Capitulo 4

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Antes de que Marshall pudiese contestarle, Fiona ya estaba fuera de la habitación, dejándolo petrificado.  Él recorrió cada centímetro de su cuerpo con la mirada, y volvió a su rostro.
Fiona traía puesto un vestido bordó  que llegaba a la mitad de sus muslos, con escote corazón, y una cinta decorada con lentejuelas plateadas que iba hasta la espalda por un solo hombro. Las capas de gasa superpuestas le daban un aspecto etéreo. Sus cabellos, atados en una cola alta, llegaban hasta su cintura. 
Marshall la miró fijamente mientras se acercaba a ella. Entrelazó sus dedos, y le dio un beso en la frente.
—Estás hermosa. No sé si quiero salir, ahora—le dijo mientras acariciaba su mejilla con un dedo.
Cake carraspeó, cruzó los brazos y lo miró con cara de hermana mayor, levantando una ceja. 
Marshall sonrió, y la luz se reflejó en sus colmillos. Él era un par de cientos de años más viejo que ella. No resultaba fácil de intimidar.
—¿Vamos a la fiesta?—preguntó, mientras la abrazaba.
—¡Si!—contestó Fiona, feliz.
Soltándola momentáneamente, el vampiro se acercó a la pared. Con el dedo índice de su mano derecha dibujó un símbolo mientras murmuraba palabras extrañas. La sección de pared marcada comenzó a vibrar, y él puso sus dos manos a los costados, mientras seguía susurrando. La pared se tornó negra como una noche sin luna. Marshall tomó la mano de Fiona y se adentró en el portal. 
Fiona se encontró en un lugar extraño. Parecía un jardín abandonado.  Plantas que nunca había visto colgaban de piezas metálicas. Algunas se mecían, pero no había viento. La sensación de ser observada era muy fuerte, y Fiona tuvo ganas de correr, hacia alguna parte, cualquier parte.
Marshall inhaló corto y rápido, una vez.
—Tienes miedo—le dijo.
—Sí, este lugar me aterra.
El la obligó a mirarlo a los ojos, sosteniendo su cabeza delicadamente entre sus manos.
—Amor, puedes entrar al mismo infierno, y nadie va a tocarte. Porque eres mía.
Fiona respiró profundo y lento, calmándose. Ella conocía este lugar, era el lugar de sus sueños, y sus pesadillas. 
—¿Dónde estamos?
—La Nocheósfera, mi hogar.
—¿Dónde queda?
Él miró alrededor, pensativo.
—Estamos dentro del casco de una nave abandonada, en la Tierra es conocida como la Luna.
Fiona abrió sus ojos enormes. Él tomó su mano y se dirigió hacia lo que parecía una glorieta cubierta por una enredadera espinosa; las flores, color sangre, se abrían y cerraban.
Fiona se acercó aún más a Marshall.
—Parecen carnívoras—mencionó, echando una mirada furtiva a las flores.
—Lo son. Nunca pases cerca de ellas si no estás conmigo. De hecho—agregó deteniéndose y mirando fijo a sus ojos—, no te separes de mí en ningún momento. La nocheósfera es un lugar muy, pero muy peligroso.
Ella asintió con la cabeza. Fiona nunca había sido nerviosa, ni miedosa, pero este lugar la aterraba hasta los huesos. Sentía algo más, incertidumbre, expectación. Sabía que Marshall no la traería si estuviera en peligro. 
—Vamos—dijo él—. Tengo una sorpresa para ti.

Fiona sobrevolaba la ciudad sombría, abrazada al fuerte y frío cuerpo del vampiro. Se escuchaban susurros, y sonidos quedos. Era una zona con edificios abandonados, cubiertos por plantas de aspecto extraño. Miró hacia arriba, pero no consiguió ver nada, ni un techo, ni la noche estrellada, solo la más profunda negrura. Cada lugar por el que pasaban la impresionaba más, llenando su cabeza de preguntas. 
—Ya llegamos—anunció Marshall, descendiendo en la tierra rojiza.
—Es asombroso—dijo Fiona, mirando el edificio frente a ellos. 
Se trataba de una mezcla ecléctica de hangar con fortaleza gótica. Era altísimo, y la música se filtraba por las paredes, y golpeaba directo en el pecho, como una maza. Gente de todos los tamaños y formas, entraban y salían como hormigas. La mayoría vestía de negro, rojo, o alguna combinación de ambos. Algunas mujeres llevaban adornos de color plateado. Fiona descubrió que su elección de ropa había sido acertada. Definitivamente, este era el lugar que había visitado en sueños.
Ambos entraron abrazados. 
—¡Marshall, quién es tu amiga!, ¿me la presentas?
—¡Marshall!, ¿quién es ésta?
—¿Y la chica, quién es?
La multitud se arremolinó alrededor de Marshall y Fiona, separándolos. Fiona fue empujada hacia una pared, mientras millones de preguntas la bombardeaban, exasperándola. Fiona se  acurrucó en una esquina mirando al suelo, viendo de refilón que un par de demonios se le acercaban cada vez más. Mientras tanto, Marshall luchaba por deshacerse de las chicas que se lanzaban a sus brazos, tratando de robarle un beso. Levantó la mirada y sus ojos se cruzaron con los de Fiona, también vio a sus acompañantes. Dando un grito, embistió hacia delante, sin preocuparse si las muchachas caían al piso y tomó a su novia entre los brazos, mientras fulminaba a los demonios con la mirada. 
—¡Ella es mi novia! ¡Nadie la toca!—gritó furioso, haciendo que la multitud se alejara de ellos rápidamente—¿Estás bien?
—Gracias, estaban a punto de acercarse más de la cuenta—contestó Fiona, dejando caer una lágrima por su mejilla. 
—Nadie puede tocarte, salvo yo—dijo, mirándola lascivamente. Ella se sonrojó, lo empujó y se cruzó de brazos.
—Sí, ¡cómo no!—bufó.
El vampiro sonrió y comenzó a hacerle cosquillas en la cintura, y el estómago, mientras la sostenía con la otra mano por la espalda. Fiona rió desesperada, tratando de alejarse de él. 
—¡Para, para!
—¿Por qué me detendría?
—¡Agh, para ya!—exclamó entre risas. Fiona apretó las manos del chico contra su cuerpo, y las cosquillas se detuvieron.
Marshall se sonrojo levemente, y la atrajo contra sí.
—¿Mar-Mar?—una voz melosa sonó cerca. La mujer estaba a solo un par de pasos de ellos, casi tocándolos.
—Vete Ashley, ¿Por qué estás aquí?
—Para volver con mi novio—respondió. Tenía tez blanca, cabellos blancos lacios por debajo de la cintura y ojos rojizos. Fiona miró sus ojos y sintió que se le helaba la sangre.
¿Su Novio? Las palabras resonaron en la cabeza de Fiona provocándole un ataque de celos. Tomó a Marshall del cuello y lo besó frenéticamente, mientras frotaba su cuerpo contra el de él. Él reaccionó, y la abrazó con fuerza. Ashley quedó impactada, y se fue del lugar haciendo sonar el suelo tras ella.
—Eres solamente mío—susurró Fiona al oído de Marshall, una vez acabado el beso.
—Y tú eres solamente para mí—contestó él, con voz dulce.

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—¡Me vengaré de esa chica estúpida!—Ashley murmuró entre dientes mientras sacaba una daga de su bolsillo y la miraba pensativamente, comprobando el filo con su dedo. Se cortó, y una gota de sangre negra brotó de la herida. Ella la lamió, indiferente. Volvió a ocultar el arma y siguió caminando por las calles solitarias de aquel infierno.

Un amor envuelto en sangre *cancelado*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora