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Jimin.

Di demasiadas vueltas en la cama sin poder dormir, a pesar de que pude conciliar el sueño un rato,  me desperté al instante, notando en mi celular que apenas eran las once de la noche no; no habían pasado ni dos horas desde que me dormí.

Me levanté para ir a la cocina y buscar un vaso de agua, tenía la garganta seca y un horrible dolor en el pecho. Algo estaba mal en mi, tenía una inquietud, algo me decía que alguna cosa rara estaba pasando.

Quizás solo estoy muy histérico.

Me senté en el mesón con la mirada perdida en el piso, tenía que pensar muy bien las cosas, antes de que todo fuese peor. Ciertamente tengo claro lo que quiero, quizás esté un poco trillado el hecho de que me enamoré de Yoongi, pero Dios mio, ¿Quién no se ha enamorado una vez en su vida y no le es posible amar libremente? Si bueno, a la mayoría. Yo no quería que este fuera mi caso, ¿Era tan difícil poder tolerar a tu propio hijo?  Yoongi y yo no le hacemos daño a nadie.

No sé si siempre fui así, de pequeño recuerdo que era muy introvertido y estuve seguro de que una niña no era lo que quería. Soñé con un príncipe azul que viniese a rescatarme en un corcel blanco, que me llevara muy lejos en este a tráves de las montañas, que viviéramos juntos en un castillo. Quería que ese príncipe me rescatará, al igual que mis primas tenía la ilusión de ser feliz con un chico.

Una idea que se esfumo cuando supe que era lo que pasaba conmigo, era gay. Luego que entré en el liceo y empecé a ver todo lo que pasaban los chicos como yo empecé a ocultar como era realmente, sabía que estaba mal, o no, no lo está. Las personas que piensan que lo están son quienes están jodidos de la cabeza.

En ese entonces, con trece años supe lo que era tener una novia, para nada mal, pensé que estaba bien, era algo "normal" ante los ojos de mis compañeros e incluso me aplaudían el tener como novia a la niña mas bonita del salón, pero ella no me rescató, ni tampoco me llevó a su castillo.

Lo que quedó de mi adolescencia se perdió en promiscuidad y cosas vanas. Estuve con chamas, solo para convencerme a mi mismo que mi manera de amar estaba mal, pero como siempre lo dije, estaba muy vacío...

Ninguna de esas chicas, ni Sara, ni Stephanie, ni Johana, ni Julia, me hicieron sentir como me ha hecho sentir Yoongi. Todo lo que realmente quise toda mi niñez. Llegó mi príncipe, quizás no con las características con las que siempre lo soñé, pero definitivamente era el, un príncipe con la descripción física perfecta, piel lechosa, ojos rasgados, sonrisa peculiar, manos delicadas y una voz grave que hace que cada parte de mi cuerpo reaccione ante esta. Supe que era un príncipe la noche es que dormimos juntos y no reprimimos darnos cariño, lo supe en el momento en que decidió dar la cara ante Ryujin, y estuve más que seguro, cuando me miró a los ojos por primera vez con un brillo especial; con ese brillito inquieto que lo delataba, asi como esas mejillas palidas que se tornan rosadas cuando digo algo lindo.

No esperé menos, el chico con el que soñé no llegó demasiado tarde, esta aquí y ahora conmigo. A pesar de que puede que la este pasando mal, se que será muy difícil que su papá asimile nuestra relación.

Inhale profundamente, dejando salir el aire al segundo. Me encaminé hasta la habitación, llegando a la sala, me asomé por la ventana al ver las luces de la vecina encendida, lo cual es raro porque Doña Mirtha; la abuela de Hoseok, jamás deja las luces del porche prendidas.

Rodé la cortina poco a poco, llevándome una mala impresión al ver a mi vecina en la puerta de mi casa a punto de llamar.

—¡Buenas!—Llamó la señora tocando la reja con una llave, salí de inmediato a ver que ocurría.

¡Marico Enclosetado!  ⌔  YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora