Capítulo 10

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de Brigid the Fae y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

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Ante la primera señal de que los ocupantes de la habitación de Kagome se estaban despertando, Inuyasha bajó de un salto del tejado para ponerse en cuclillas en la ventana. Como había sospechado, solo se estaban moviendo sus partes youkai y humana, la miko que estaba entre ellos dormía profundamente. No me sorprende, pensó, negando con la cabeza mientras las imágenes de la noche anterior intentaban tomar las riendas.

El humano bostezó y se frotó los ojos mientras se sentaba en la cama. El youkai, sin embargo, se dio la vuelta y recibió la mirada de furia de Inuyasha con una amplia sonrisa.

—Arriba, gilipollas. Tenemos que hablar.

Inuyasha los guio para que atravesaran la ventana, no quería generar preguntas por si había alguien más despierto y moviéndose dentro de la casa. Miró por los terrenos del templo, decidiendo finalmente no ir a la pagoda del pozo, como había planeado en un principio. Estaba demasiado cerca para que los oyeran, así que, en su lugar, los condujo hasta un grupo de árboles no muy lejos de donde estaba el árbol sagrado. Estarían ocultos y, con un poco de suerte, en su mayoría lejos de un rango auditivo. Se giró hacia el dúo, que parecía cansado y aburrido a partes iguales.

—¿Qué pasa? —preguntó el Inuyasha youkai inocentemente—. ¿No has dormido bien? Yo he dormido maravillosamente...

—¡Silencio! —dijo el hanyou entre dientes—. ¡Estoy harto y especialmente de ti! Después de lo que hicisteis anoche...

—Espera, ¿lo viste? —El Inuyasha humano pareció estar más alerta ante la noticia. Bueno, supongo que así es cómo muero.

Fue sorprendente que el siseo que soltó Inuyasha no se transformase en un gruñido.

—Vi suficiente. Y ahora, ¡¿cómo se os ocurre pensar que podéis aprovecharos así de Kagome?!

—Espera, espera, espera —interrumpió el humano—. ¡Nosotros nunca obligamos a Kagome a nada! Si hubiera dicho que no, entonces ¡lo habríamos respetado!

—En serio, hanyou. Si quieres culpar a alguien, puede que quieras señalarte a ti con el dedo en lugar de a nosotros. Todo esto empezó por tu culpa. Fuiste tú el que no pudo aceptar los poderes superiores que trajeron a Kagome hasta ti como tu compañera. Eres tú quien ha estado haciendo todo lo posible bajo el sol para alejarla de ti. Has sido tú el que ha estado negando sus instintos, lo que nos llevó a dividirnos. Y, por lo que discernimos anoche, has sido el que ha provocado que Kagome tenga tan baja opinión de sí misma.

—¿Qué? ¿Cómo iba a hacer yo eso?

—Kagome no se cree deseable, hanyou —continuó el youkai—. Cree que sigues envuelto en el amor que pensaste sentir por Kikyo y no cree que tenga un lugar en tu corazón. Hemos intentado convencerla de lo contrario, pero nos dijo que no habría razón para que la escogieras a ella si había mejores opciones...

—¡Eso es ridículo! ¡Esto no es una elección, sino algo instintivo!

El Inuyasha humano se cruzó de brazos.

—Tal vez si le hubieras dicho eso, no habría estado tan molesta como estaba.

Inuyasha contuvo otro gruñido ante las miradas que estaba recibiendo.

—Eso sigue sin ser excusa para... ¡para eso de anoche!

—Oh, humano. ¿Lo has oído? Creo que hemos metido el dedo en la llaga.

Fiebre de apareamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora