Capítulo 19

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—Te cortaste el cabello... aunque el color sigue siendo el mismo. Me gusta, hace que resalte tu rostro —lo veo con el ceño fruncido y lo nota —Relaja tu expresión, Mi Jung, te saldrán arrugas si continúas así —toma el vaso y bebe de la soda.

—¿A qué viniste? —mi escepticismo es enorme y no puedo contenerme más tiempo.

—¿Hace cuatro años y medio que no nos vemos y me recibes de esta manera? No recuerdo que fueras tan grosera —la comisura de sus labios se eleva. «¿Se atreve a sonreírme?»

—No recuerdo que fueras tan idiota, pero posiblemente estaba ciega. Supongo que siempre lo fuiste —me cruzo de brazos y me recargo de lleno en mi asiento, tratando de lucir relajada.

Seokjin me mira con sus ojos abiertos y solo suelta una estúpida carcajada.

—Tranquila. cariño. Estás muy a la defensiva.

—Fue un error aceptar esto —de inmediato me pongo de pie pero su agarre en mi brazo me detiene.

—No, Mi Jung... Lo siento. Quédate... por favor —mis fanales no están en él, si no en Namjoon, quien cambió a una postura tensa. Él decidió sentarse en lo más alejado de la cafetería para darnos espacio. Nuestras miradas se conectan y relajo mi pose. 

—Me estás sacando de quicio, Kim... —suspiro y a regañadientes vuelvo a tomar asiento.

—Perdón. No sé cómo se debe actuar en estas circunstancias —Jin se rasca la cabeza —Esto no está saliendo como lo planee. 

—Solo di de una maldita vez por qué estás aquí y asunto arreglado.

Lo veo acomodarse en su asiento, pasarse las manos insistentemente por su cabello y aspirar profundamente. Sus ojos me miran pero ya no noto atisbo alguno de burla o altanería.

—Fui un estúpido, Mi Jung. Aquella vez, cuando terminamos...

—Tú me terminaste, que no se te olvide —interrumpo para dejar las cosas en claro.

—Sí, yo... yo te terminé —carraspea para continuar —En ese tiempo era solo un niño tonto y dije muchas cosas que estoy seguro te hirieron, pero quiero decirte que en todos estos años jamás dejé de pensar en ti —su mano toma la mía por sobre la mesa y la aprieta fuertemente —Regresa conmigo, Mi Jung.

Confusión. Diversión. Incredulidad. Enojo. Para estos instantes mi cara ha de verse tan contrariada que ninguna emoción prevalece más de dos segundos.

—Espera... ¿Qué? —me veo en la necesidad de preguntar —¿Qué dijiste?

—Quiero que regreses conmigo. Me has hecho mucha falta.

Recelosa de lo que escucho, no hago más que reír. Mi carcajada está tan llena de sarcasmo que me sorprende a mí misma. Zafo su agarre y vuelvo a cruzar mis brazos.

—¿Acaso estás ebrio? ¿Drogado, quizá?

—¿Te parezco?

—Creo que te volviste completamente loco. 

—Tal vez, pero es cierto. Regresa conmigo por favor. No he podido sacarte de mi mente en todos estos años.

—A eso se le llama culpabilidad, ¿O acaso ya olvidaste todo lo que me dijiste? No regresaría contigo ni aunque de eso dependiera mi vida.

—Ya te dije, era tonto e inmaduro. No era lo que realmente...

—Lo dijiste fuerte y claro el día de la graduación —me yergo en mi asiento y hablo firme y sin titubeos —Gritaste a los cuatro vientos que la idea de pasar más tiempo con una fracasada como yo no te venía para nada bien. Que mi sueño de querer ser productora estaba fuera de mi alcance. Que los tres años que estuviste conmigo fueron un desperdicio de tu valioso tiempo y aun sin tenerme piedad al verme llorar, remataste con una frase que hasta el día de hoy la tengo muy presente —me acerco a él e imito su tono de voz prepotente —"Te diría que el ser prostituta te dejaría más ganancias que tu estúpido sueño, pero ni para eso sirves"

En efecto, esa frase caló tan profundo en mi que me volvió la Mi Jung de ahora: decidida y aguerrida. Esforzándome todos los días para demostrarme a mí misma que ese idiota estaba muy equivocado.

—Yo... —la mirada de Jin cae por completo a sus manos que se encuentran por debajo de la mesa —Perdón. Recuerdo todo aquello pero te amo, Mi Jung. No era mi intención lastimarte.

—¡Ja! ¡No me digas! —¡Descarado! —¿Y qué sucedió con aquella chica extranjera... Camila?

—Ella no eres tú, mi amor. Todo el tiempo siempre pensé en ti.

—¡No me digas mi amor! —no dudo en ponerme de pie y tomar mis cosas, pero de nuevo me agarra del brazo. Esta vez Jin no se queda sentado y se coloca a mi altura.

—No te vayas —me sostiene fuerte.

—¡Suéltame! —la gente a nuestro alrededor nos mira pero no me interesa —¡Suéltame, Seokjin!

—¡No lo haré! —sus ojos ya no son tranquilos ni dulces, ahora tienen un toque desquiciado que me hiela la sangre —¡Tú eres mía!

Mi cuerpo no alcanza a reaccionar el momento exacto, solo veo a Jin caer en el suelo y la figura de Nam se interpone entre en medio de ambos.

—¡Te dijo que la soltaras grandísimo idiota! —mi novio gira para dejar caer sus ojos en mí —¿Te encuentras bien? —asiento con una leve sonrisa. Lo amo, no hay otra definición para lo que siento por Namjoon.

Lo tomo de la mano y camino con él hasta la salida.

—¡Ese niñito no es para ti, Mi Jung! ¡Jamás podrá compararse conmigo! —aún en el suelo, Jin continua vociferando cuanta sandez pasa por su cabeza.

Mi torso gira hacia él.

—¡Así es, maldito cretino! ¡Nam es mucho mejor tú! ¡Nadie nunca podrá compararlo contigo! 

Y ambos tomados de la mano, salimos definitivamente del establecimiento.

Aquel Chico - NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora