Se quiebra mi alma (OtaYuri)

Capítulo 4. Busqueda

Después de haber visto ese cuerpo tonificado bajo la lluvia, después de aquella tormentosa noche, donde no pude dormir, lo supe, estaba buscando al mismo tipo de hombre que meses atrás me dejó, estaba a punto de caer en mis mismos errores, pero nadie me lo advirtió, volvería a caer ante una cara ruda, un cuerpo sexy, caería en picada, sin posibilidad de no salir lastimado, azotaria en el suelo, me rasparia las rodillas, lastimaria mi corazón, quebraria mi alma, era las 10 am, estaba preso de pensamientos pecaminosos, mientras mi prometido me hablaba de algún escritor famoso una vez más, el hacía el desayuno, mientras yo... Pensaba en aquel alfa olor a madera, teniendo pensamientos que me hacían ruborisar, lo vi solo una vez, e inconsciente lo había hecho mi objetivo.

Caminaba por las calles de la ciudad, buscando alguna florería para mí boda, Viktor tenía todo listo, pero no era suficiente, nunca era suficiente, ahora que lo veo de otra manera, era más de lo que merecía, aquellas flores que el había elegido, las flores favoritas de su madre, claveles... Odiaba aquello, aquello que no involucrara mis deseos, el necesitaba sentir a su madre cerca, en la ceremonia, yo quería que todo se hiciera a mi modo, conforme a mis caprichos, quería que el hiciera lo que quería, quería que él se amoldara a mí, estaba mal, ahora lo sé.

Me detuve en una florería, buscando las flores necesarias para reemplazar tan pésimo gusto, cuando volví a verlo, acompañado de aquel azabache, ahora bajo la luz del sol lo supe, aquel omega me era conocido, lo había visto alguna vez, me detuve concentrándome, el caminaba del brazo de aquel alfa, mientras un caniche los acompañaba, oi su nombre, una mujer en el parque se acercaba a saludarlo, eureka!!!, lo recordé de inmediato, Yuuri Katsuki era su nombre.

Me bastaron solo 30 minutos y un taxi llevándome a casa, prendí mi computadora tecleando su nombre en el buscador, lo sabía!!, su imagen estaba guardada como prueba viviente de los deseos que quería cumplir, de mis deseos, de aquellos sueños que siempre tuve.

Había ganado competencias de baile, bailaba con soltura, mientras su pareja de baile lo acompañaba, eran uno en la pista, todos hablaban del talento que tenía, hasta que un accidente le arrancó la visión, una desgracia que lo hizo retirarse, mientras que su pareja aún seguía activa, y lo entendí, lo envidiaba, un sentimiento absurdo, parte de los siete pecados capitales, por eso mi condena sería mayor.

Envidiaba todo el reconocimiento que tenía, los escenarios que pisó, incluso envidiaba que tuviera a su compañero, a aquel alfa castaño que bailaba a su lado, complementándose uno a uno, prendí la música, una furia creció en mi, calentaba mientras bailaba sonidos latinos, mi prometido llegó - vamos Viktor.. Baila conmigo - le dije.

- No se bailar... Lo siento - torci la boca.

- No sabes nada!!!.

- Estas bien!?, hice algo que te molestara?.

- Llegó la notificación del pedido de la florería, claveles??, no quiero eso, cambiaremos de florería.

- Ya había dado un anticipo...

- No importa... Quiero otras flores, otro arreglo en la iglesia.. Y no está en discusión - me metí a mi habitación dejándolo, solo, Yuuri tenía un alfa que bailaba con el como si fueran dos gotas de agua, y yo tenía un alfa que tenía dos pies izquierdos, seguí inmerso en todas las notas de aquel suceso, hasta que un comentario llamó mi atención, aquel alfa daba clases de baile en un lugar de mala muerte, había participado en encuentros de baile, teniendo reconocimiento, con el inicio de una nueva obra musical, vi el escenario perfecto para acercarme a aquellos dos y sobre todo con la idea de salirme con la mía, fui a verlo.

A las afueras de la ciudad, en un edificio que estaba a punto de caerse, el ponía coreografías diversas, en un lugar que estaba seguro correrían cucarachas en cuanto apagaramos la luz, después de su clase me acerqué a él - tienes mucho talento... No te gustaría intentar ganar dinero de otra manera?.

- Te he visto, te resguardabas de la lluvia, tanto te gusto que ahora me sigues? - sonrió de medio lado, su sonrisa era hermosa y aquellos brazos musculosos parecían ser el complemento perfecto para hacerme caer.

- Te interesaría o no?, se que bailas muy bien, tu talento no debería desperdiciarse.

- OK, estamos en ligas mayores, incluso me investigaste.

- Como no podría hacerlo, caminabas del brazo de un talentoso bailarin, Yuuri Katsuki, un campeón de baile, te interesa o no?, es la última vez que te pregunto.

- Me interesa, pero ganar dinero de otra manera?, a qué te refieres con otra manera??.

- Teatro musical... Ven a una audición, estoy seguro que no te arrepentíras - me miraba fijamente, mi presencia no pasaba por desapercibida, el sonido de un bastón golpeando el suelo, anunció su llegada, aquel azabache había llegado, aquel omega ciego, que era guiado por su lazarillo.

- Amor... Nos vamos? - el pasó a mi lado y se detuvo - mi compañero de tormenta, eres tu? - me quede estático no entendía.

- No entiendo... - contesté, el volteo su rostro a mi, como si pudiera verme, me sentí ansioso, tenía miedo que pudiera ver mis malévolas intensiones.

- Me quedé parado por la lluvia el otro día, tu también pero no te percataste de mi presencia, que coincidencia encontrarte de nuevo.

- Cómo supiste que era yo?.

- Hueles a Jazmín... - me sonrió, mientras se aferraba a su alfa, se recostó en su hombro, y pude verlo, una marca en su nuca, estaban enlazados, quizá no tenía nada que hacer, estaba siendo egoísta, era así.

- Vine a ofrecer a tu alfa que vaya a una audición para teatro musical no pierde nada, es un ganador de concursos también, le puede ir bien.

- Cómo sabes eso?.

- Te conozco, eres un gran bailarin Yuuri, te he admirado desde siempre y cuando te vi supe que debía ayudarte de alguna forma.

- De verdad?, gracias - el era un omega con una alma limpia, un ser que había sufrido lo suficiente en la vida, un ganador que tuvo que aprender a perder, sonreí, dandome por vencido pero la mano de su alfa, que acaricio mi hombro lo cambió todo - iré - fueron sus palabras, y su mirada sexy la antesala de nuestro peor pecado.