Capítulo 6

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de Brigid the Fae y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

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—Nadie dice que los tres no podáis atravesar el pozo conmigo.

Inuyasha sinceramente deseaba poder desaparecer en el vacío para escapar de su vergüenza o arrojar a sus dos formas a dicho vacío para librarse de su dúo de sonrisas ante la afirmación de Kagome. Había mencionado que los tres (que él) fueran con ella a su época con bastante inocencia, pero a él no le gustaron las sonrisas que siguieron. Conocía bastante sobre sí mismo para saber cuándo un descubrimiento se pasaba por su mente y ver la expresión en acción en el humano y en el youkai era mucho peor de lo que se hubiera imaginado que se veía cuando estaba completo. No era que le estuvieran sonriendo a Kagome, no, le estaban sonriendo a él, casi desafiándolo a que encontrase una forma de escaparse de la situación.

—Vámonos entonces, Shippo —dijo Sango en un intento por dispersar el tenso ambiente alrededor del grupo. Kirara se había transformado en su tamaño completo y la exterminadora se subió sobre su lomo con Shippo sentado delante de ella—. Volveremos lo antes que podamos —les dijo a todos—. No estamos muy lejos de la aldea y regresaré en cuanto haya revisado todos los pergaminos.

—Tened cuidado —les dijo Kagome—. Nosotros estaremos bien. —Otro tema es que Inuyasha intente matar a una de sus mitades...

Varias despedidas después, Kirara despegó por encima de los árboles, continuando en la dirección en la que había estado yendo originalmente el grupo. Inuyasha declaró entonces que ellos también podían partir, rodeando los hombros de Kagome con un brazo y alejándola de sus homólogos.

Kagome todavía no podía decidir si Inuyasha estaba intentando protegerla de sus otros yos o si había una posibilidad de que de verdad estuviera interesado en ella. El youkai dijo que yo era su compañera y el humano lo confirmó, pero... no sé. Pensaba que Inuyasha seguía enamorado de Kikyo. Sabía que era ridículo que se centrase en esa parte del problema y culpaba de ello a sus hormonas. Kagome sabía que el mayor problema era averiguar cómo poner bien a Inuyasha. Todo lo demás que viniera de eso tendría que esperar.

El viaje había consumido la mayor parte del día y llegaron a Musashi justo cuando el sol había empezado a ponerse. Kagome razonó que era demasiado tarde para volver esa noche a través del pozo, así que se contentó con dormir en su saco en la cabaña. Lo que no dijo en voz alta fue que la verdadera razón por la que se alegraba de posponer el volver a casa era que estaba planeando cómo contarle a su familia que Inuyasha tenía un problema que no podía arreglar con su espada.

No es que tenga la intención de contarle todo a mamá, pensó para sus adentros, moviéndose dentro de su saco de dormir. Kagome se atrevió a mirar a su izquierda, viendo al Inuyasha youkai acomodándose en el futón que había extendido junto a ella. A su derecha estaba el Inuyasha humano, que parecía igual de decidido que el youkai a pasar la noche a su lado. No tuvo que darse la vuelta para ver que el hanyou estaba sentado a solo unos metros de ellos. El gruñido de desaprobación que les dirigió al humano y al youkai fue suficiente. Si no hubiera estado aquí cuando ocurrió, probablemente ni yo me lo habría creído. No sé cómo voy a poder dormir. ¿Acaso no se dan cuenta de lo extraño que es esto, o es que no les importa?

Miroku estaba sentado enfrente de Inuyasha en la cabaña, observando al hanyou, que les estaba lanzando dagas con los ojos a sus otros yos. Quería burlarse de él desesperadamente, pero sabía que ese no era el momento. Tendría su oportunidad, estaba seguro de ello.

—Sabes que averiguaremos cómo arreglar esto —susurró, levantándose de su sitio y rodeando a los tres que estaban en el suelo para sentarse junto al hanyou. Había esperado hasta estar seguro de que los demás ocupantes de la cabaña estaban dormidos, pero no le sorprendería que el youkai hubiera sido consciente de sus movimientos.

Fiebre de apareamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora