Capítulo 1

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"Sentimientos cautivos"




El frío soplar del viento congela mi nariz, volviéndola roja como mis labios, que se mantienen siempre perfectos con un labial del mismo tono arrebol. Sin darme cuenta cada que avanzo por la calle solitaria me escondo entre mi morral de cuero italiano y gabardina burberry color mostaza, tratando de resguardarme del rocío de la mañana que cae sobre mi rostro tostado –producto del clima soleado particular de esta ciudad–, ese que al parecer se esconde hoy, tal como lo hago yo.

Mis altos tacones al andar hacen sonido contra la acera de cemento coloreado de simétricos rombos de estética forma, mientras las plantas pequeñas de flores agrupadas por color abundan haciendo una especie de contorno sublime.

Mi cabello en un momento de fuerte brisa huracanada interrumpe mi visión, y lo siguiente que escucho es la campanita de una bici, misma que se aleja a gran velocidad mientras el chico que la maneja grita:"¡Que tengas un lindo día, vecina!", regalandome con eso una perfecta sonrisa blanca al desaparecer de la estela imaginaria que acaba de realizar en mi camino.

Trato de seguir caminando como si no hubiera pasado nada, como si no hubiera saltado por el susto y mi corazón se hubiera puesto hueco. Debo tratar de adormecer mis nervios tan exacerbados.

Intento cambiar de pensamiento introduciendo en lo que hubiera sido si el chico se quedara charlando como normalmente todos los habitantes hacen durante su rutina matutina, antes del trabajo o sus clases. Al menos ese ciclista solo se limitó a dar el perenne saludo mañanero que todo pricevilliano pronuncia. Lo que pretenden con estas acciones tan insólitas y excesivas es ser en extremo agradables, unos "buenos vecinos".

Pasaron unos segundos de caminata antes de que una señora de elegante vestimenta apareciera paseando a su perro de pelo tan blanco como el algodón con un corte raro y pomposo, la mujer con sus labios inyectados con botox pronuncia :"¡Que tengas un lindo día, vecina!"

Su efusividad hizo que le respondiera el saludo de igual manera, además que es una obligación cultural que sea recíproco. Aunque con la Skyblue eso sale naturalmente, no se toma como un deber a la fuerza, como lo estoy tomando yo. El problema recae en que yo, Destany Spear, no he consumido la cápsula desde hace ya mucho tiempo, y me ocasiona ansiedad todo lo maldito de esta ciudad pintada y cuadrada de cartón. Hasta llegó a tal punto de impaciencia que creo no poder escuchar que alguien más me denomine "Vecina". No es como si el hecho de no conocerte o si hacerlo cambie en algo esa cultura impartida en la ciudad donde los monstruos duermen con la llegada del alba.

Sin la cápsula soy un tanto cascarrabias, y esconder eso antes de unos meses, se me daba muy bien, pero ahora no tengo ni idea porqué me resulta tan difícil ocultar, es como si mi sistema se estuviera desprogramando poco a poco. Claro que es algo que mantengo oculto y solo para mí. Ni Strong ni mucho menos mis padres pueden saberlo, sería muy problemático si así fuera.

Aceleré el paso, la idea de salir tan temprano es para no encontrarme demasiadas personas en mi camino, pero hoy me atrasé un poco bastante en mi salida, generando que la caminata a la universidad sea una tortura para mi paciencia un tanto flujeante.

Claramente si tuviera mi auto esto no estaría pasando, pero alguien–no diré quien es–, lo chocó hace algunos días, sin mayor relevancia de que explotó el neumático delantero y dos de los vidrios del frente. Salí ilesa de cualquier infortunio más que el daño a mi pequeño y lustroso auto, que ahora no es ni la sombra de lo que era. La historia de cómo se ocasionó el accidente es un tanto ¿especial?

StrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora