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Al salir del ascensor quiso sentarse por un momento, a penas se podía las piernas. Le había dicho a Seungmin que lo vería en la escuela, en cambio, el progenitor del rubio lo amenazó sin pelos en la lengua, asustándolo. Definitivamente quería encontrarse con Seungmin, pero no con el padre.

—Ah, en qué mierda me metí—era un imán de problemas, o los Kim eran un problema.

Pensó en lo ocurrido, en lo ridículamente bonito que era Seungmin, en la confesión de la chica hacia Seungmin, pensaba en los chocolates que comió Seungmin, en el padre de Seungmin, en el beso de mejilla de Seungmin, en el abrazo de Seungmin, pensó en Seungmin durante el camino a casa. Pensó en lo antojado que estaba de saborear una barra de chocolate.

No conocía el sabor, cuando lo probaba se olvidaba rápido del gusto y caía en la reacción alérgica, pero se lo imaginaba perfectamente; debía ser tan dulce como los labios de Seungmin, o embriagante como su aroma, incluso hostigante, como las pesadas bromas de hace unos meses. Tampoco conocía el sabor de Seungmin, por lo que también se lo imaginó.

Hyunjin se imaginó que tenía la vida solucionada, tanto que lo soñó.

Días más tarde, de regreso a la escuela y con el corazón en la palma de la mano, veía a Seungmin saludar risueño a los que se le cruzaban que le preguntaban sobre su estado de salud, y es que a los ojos de Hyunjin se veía demasiado saludable. Changbin estaba a su lado, echándole unas miraditas cargadas de doble sentido de vez en cuando.

—¿Por qué me miras?

—¿Acaso no puedo?

—No, no puedes—Su amigo se rio, llamando la atención del tierno chico a unos metros. Hyunjin se removió, aún no estaba seguro de lo que haría, pero de lo sí es que debía tener cuidado con Kim Taehoon.

Seungmin se acercó despacio, fingiendo que no lo había visto. Hyunjin empujó a Changbin, tomando su mochila apresurado.

—¿A dónde irás?

—Por ahí, te veo al almuerzo—le puso la mano en la cara, borrando todo rastro de burla. Changbin se quejó, masajeando su nariz.

—¡Bobo!—lo ignoró, siguiendo disimulado a Seungmin por el patio. Cuando lo alcanzó, Hwang se interpuso entre la puerta de la biblioteca y el rubio, sonriendo.

—Hola

—Vaya, Hyunjin—su nombre se oía lindo salir de su boca—No te ví.

—Yo a ti sí—Seungmin se cruzó de brazos, paseando divertido la lengua por el interior de la mejilla.

¿Me está coqueteando? Porque le provocaba. Hyunjin recargó el peso en uno de los pies para estar a la altura exacta de Seungmin, sacando una fotografía mental de la escena.

—No sé qué más decirte, me pones nervioso, habla tú o me pongo a correr—confesó hablando rápido, chocando las palabras. Hyunjin se atragantó, así no debía ser—No te rías.

—Perdón, es gracioso—Seungmin reprimió una sonrisa, negando con la cabeza.

—¿Por qué es gracioso?

—Porque yo tampoco sé qué decir—guardó las manos en los bolsillos, le ardían las orejas—nunca sé qué decirte.

¿Era el momento para correr? Seungmin también recargó el peso en un pie, inquieto.

—No seas así, me confundes—Hyunjin le sopló en la nunca, dando uno que otro paso para envolverlo en un abrazo—Hyunjin...

—Cállate, Kim—se sentía como una ola de caramelo recién preparado, derritiendo el hielo que tenía en el pecho. Seungmin apoyó la cabeza un poco más arriba del cuello, aceptando el gesto.

𝐜𝐡𝐨𝐜𝐨𝐥𝐚𝐭𝐞/ʰʸᵘⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora