Capítulo 4

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de Brigid the Fae y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

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—¿Inuyasha? —preguntó Sango con vacilación desde su lugar junto a la puerta—. ¿Qué te ha pasado?

Habían optado por quedarse a desayunar esa mañana con Kaede, ya que uno de los aldeanos le había dado varios peces recién pescados que, si no, se habrían echado a perder. Sango había dormido pero no descansado, esperando que o esa noche o a la mañana siguiente Kagome estuviera «al tanto» en cuanto a lo que había estado preocupando a Inuyasha. Estaba segura de que al menos le explicaría los puntos más básicos a la miko, por muy incómoda que fuera a ser la conversación. También sabía que Kagome no iba a tener una peor opinión de él por lo que le había confiado a ella. Fue con esa idea con la que al fin pudo quedarse dormida. Se había despertado esa mañana esperando que Inuyasha hubiera vuelto a su habitual personalidad brusca, tal y como hacía después de cada luna nueva que pasaba, listo para volver a la búsqueda de los fragmentos de la esfera.

Pero ¿esto? Nunca se hubiera esperado encontrar esto.

Inuyasha frunció el ceño y se miró los pies. Ahora todo saldría a la luz. Sabía que Sango estaba enterada de su «dolencia» y Shippo lo entendería hasta un punto, ya que él mismo era un youkai. Pero Miroku era el que de verdad temía que lo descubriera. El monje usaría esto en su contra durante días, sino semanas.

—Se dividió —intervino Kagome—. Inuyasha ha estado... en conflicto... últimamente con algunas cosas y, cuando se volvió a transformar esta mañana, creo que el cambio provocó que se dividiera en sus partes humana y youkai.

—¿Ahora hay tres Inuyashas? —Shippo parecía menos que emocionado. El hanyou ya era bastante con lo que lidiar en un día cualquiera y su yo humano podía ser igual de molesto. Pero el youkai... ese lo ponía nervioso.

—Me imagino que hay una solución sencilla. —Miroku asintió—. Pero tengo que preguntar, ¿por qué están tus yos humano y youkai envueltos solo con mantas?

Kagome sintió que se le encendían las mejillas al instante y odió no poder controlarlo. El Inuyasha youkai le estaba sonriendo, lo que no mejoraba la situación. El Inuyasha hanyou ya ni siquiera se estaba concentrando en nadie de la habitación, escogiendo en cambio arrodillarse ante el hogar para encender el fuego para el desayuno.

El Inuyasha humano simplemente le dirigió un encogimiento de hombros a Miroku, sin ser capaz de dar una respuesta que no hiciera la situación más embarazosa de lo que ya era.

—¿Habéis comido ya? —preguntó Inuyasha rápidamente, esperando distraer los pensamientos errantes del monje.

Sango asintió.

—Kaede nos ha ofrecido amablemente el desayuno... ¿A dónde va?

Kagome se había sentado, acercándose la mochila. Había estado rebuscando en su interior en busca de su hervidor cuando Sango había tomado la palabra. Al levantar la mirada, vio la espalda del Inuyasha youkai abandonando la cabaña, dejando tirada la manta en el suelo en el proceso.

Inuyasha fingió que su yo youkai no acababa de salir hacia el bosque con el culo al aire. Cogió el hervidor de Kagome diciendo:

—Probablemente ha ido a cazar algo. Yo iré a por agua. Kagome, ¿te quedas aquí con mi mitad humana? Si el youkai vuelve antes que yo, no quiero que esa parte de mí intente mutilar a mi otra parte.

—Hablando como el que puede ser mutilado, a mí tampoco me gustaría.

—¿Cómo va a proteger Kagome a tu yo humano de tu yo youkai? —preguntó Shippo, confundido.

Fiebre de apareamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora