CAPÍTULO 4

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CAPÍTULO 4

El chico nuevo.

Ayer fue un día muy pesado, de recordarlo hace que aún sienta el dolor y el estrés consumiendo mi cabeza. Después de haber llegado a mi casa, Leo y yo almorzamos. Jugamos a la repostería, nos disfrazamos y escuchamos música. Hasta que se hizo de noche y nos quedamos dormidos viendo Star Wars, a Leo le gusta esa película, yo la detesto, no entiendo nada, me da sueño y su música es desalentadora. Yo quería ver Harry Potter, pero era el turno de Leo escoger la película.

¡Hoy ya es un nuevo día! Lo que sucedió ayer lo olvidaré. Seguramente el golpe que me di, me causo todo esa confusión. Hoy, Martes 17 de Febrero, me prometo a mí misma que no dejaré que nada me distraiga.

 No encuentro mi bolso donde guardo todos mis colores y algunas plumillas, necesito Introducirla dentro de mi mochila para poder irme a la secundaria con Leo. Ya tengo casi todo listo, mis cuadernos están organizados, el trabajo de química y de Biología ya los tengo listo, lo único que me falta es escoger mi outfit; varía entre unos jeans viejos rasgados en la rodilla y alto de cintura con un crop top azulito con nubes pintadas o una faldita negra que me llega antes de la rodillas con  medias negras altas y un suéter amarillo. Colocándome una y otra vez la misma ropa mientras que me veo en el espejo de casi metro y medio, finalmente sé cuál voy a usar hoy… ¡Tambores!

Voy a irme por los jeans, me queda muy bien, marca mi cintura perfectamente. Solo falta recoger mi cabello en un moño grande con algunos rulos saliendo por mi cara; según yo, estoy impecable. Mientras qué Leo está en el cuarto de invitados bañándose, él dura mucho arreglándose; durmió ahí después de ver la película conmigo, se colocó unas camisetas viejas que mi mamá tiene guardada, aunque… no sé de quienes son. Y se despertó temprano para preparar el desayuno, ordenar algunas cosas en mi casa para luego despertarme para irnos juntos.

—    ¡Leo! ¿Ya estás listo? Son las 7:30 — Le grito, mi casa queda casi 40 minutos de la secu — Recuerda que tenemos que estar a las 8:20— Le recalco. Leo dura una eternidad secándose el cabello.

En respuesta, solo escucho la secadora de mamá encendiéndose.

—     ¡Vamos Leo, no te demores! — Le vuelvo a gritar, pero evidentemente no me escuchó.

Salgo de mi habitación y voy bajando las escaleras para terminar de guardar mis cosas en la mochila, voy y abro el refrigerador en busca de mi termo de agua que puse anoche a refrigerar. Busco mi desayuno en el microondas. Leonard preparo unos panes tostados con revueltos de huevo y un chocolate caliente. En Illinois siempre hace frío.

Y de repente escucho pasos bajando las escaleras, ¡Al fin Leo terminó!

Me asomo a las escaleras para recibirlo con mi cara de desaprobación por durar tanto arreglándose el cabello que, para unos 20 minutos en el baño ( Leonard dura mucho más que eso) quedará como el antiguo cepillo de una anciana. Pero… para mi sorpresa, no hay nadie. ¿Escuché los pasos o los imaginé?

—    Lorens, ¿Ya estás lista? — Me grita Leo desde el segundo piso, expulsándome de mis dudas.

—    ¡Ya estoy lista! ¿Y tú, princeso.? ¿Ya arreglaste tu brillante melena? — Me burlo.

—    ¡Quisieras tener mi cabello! — Dice con un tono seco. Jajaja, se molestó.

—    Apresúrate — Le digo — Te espero en el auto.

 Antes de salir de la casa y subirme en el auto, me aseguro que todo en la casa esté ordenado. Me acerco a la cocina para verificar que no haya un bote de gas, cierro todas las puertas de la casa, desconecto algunos electrodomésticos para evitar accidentes, mi madre siempre me enseñó a ser precavida a estar atenta de todo.

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