Prólogo

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Espectro:
¿Por qué nuestros recuerdos me buscan como un ángel caído anhelan un cuerpo para poseer? ¿Acaso el fantasma de tu ausencia no es suficiente?
    Noches de insomnios me consumen, como la exquisita sensación de venganza ya cumplida. La necesidad que tienes de derramar sangre de mi cuerpo provocada por tu áspera presencia me absorbe, y toda clase de líquido funcional en mi lo has consumido.
Sigues ahí, infinito a las vislumbres distancia de tu estelar. Como esa estrella de luz fluorescente que viaja entre una inmensa cantidad de oscuridad, y que, curiosamente pocos notan esa aparición. 
Y a lo lejos, entre la niebla, columbro un castillo, no la clase de castillo de aspecto amigable; es más un siniestro espacio donde tu espectro le da la oportunidad de asecharme, y tu ausencia se vuelve tenebrosa. Donde ni el rayo de luz lunar que pasa a través de esas pequeñas ventanas de bloque, pudiese iluminar esa pequeña habitación, aunque grande en mi mente, sintiéndome observada; donde mi único refugio es quedarme en una completa parálisis cerca de ese rayito.
Y a lo lejos, su cara devastada por tantas noches de insomnio y de huida, finalmente pude traslucir su horripilante rostro, cubierto de cicatrices, errores, defectos y culpa,  por encima de la curiosidad, los estragos del temor llevaban ventajas.
¿Quién eres? – Pregunté con la vos temblorosa – Éste solo me miraba con unos agujeros completamente negros que parece que absorbieran tu alma. ¿Qué quieres?  – Dije con más firmeza. Pero el odio se trasluce en su miraba, haciendo imposible tratar de hablar. Un silencio incomodo habitaba allí entre nosotros. Hasta que, se acercó a mí, paralizada por el miedo de no saber que podría hacerme, cerré los ojos. Un escalofrío recorrió mi espalda y un suave susurro en mis oídos estremeció mi cuerpo. “Vengo a llevarte” – Su voz era familiar, pero no me concentré en eso, me asustaba más pensar a donde quería llevarme. – “No puedes librarte de mí.” – Dijo con tanta seguridad que hasta daba miedo.  Con el poco de valor que llegue a reunir finalmente dije: “¿¡Quién diablos eres!?”  No me respondió, solo me miró con sus ojos controladores. Esos ojos que te desarman y miran más allá de tu alma. ¿Pp por quué yyo? – dije tartamudeando, ya ni podía disimular el terror que manejaba mi mente. 
Éste echó una carcajada tan particular, no podía descifrarla, por una parte era una risa sínica, y por otra,  era una escalofriante carcajada sarcástica. Tenía un poco de humor negro.  ¿En serio aun no me reconoces? – Dijo con tono burlón. –Siempre estuve detrás de ti, conozco tus miedos, conozco tus traumas, te conozco a ti; y aunque quisieras, no podrías deshacerte de mí. Siempre ando merodeando, soy tu fantasma cobrando venganza –Nuevamente su voz me era familiar, era un poco grave, pero se parecía a… a la mía, ¡diablos!, es mi voz –  Soy yo Lorens, soy tu pasado, soy tu… ¿Eres mi pasado? Pregunté temblorosa. 
Si, y vivo en ti, me has vuelto tan real; estás atada a mí, eres mía.

Soy tu pasado…

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