Iara | Duki

Veintiseis

- No me interesa, anda y contale todo con lujo de detalles si te da la gana - le respondí

Suspiró fuerte.

- Te odio, te odio a vos y a todas esas pendejas que se creen superiores por meterse en mi vida - dijo con demasiada bronca - Pero las cosas no van a quedar así

Su mandíbula se tensó y su cara comenzó a adquirir un color rojo. Se notaba que empezaba a enojarse, y yo me sentía bien con eso.

El que se enoja tiene doble trabajo dicen, ¿no?.

Le dolía la verdad. Eso era. La verdad duele querida.

- Obvio que esto no se va a quedar así porque tengo muchas más cosas para decirte - seguí hablándole

Solté una pequeña risa y ella me miró como si quisiera matarme con sus manos en ese mismo momento.

El aire se podía cortar con un cuchillo de lo tenso que estaba el ambiente.

- Vos me odias y yo te odio - empecé a decirle - Vos tenés a Duki y bueno, yo tengo salud, pero eso no importa

Sus uñas golpeaban a ritmo la mesa.

Quería que terminara de hablar para poder irse, se notaba a lo lejos su molestia.

- El punto es que si él termina lastimado por tu culpa va a haber un montón de chicas, incluida yo, que te vamos a hacer la vida imposible - le seguí diciendo - Si tanto lo queres encargate de hacerlo el pibe más feliz del mundo y tratalo como la persona más importante del mundo, porque eso es Mauro para mí

- Sos una idiota - respondió Iara

Me acerqué a su cara y traté de intimidarla.

Noté que una leve capa de transpiración se encontraba en su cara y me reí internamente por causar eso en ella.

- ¿Entendiste? - la reprendí

- Entendí - murmuró la rubia en respuesta

Me alejé y agarré mi campera de cuero para irme.

- Me alegro que nos hayamos entendido tan bien, un beso linda - exclamé con una alegría sarcástica y me alejé de la cafetería

Empecé a caminar hasta la parada del colectivo y sentía la adrenalina correr por mis venas.

Una sonrisa enorme se plasmó en mi rostro y me sentí una reina empoderada por haber manejado tan bien la situación.

Le hice frente a Iara Miranda y salí ganando.

Es impresionante.

En el camino pensé en la cara de ella cuando estaba hablando y en su mirada sobre mí, una mirada de asco y que buscaba mantenerme inferior.

Que pena que Mauro le haya dado un lugar tan importante en su vida a alguien como ella.

No se lo merecía, ni a él ni a su amor.

Esperaba que desde ahora las cosas cambiaran.