Capítulo 14. Desesperación

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Cada noche el estaba en mis sueños, y en mis pensamientos, mi lobo arañaba mi pecho, la marca en mi cuello picaba y quemaba, mi lobo no aceptaba a Otabek como su alfa, mis pensamientos eran un caos.

De pronto el aroma a madera me asqueaba, de pronto necesitaba ese aroma que había rechazado tiempo después, caminaba en el super mercado, cuando una botella de esencia de vainilla apareció cerca de mí, la compré inconscientemente, en mis noches de insomnio cuando los recuerdos me consumían, cuando mi lobo me exigía volver, calentaba algo de leche, con unas gotas de aquella botella, lo olía por horas, lo tomaba para relajarme, necesitaba de él, de su risa, de su presencia, de aquel hombre que dejé en el altar.

Escribí una carta, una noche de lluvia, mientras mi nuevo alfa se daba un baño, un baño con un gel de ducha con aroma a rosas, el mismo aroma que Yuuri, habíamos sido unos idiotas, y el tiempo ponía todo en su lugar, pero éramos demasiado orgullosos para aceptarlo.

Viktor

Se que debes odiarme, se que esta carta debe de ser una burla para ti, pero te extraño, aunque no lo creas pienso en ti, extraño tu desayuno con jugo de naranja, mientras me hablabas de algún libro que acababas de leer, extraño esas noches donde me abrazabas hasta hacerme dormir, extraño incluso aquellas noches donde acariciabas mi cabeza, y me dabas un beso en la frente, extraño tu ternura, todo lo que me pareció aburrido en ti, parece ser algo incomparable, te extraño, te extraño de verdad, perdón, perdón por haberte lastimado tanto, cuando tu solo me diste amor, te extraño.

Yuri Plisetsky

Aquella carta fue entregada, pero rota en cuanto llegó a sus manos, lloré cuando lo supe, mi mundo se caía a pedazos, el dinero se acababa, después de darnos lujos innecesarios, el carácter de Otabek se volvió hostil, era incluso capaz de romper todo a su paso por una rabieta, sabía lo que le pasaba, su lobo también lo lastimaba como el mío hacia conmigo, nos pedían volver, nos pedían ganarnos el perdón de las personas que dejamos atrás, la pasión comenzó a apagarse, el amor también, y la necesidad de los brazos que abandonamos aumentaron.

Cada caricia que el me daba, pesaba, apagaba la luz deseoso de imaginar que no era el quien estaba conmigo, soñaba que era Viktor quien me acariciaba con amor, cada cosa parecía ser una tortura, estábamos en una prisión, una prisión que nosotros mismos nos buscamos.

Recuerdo el día que todo acabó, habíamos discutido una vez más, estábamos reconciliandonos como siempre, tratando de que la pasión nos obligara a permanecer juntos, apagué la luz como siempre, cerré mis ojos ansioso de perderme, ansioso de imaginar que no era el quien me tocaba, de pronto su cabello castaño se volvió plata y esos ojos caoba, se tornaron azules, sus rasgos duros, se volvieron sutiles y delicados, frente a mi Otabek era Viktor Nikiforov, me dejé llevar, dejé que hiciera de mi un desastre, no le permitía hablar, sabía que su voz no podía ser transformada por mi imaginación, llegué al orgasmo gritando su nombre, el silencio gobernó, era el final - con quien demonios piensas que estás??, no soy Viktor... Soy Otabek!!, tu alfa!!!.

- No soy el único que esta fallando, se que tu tambien debes...

- Cállate!!, acaso crees que no lo se... Esa botella de vainilla que guardas entre tu ropa... Si tanto lo amabas, porqué te escapaste conmigo?!

- Y tu qué??, gel de ducha con aroma a rosas??, tu también te equivocaste.

- Cállate!! - me aventó una secadora en la cara después de recordarle a Yuuri Katsuki, un dolor llego a mi cabeza, antes de que todo se pusiera negro, antes de perder el conocimiento, terminé en la sala de emergencias con varias suturas en mi frente y un es suficiente de mi boca.

Tomé mis cosas, y volví, había pasado un año y medio, tiempo sin el, varias veces fui a su zona departamental, esperando verlo, esperando abrazarlo, quería pedirle volver, la marca de otro alfa estaba en mi cuello, una marca incompleta, un mal lazo, porque es real, nuestros lobos jamás se aceptaron, jamás quisieron estar juntos, fuimos los necios que se obligaron a sí mismos a fingir amor.

Teníamos todo en nuestras manos, tocábamos el cielo, una casualidad que no todos tienen, y lo abandonamos todo, todo por la idea de libertad, por confundir el amor.

Siempre cerca, nunca capaz de ir y tocar su puerta, mi salud era lamentable, mi lobo estaba en claro estado de depresión, necesitaba de su alfa, necesitaba de Viktor, tomando todo el valor fui una mañana de diciembre, varios de los vecinos me miraban sorprendidos, incluso un comentario me desencajo - pensé que jamás volvería, después de todo el ya hizo su familia - los murmullos de aquellas personas no podían ser reales, Viktor me amaba, mi abuelo me lo contó, la soledad que sufrió, la tristeza que lo embargó, era mi alfa, el me aceptaría de nuevo, era mi pareja destinada, sus brazos estarían abiertos para que pudiera volver.

Toqué la puerta, el sonido de su televisor sonaba fuerte, sus pasos para abrirme, hacían que mi corazón se sobresaltara, en cuanto nuestras miradas se cruzaron, me miraba como si tuviera frente a él, a un fantasma - Puedo pasar? - fue lo único que tuve valor de decir, me abrió más la puerta dejándome entrar.

Observaba todo, nada era como lo dejé, nada era igual, olía diferente, una esencia dulce desconocida, junto a un aroma floral que me llenaba de ansiedad - Qué haces aqui? - lo miré a los ojos, deseaba su mirada llena de amor, pero no había nada, solo vacío, el brillo de sus ojos cada que me veía, todo aquello no estaba más.

Miraba todo, muebles nuevos, incluso un bonito árbol de navidad, dónde esta el estado de desolación de un alfa abandonado? - Todo ha cambiado, no es asi?, se que debes odiarme, ha pasado tanto tiempo, cuanto ha sido?, dos años? - aclaraba mi garganta, la sentía seca.

Se quiebra mi alma (OtaYuri) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora