo recomendó el Dr. Reggio.

A pesar de que todo sucedió hace prácticamente dos años, tiendo a revivirlo como si hubiera ocurrido hace una semana o menos.

Esta vez estoy decidida a terminar por completo este escrito, tal vez porque siento que le debo una explicación a todo el resto del mundo o porque hoy es mi cumpleaños número veinticuatro, y no tengo a nadie con quien celebrarla; la melancolía me hunde y me ocasiona ataques de pánico, los cuales estoy mitigando cada vez más, y solo espero no dañar la confianza que me han brindado de desatar mis manos por primera vez luego de 2 años de encierro.

Mis prioridades en estos momentos no están en hacer daño. Están en tomar una pluma y describir con detalle como creí que pasaron las cosas.

...

Todo inició con mis padres, Diego y Mary Spears. Las ciudades grandes no eran de su agrado, no les parecía bueno para su trabajo compartido.

Una ciudad pequeña igual a menos problemas.

Priceville era la ciudad mejor planeada, la más segura de todas, en gran parte por su arquitectura, aquella que llamaba la atención del mundo entero. Por lo que parecía el lugar correcto para mudarnos.

Quiero decir, ¿quién no querría vivir allí?

Todo gritaba: "la gran vida"; los edificios, esculturas, sus calles, las casas, las tiendas, los autos y la vestimenta de todos.

Era como estar en una película costosisima todos los días.

Papá era un doctor con mucha experiencia, al igual que mamá. Ambos ganaban mucho dinero, por eso se permitieron comprar una casa en esa ciudad tan exclusiva, con la excusa de que siempre querían lo mejor para mi futuro, repitiendo constantemente que vivir ahí me abriría grandes puertas. Por lo que nos residenciamos rápidamente.

Específicamente en la Residencia Morgan, uno de los siete distritos de la sofisticada ciudad.

Cuando llegamos a nuestra casa–igual a todas las demás–apenas cumplía los cinco años de edad. Pero incluso siendo tan pequeña noté algo extraño en cómo se comportaban las personas, muy diferente de nuestros anteriores amigos y vecinos de Yeik. En ese entonces, pensé que era una ciudad salida de una aterradora película de horror, de las que son muy, pero muy feas.

Porque todo era una fachada muy exquisita, y quien tapa lo feo del núcleo con una portada tan deslumbrante es porque algo diabólico tiene detrás de esta.

Debe de existir ese equilibrio intrínseco.

Todo el distrito me llenaba de miedo e incertidumbre, no entendía cómo la gente decía que era perfecta, cuando yo sabía que no era así. Mudarme fue sumamente desagradable. Sin embargo, cambié de opinión cuando conocí a mis dos mejores amigos en todo el mundo, en aquel entonces cuando éramos apenas unas bolitas con mejillas rojizas en el preescolar. Bex y Strong se convirtieron en mis dos grandes esperanzas para la vida, me dieron todo lo no-material que siempre deseé.

Por lo que rápidamente idealice un mundo perfecto –introduciéndome más en esa peculiar sociedad–, sin comprender que esa pequeña parte del mismo, simplemente no era lo que aparentaba; me confié, me confié de todo aquello en lo que no debía confiar, y lo que ocurrió después todavía me hace llorar y me estremece con pesadillas en mis noches de soledad.

Una voz siempre se repite dentro de mi cabeza: "no puedes".

"Tú misma te hiciste esto y te destruiste sin siquiera darte cuenta de ello", afirma mientras escenas de aquellos días me quitan la poca tranquilidad de mis noches.

Cometemos pecados imperdonables, pensando que no lo son, porque el camino al infierno siempre está lleno de buenas acciones, aquellas que ocultan lo oscuro y tétrico de la mentalidad humana. Mi cerebro se niega a dejarlo pasar, haciendo de mis días una completa agonía en estas cuatro paredes clínicas.

Me mantengo aquí, escribiendo y llorando mientras trato de plasmar algo coherente, algo que espero que comprendas, para que así entiendas mi trágica historia.

A veces nuestro peor enemigo es nuestra propia mente, aquella que nos destruye lentamente desde el interior, fragmentándonos y convirtiéndonos en individuos sin un sentido aparente; un ente vacío. Se siente como una pequeña mutación en tus genes, que se va desarrollando paulatinamente haciéndote cada día una persona sin raciocinio, quien poco a poco aumenta su nivel de explosividad. De esa forma estallando como una bomba nuclear, dejando un terreno inhabitable a su alrededor.

Eso es exactamente, tal cual como me dejó él: mi amado Strong.

StrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora