CAPÍTULO 9

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Capítulo 9

El regalo de Clark.

Sí, todo fue un sueño desde que salí de la secundaria. ¿Saben cómo me siento? ¡Humillada! ¡Incapaz de creer en mí misma! Apenas ha iniciado y siento que tengo una eternidad con ésta condena. Les soy sincera, tenía una pequeña corazonada de esto. El día que el profesor empezó hablar de la Esquizofrenia, no me costó darme cuenta que presentaba indicios de la enfermedad, pero aceptarlo era algo extravagante.
Quizás era exageraciones mías, pensé.
Pero la verdad cayó sobre mí como se hunde la grandes rocas en el mar. ¡No puedo soportar el peso!

Ni el horno de Nabucodonosor el día qué decidió meter a Sadrac, Mesac y Abed-Nego es más ardiente que la verdad que cayó sobre mí.

< Un ángel los salvó del horno >

Dice mi conciencia en forma de consuelo. Pero... no creo que una historia bíblica me salve de mi enfermedad ¿O sí?

Me encuentro en la misma habitación desde el martes.
Llevo cuatro días aquí. Cuatro días siendo estudiada y observada por el médico, cuatros días encerrada y esposada cómo si fuera un delincuente, cuatros días desde que comenzó mi nueva vida.
Todo sigue perfectamente igual desde que llegué, la mesa a mí izquierda, el televisor colgado con un programa infantil, la silla ya no está, pero la incomodidad y la pesadumbre permanecen vigente en la habitación. Leonard no llegará hasta mañana domingo, mi madre salió en busca de ropa limpia y algunas cosas de higiene en la casa, tardará unos cuarenta minutos para regresar, y el doctor Albert Gardelliano está en su hora libre, así que debe estar desayunando algo afuera.
Estoy sola, completamente sola. Cualquiera podría entrar y asesinarme.

Cualquier frío ser, podría entrar y exterminar lo que aún queda de esperanza en mí; agobiando mi certidumbre, mi escaza confianza. Estoy vulnerable para cualquier humano, vulnerable para cualquier entidad, vulnerable y sin protección alguna.

Estoy al borde de la muerte... Lo siento... Ya viene.

El sonido del monitor cardíaco tumba el incómodo y frío silencio que con incredulidad ha permanecido aquí. Trato de mantenerme serena ante la situación, pero por las noches me siento asechada por una sombra, y durante el día el nombre de "Charles" retumba mis pensamientos.

Coloco Invierno de las cuatro estaciones de Vivaldi mientras cierro los ojos y me deleito en la melancolía de su tonada. Todo parece casi perfecto, el silencio que solía ser perturbador fue ahogado con una instrumental, mis pensamientos se desvanecieron para interpretar cada acorde. La música aún siendo trágica, sana el alma, te hace sentir comprendida, y te transporta a un espacio donde solo eres tú con la música.

Diría que todo parecía perfecto, hasta qué, entre la música escucho la puerta ser empujada y un suspiro de cansancio se manifiesta. Mantengo los ojos cerrados, no quiero que nadie o nada me arruine este momento. Pero los pasos hacen eco junto con la melodía de la canción. Abro mis ojos para encontrarme a... ¿¡Qué!? ¡Perfecto! ¿Qué hace Clark aquí?

-Que... interesante canción - dice mientras que su rostro me ofrece una sonrisa.

-¿¡Que quieres!? ¿¡Ver mi miseria!? ¡Excelente! Ya la viste, ahora vete. - Le respondo grosera.

-Veo que estás malhumorada, pero no te culpo. Cualquiera lo estaría- Dice, y no transmite ningún signo de burla.

- No quiero tu lástima.- le digo, y mi voz busca a quebrantarse.

-No vine a ofrecerte eso. Solo... solo quería saber cómo estás - se escucha sincero

-Estoy enferma, estoy loca, resulta que tengo esquizofrenia. Cualquier cosa que me suceda tengo que dudar de su credibilidad por qué no sé si sea una ilusión. ¡Quizás tú no seas real!

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