Capítulo 14

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de Brigid the Fae y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

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—¿Qué se supone que significa eso? —Inuyasha entrecerró los ojos—. ¿Qué le hiciste a Kagome?

El hecho de que todavía estuviera acostado entre sus piernas, lanzándole dagas con los ojos al youkai, hacía poco por enfatizar su descontento. Kagome se retorció hasta sentarse, el aliento de Inuyasha en su cadera le hacía cosquillas y si iban a conversar sobre el asunto, quería ser capaz de apartarse de en medio.

—Solo está intentando fastidiarte, Inuyasha. No hizo...

—Nada que tú no hubieras hecho —terminó el Inuyasha youkai.

Eso tampoco calmaba la mente de Inuyasha, pero Kagome se estaba bajando de la cama y su concentración fue hacia ella. No se molestó en cubrirse mientras se encorvaba para recoger su ropa, solo para tirarla al cesto. Abrió el armario y sacó una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos primero, acababa de abrir el cajón de sus braguitas cuando él habló. No había pretendido decirlo en voz alta.

—No te molestes con eso. De todas formas, no las vas a tener puestas mucho tiempo.

A Kagome le sorprendió que su sonrojo no le llegara a las puntas de los pies. Se dio la vuelta, esperando que el youkai estuviera sonriendo, pero estaba igual de sorprendido.

—Todavía hay esperanza contigo —le dijo el Inuyasha youkai al humano con orgullo.

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—¿Qué fuiste a comprar? —El Inuyasha youkai sacudió la bolsa de plástico que estaba sobre la mesa de la cocina. Kagome había insistido en que cenaran algo y él había sugerido que la cenaran a ella. Inuyasha le había tirado un par de pantalones a la cabeza, ya que no lo encontró tan gracioso como le pareció a ella. Cuando su estómago gruñó momentos más tarde, prácticamente la habían llevado en volandas al piso de abajo.

Kagome estaba demasiado ocupada cortando verduras para verle volcar la bolsa sobre la mesa, pero el sonoro golpe la hizo encogerse. Al menos son botes de plástico.

—Recordé que necesitaba más champú, porque casi no me queda, y mientras estaba allí cogí una hidratante...

El Inuyasha youkai abrió el tapón del frasco desconocido. Estaba lleno de un líquido claro y no tenía mucho olor, pero la poca fragancia que tenía era dulce. No sabía leer la etiqueta porque era escritura moderna, pero conocía a Kagome lo suficiente para saber que este tipo de cosas que compraba normalmente tenían un olor más fuerte.

—¿Estás hablando de esto?

Se dio la vuelta y vio al youkai sosteniendo en alto un frasco.

—Sí, eso es el... —Kagome frunció el ceño, cogiendo el bote y estudiándolo—... aceite de masaje.

—¿No es lo mismo?

—Bueno... es decir, podría valer, pero... ¡pero esto no es lo que quería comprar! —Kagome quiso gritar de frustración. A pesar de lo energizado que había notado su cuerpo, su mente no debía de haber estado tan aguda como para captar el error. Era probable que alguien lo hubiera colocado en el lugar equivocado, pero ella había sido descuidada, ¡y ahora se tenía que conformar con aceite de masaje en lugar de con la loción de manteca de karité que quería!

Inuyasha no entendió por qué estaba molesta.

—¿Qué diferencia hay? —Se encargó de cortar las verduras y de ponerlas en la sartén con un poco de aceite de colza.

Fiebre de apareamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora