Epilogue

203 12 1
                                    

"Te necesito cariño, como si te respirara, cariño
Mierda, te necesito cariño, más, más, más, más" 

Mis padres lo habían descubierto, Modest nos había separado. No había nada que hacer más que recordar nuestro último momento.  ¿Nuestro último momento? ¿Se puede definir un último momento? ¿Acaso fue el beso de despedida? ¿Acaso fue el tacto de nuestras manos al separarnos? ¿Fue la última mirada de soslayo que nos dimos al darnos la vuelta mientras caminábamos en diferentes direcciones? ¿Fue escuchar el suspiro de frustración del otro? ¿Cuál es realmente el último momento al separarte de una persona? ¿Sera que hay un último momento? ¿Por qué siento que todavía lo tengo conmigo? ¿Sera que el último momento será cuando lo supure? Pero no quiero superarlo ¿Quién superaría a Liam Payne? Nadie en su jodida vida.

Podía escuchar los golpes en la puerta, la verdad no quería salir por un día entero. Había atrancado hasta la ventana. Quería acostarme en mi cama y ver el techo hasta encontrar alguna respuesta o hasta dormirme. Lo que ocurriera primero.

La verdad es que no cuando paso pero la puerta se abrió de un golpe repentino y vi a mis padres, o a mi padre rojo de ira. Me hice un ovillo por miedo a que me golpeara pero solo se quedó ahí, viéndome.

-Le haremos un juicio a Liam Payne- dijo mi madre por detrás de él. Mi sangre se paralizo, eso era peor que recibir cien golpes.

-No- exclame- No pueden hacer eso. No les permito que hagan eso. No hay razones para que hagan eso. Apelare en su contra con tal de que Liam gane el juicio.- dije, mi voz iba demasiado rápido, mi cabeza iba a mil con cada idea o excusa que se me ocurriera.

-No sabrías como hacerlo.

-Mis padres son los mejores abogados. No me subestimes, yo he aprendido mucho de ustedes.

-¿Por qué lo defiendes?- pregunto mi padre.

-Porque lo amo, amo su persona, amo su carácter, amo sus gustos y disgustos, amo su forma de enfrentar las cosas, lo amo por sobre todo. Lo amo y no sé si entiendas eso.

-Pero te dejo- dijo mi madre como si eso me doliera, cosa que no lo hacía.

-Fue un acuerdo mutuo- dije enfrentándolos- Fue porque lo amo lo suficiente para dejarlo hacer lo que ama y él lo hizo porque sabe que ustedes no lo aceptarían. ¿En serio crees que él me dejaría? ¿Crees que no se por qué razones lo hizo? Yo sé, porque conozco su alma que sus intenciones fueron buenas.

-¿Dirás todo eso en la corte? ¿Apelaras al sentimiento?- dijo mi padre con burla en sus ojos – Nosotros podemos apelar que fue síndrome de Estocolmo ¿Lo conoces?- asentí.

-El síndrome de Estocolmo, es cuando la persona es secuestrada y en nuestro caso ambos éramos libres y no pueden negarme eso.

-Somos abogados, podemos hacerlo pasar por cualquier cosa que nosotros queramos.

-¿Qué podría hacer para que ustedes no hagan el juicio?- dije rendida. En serio que ellos me ponían la situación algo difícil.

-Iras con una psicóloga.

-Perfecto. Llamare a Lucy para que me atienda en su consultorio privado, lejos del colegio.

-No iras con Lucy, Meredith- dijo mamá – Iras con una psicóloga que nosotros elijamos, así el trato es justo.

-Está bien, la elegirán ustedes.

(…)

Al día siguiente, estábamos esperando que la doctora Nelson nos atendiera. La sala estaba casi vacía, exceptuando a mi familia. La aguja llego a marcar las cinco de la tarde, mi turno. La puerta de la doctora se abrió cuidadosamente y yo me levante dispuesta a entrar. Su rostro no me daba confianza, ni su consultorio. Era de un color violeta oscuro y los muebles eran negros, daba una mala impresión. Me hizo acostar en el diván y me hizo ver a la pared, creo que inclusive me hizo quedar dormida.

(…)

Me desperté gritando de miedo, mire a la ventana y vi que era de noche. Me hice un ovillo y me escondí entre las sabanas esperando que alguien me haya escuchado. Bart entro abriendo la puerta de un golpe que me hizo saltar del susto en mi lugar. Me miro preocupado y se acercó a mí. Cuando se sentó en la cama, me escondí entre sus brazos y me mantuve así unos minutos.

-¿Qué ocurre, Meredith?- a pesar de que odiara que me digan así, no hice caso a eso y respire para contarle de mi sueño.

-Tuve una pesadilla horrible. Tal vez fuera más un sueño feo que una pesadilla.

-¿Cómo fue el sueño, Meredith?- la próxima vez le diría algo, lo juro.

-Era un hombre, el intentaba agarrarme y yo quería escapar. Pero cuando me atrapo y lo vi llorar me sentí mal, realmente mal. Parecía real, entonces me desperté gritando.

-¿Crees que puedes dibujar al hombre?- pregunto y asentí. El busco un cuaderno y encontró uno nuevo que estaba sobre el escritorio, tomo un lápiz y volvió a mi cama

Tome el lápiz y abrí el cuaderno. Que linda manera de estrenarlo, dibujando un mal sueño. Mi mente aún seguía fresca por lo tanto no fue difícil tomar los últimos rastros del sueño y pasarlos a la hoja. Tarde alrededor de unos quince minutos para hacer un boceto aceptable que diera a ver al hombre del sueño. Cuando se lo mostré a Bart, este se quedó anonadado, con los ojos muy abiertos. Tal vez, lo conocía o lo conocíamos. No lo supe ver en su mirada.

-No puede ser- susurro pero lo escuche – No puede ser posible. Ellos dijeron que tú lo superaste- dijo y el sonido de su voz se ahogó. Había algo mal en todo esto.

-¿Qué supere?- musite tocando el hombro de mi hermano. Este se sobresaltó y se paró de la cama.

Comenzó a caminar de un lado al otro, como si pensara en algo. Revise el dibujo, viéndolo de una manera más cercana, parecía nuevo y a la vez conocido, como si le dieran una capa de pintura a un auto usado. Bart me miro, cuando aún mis ojos posaban sobre la hoja, sentí su mirada sobre mí, casi pasándome.

-No le muestres esto a papá o a mamá ¿Entendido?- dijo y asentí. Me estaba preocupando.

Bart se fue sin decir “Buenas noches” pero no me molesto, lo que me irrito fue que no me diera explicaciones. Volví a ver el dibujo, buscando la explicación de porqué estaba haciéndose Bart problemas por un mal sueño. Me di cuenta que la mancha en el cuello, un extraño detalle, tenía la forma de un corazón. Pase mi dedo por ahí y sentí que mi corazón daba un vuelvo. Algo en mi pego un sobresalto inquieto, al tocarlo. Era una mancha muy peculiar. Respire profundo, y me dormí abrazada al cuaderno que contenía el rostro de aquel bello rostro.

Smartphone  l.pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora