Capítulo 12

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de Brigid the Fae y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

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Basta decir que todos se sorprendieron cuando los lados youkai y humano de Inuyasha aparecieron en la entrada de la cabaña de Kaede.

—No es que sea un mal augurio veros a los dos —Kaede cogió dos cuencos más—, pero ¿qué os trae por aquí esta tarde? —Le sirvió a cada uno un tazón de sopa.

—El hanyou... —El Inuyasha youkai empezó a contar la verdad, pero decidió no contarla toda—... deseaba hablar con Kagome, explicárselo todo.

—Sería más fácil si se quedaban solos, así que volvimos aquí. —El Inuyasha humano apreció que el youkai no hubiera sido franco por una vez. Nadie tenía por qué saber que la familia de Kagome no estaba en casa.

Sango le dio un sorbo a su té, dirigiéndole a la anciana miko una mirada conocedora a través del fuego. Tenía la sospecha de que les habían contado una media verdad, pero no iba a desafiarlos. Si esta «charla» significaba lo que pensaba que significaba, entonces solo podía esperar que estuvieran camino de resolver el problema de Inuyasha.

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Kagome no se rio hasta que llegó al cuarto de la lavadora.

No pudo evitarlo. El Inuyasha humano se había levantado demasiado rápido de la cama, sin darse cuenta de lo débiles que seguían sus piernas. Ella se había levantado a la vez y había conseguido ayudarle a recuperar el equilibrio, pero a expensas de que se le volviera a abrir la yukata. Su expresión entonces rivalizó con la vez en que la había rescatado en el sótano en la noche de la luna nueva. Una vez que estuvo segura de que él estaba bien por su cuenta, se cerró la yukata, cogiendo unas braguitas limpias que había dejado sobre la cama y fue hasta su armario. El Inuyasha humano había murmurado algo sobre sus otros lados y salió dando traspiés de la habitación para dejar que se vistiera.

Eso había sido hacía horas. ¿Habían pasado horas? Kagome ya no estaba segura. Era difícil llevar la cuenta del tiempo cuando lo único en lo que podía pensar era en dónde estaba una lengua en concreto y en qué estaba haciendo.

Se esforzó por suprimir el estremecimiento que la atravesó mientras recordaba lo de antes. Después de que se hubiera vestido, había reunido toda la ropa sucia y había hecho un montón para la colada. Kagome, aunque brevemente, oyó a los tres hablando fuera, pero no estaba segura de adónde se habían ido. Probablemente se pasaron por la época feudal para ver cómo está todo, pensó. Por una vez no le preocupó saber a dónde había ido.

Diablos, estaba tan relajada que Inuyasha podría haber ido a verse con Kikyo y no se habría enfadado.

Y sé que me quiere, que me eligió a mí.

Kagome miró el reloj. Se estaba acercando la hora de la cena y no había visto señales de Inuyasha. Había esperado decirle su decisión, pero ahora se preguntaba si había ocurrido algo. Si había problemas, entonces seguro que se lo habría dicho. Tal vez había parado primero a comer.

Gruñó mientras revolvía la comida.

—Sé que mi comida no es tan buena como la de mamá, pero al menos podría seguirme la corriente...

—Yo nunca he dicho que cocinases mal, Kagome.

Kagome se dio la vuelta y encontró al hanyou en la entrada.

—Inuyasha...

—Espero que no te importe que solo estemos tú y yo esta noche. Les pregunté a mis lados humano y youkai si podían quedarse con los demás.

Fiebre de apareamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora