My hands are tied
My body bruised
She's got me with
Nothing to win and nothing left to loseUna de mis canciones favoritas resuena por mis auriculares mientras camino por la calle. Era necesario realizar la compra en el super, ya que mi departamento está completamente vacío de víveres, y ahora sin Sehun, tengo que encargarme de todo yo sola.
And you give yourself away
And you give yourself away...Doblo la esquina para llegar al callejón donde se encuentra mi correspondiente edificio de apartamentos cuando un gran número de personas aglomeradas miran hacia el cielo. Me acerco un poco más y me percato que son mis vecinos. Me quito los auriculares y saludo al chico próximo a mí.
—¡Hey, BM! ¿Qué hay? —elevo un poco la vista al gigante de Matthew, hijo del casero. A este fortachón le dieron crecelac para medir metro ochenta y siete.
—¡Oh! Hola Mi Jung —me despeina mi cabello pero no me molesta —Pues... hubo un apagón en el edificio —señala el lugar y en efecto, está en total oscuridad —Si yo fuera tu, saldría corriendo y abandonaría el país. Me instalaría en una isla paradisiaca y me cambiaría el nombre.
—¿Qué sucedió? —mis alarmas de peligro se encienden al segundo.
—Pregúntale a tu novio —lo veo reírse por lo bajo.
«¡No es cierto! ¡No de nuevo!»
Decidida, me abro paso entre los vecinos (que gracias a la oscuridad no distinguen mi figura) y llego hasta la entrada. Allí, con su camiseta blanca y pantalones cortos, Namjoon se encuentra parado y con los brazos cruzados.
—Ya es la tercera vez en un mes, muchacho —la voz del señor Kim, el arrendador, me señala que se encuentra cerca.
—No se preocupe señor Kim, el electricista no tardará mucho en arreglar el desperfecto —la voz sosegada de Nam me saca de quicio.
No lo sigo dudando y saludo al dueño del edificio.
—Buenas noches, señor Kim —me inclino un poco y recibo uno no muy cordial; por otro lado, Nam al verme baja la cabeza.
Por arte de magia la luz se restaura a nuestro alrededor y tengo que frotarme un poco mis ojos para acostumbrarme a la incandecencia. Los vecinos, algunos fastidiados y algunos otros alegres, comienzan a entrar al edificio y a sus respectivos apartamentos, no sin antes mirarnos a Nam y a mi como si fuésemos un paria.
—Ustedes dos... —el señor Kim, un hombre de edad avanzada y caminar encorvado, nos señala a ambos —Síganme —se adentra en su pequeña oficina ubicada en la planta baja y, como niños regañados, lo seguimos.
Mi mirada está sobre el chico que decidió mudarse a la azotea hace un mes, pero él la evita a toda costa.
«¡¿Qué hiciste ahora?!»
El dueño toma asiento en la silla detrás de su escritorio y nosotros quedamos de pie.
—Es la tercera vez que descompone algo desde que llegó, joven Kim.
—¡Lo lamento mucho! —se que no es un buen lugar y momento para reírme, pero Nam casi toca sus rodillas con la nariz por tan inclinada reverencia que hace.
—¿Qué fue lo que sucedió? —disipo mi burla y mi semblante serio aparece.
—Al parecer, tu novio quiso hacer uso de la lavadora en el cuarto de baño, pero un corto circuito hizo que la luz se fuera en todo el edificio.
«¡¿Por eso dijiste que no podías pasar por mi a la escuela?!»
—No sabía que tenía que usar un adaptador especial para poder conectarla a la corriente —su voz hecha susurro me desquicia de a poco.
—¿Y el horno de microondas? —refuta el dueño —Casi incendias la azotea.
—Bueno... en mi defensa puedo decir que ese tenedor de metal ya venía incluido en el paquete de comida rápida —siento que me veo como ese emoji en donde la chica se golpea su frente con la mano.
—Mejor no hablemos de la inundación causada la semana pasada. Aún me duele ver mis plantas ahogadas por el agua —sí, por alguna extraña razón, Namjoon rompió la toma de agua común e hizo que el agua cayera y cayera justo en el lugar donde el señor Kim tenía sus muy preciadas y cuidadas plantas.
—Lo siento mucho, señor Kim. Nada de esto volverá a suceder —es mi turno de inclinarme.
—Me agradas mucho Mi Jung, pero no creo que tu novio tenga la capacidad de seguir viviendo solo. En una de esas se puede matar él solo y tampoco quiero que llegue a tanto. Lo mejor será que desaloje la azotea.
Mis ojos se abren como platos y los de Nam también.
—No tengo a dónde más ir. Por favor, no me eche —esta situación me deja a la deriva por un segundo. Nam tiene razón, en la universidad en la que entró no tienen residencias para estudiantes ya que no es muy grande y si el señor Kim lo corre... no tendrá lugar a donde parar.
—Señor Kim... —«Situaciones extremas, requieren medidas extremas». Mientras hablo, mi mente comienza a maquinar un plan del que ni yo estoy completamente segura —Tiene miedo de que Nam vuelva a cometer algún otro error en el que esté involucrada su vida o la vida del resto de los residentes, ¿No es así?
—Básicamente sí, aunque también tendría que agregar algún desperfecto al edificio. No quiero tener que demolerlo o algo por el estilo debido a un simple error.
—Entonces, si puedo asegurarle que nada de eso volverá a ocurrir, ¿Él puede quedarse?
—¿Cómo lo harás? —escépticos, ambos me miran —¿Le pondrás cámaras? ¿Un GPS?
—No, nada de eso... —«¡Por favor, por favor... Que no me esté convirtiendo en una verdadera lunática!» —De ahora en adelante, Namjoon vivirá conmigo, en mi apartamento.
Creo que ha sido la cosa más alocada que el señor Kim ha escuchado porque tiene que rascarse la cabeza y me mira anonadado.
—¿Qué has dicho?
—Me encargaré de que mi novio no vuelva a causar ningún estrago de ahora en adelante. Téngalo por seguro —siento una mano apretar fuertemente la mía pero no quito mi mirada del dueño, reafirmando así mi decisión.
Alguno de los dos tenía que hacer algo rápido o Namjoon pasaría a dormir en la calle de hoy en adelante.
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Aquel Chico - Namjoon
Teen FictionLos pensamientos de ambos siempre se mantenían en sus propios mundos, divagando entre sueños y realidades que los atormentaban en su propia vida de mierda. Sin embargo, con el paso del tiempo, tanto Kim Namjoon como Mi Jung comienzan a compartir con...