Capítulo 6: Querida doctora.

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Un estallido de aplausos sonaron, alcé la vista y vi a un montón de gente con una sonrisa en la cara, sin parar de aplaudir, al principio estaba confundida hasta que pude visualizar a mis padres, y me abalancé sobre ellos para darles un fuerte abrazo.

-Muy bien hecho hija.- Me dijo mi padre.

-¿Dónde...dónde estábais? - Pregunté casi sollozando.

-Estuvimos a tu lado todo el rato, cuidándote.- Me dijo mi madre.

-Pero yo no os veía...                                              

-Porque no estuvieron físicamente contigo.- Un voz desconocida habló.

-¿Cómo?- Me giré hacia donde escuché que provenía la voz.

Pude ver a un chico de unos... 20-25 le echaría yo. Iba vestido muy formal; y siempre con una gran sonrisa marcada en el rostro.

-Oh perdona- Me dijo finalmente el hombre, creo que se dió cuenta por mi cara que no sabía quien era. -Soy Edward Sanders, mucho gusto, Samantha.- Me entendió la mano.

-Llámame Sam.- Yo hice lo mismo para finalmente acabar con un apretón de manos. -¿A qué te referías cuando dijiste que mis padres estaban conmigo pero no físicamente?- Le pregunté curiosa.

Edward se río fuertemente. Me quedé confusa, no sabía lo que le había podido causar tanta risa. Miré a mis padres de reojo y también pude notar una pequeña sonrisilla en sus labios; no sabía si lo hacían por seguirle la corriente o simplemente por que a ellos también les había causado gracia mi pregunta.

-Veo que no te has fijado mucho en el lugar donde te encuentras ahora- Me dijo  después de haber estado unos minutos riéndose.

No, la verdad es que no me había fijado a donde me llevó la puerta, pero ahora que me lo dijo me puse a observarlo bien. Estaba en una sala enorme de un color gris claro, podría decir que era exactamente del mismo color que la sala de los cuadros. Miraba más a mi alrededor y me di cuenta que en esta ya no había cuadros, ni puertas, ahora solo había hologramas mágicos proyectados. Y al rededor de ellos un montón de gente, observando atentamente.

E instintivamente me acerqué uno de esos hologramas. En el había un muchacho joven, pude intuir que tenía más o menos mi edad, el muchacho iba corriendo de un lado a otro, se notaba en su rostro que estaba perdido. En los hologramas se veía por donde iba, y sin duda pude reconocer aquel edificio... si, sabía exactamente donde estaba, estaba solo, como yo estuve hace un rato en el mundo de los humanos, y él ahora pasaba por lo mismo. Me acerqué a otro holograma y en este era una chica, también de mi edad, y recorría esas mismas calles.

-¿Papá?¿Mamá?-Me fui acercando a ellos- Vosotros también...

-Si, hija. Estuvimos todo el tiempo mirándote y viendo cada uno de tus pasos.- Me interrumpió mi madre.

-Si, y la verdad es que mucha gente se a quedado asombrado de tus hazañas- Dijo Edward.

-Y... ¿Por qué todo esto?- Pregunté.

-Nosotros no quisimos hacer esto, todos pasamos alguna vez por ello.- Contestó mi padre.

-Pero...

-¡Basta de preguntas!- Dijo de repente Edward- Ya te contestarán a todas ellas más tarde, que sé que tendrás muchas.- Me dijo mirándome atentamente.- Ahora tenemos que ir a un sitio más..- Me cogió del brazo y tiró de mi para que fuese a donde él quería.

No sabía a donde me llevaba, pero lo que si sabía es que me han vuelto a separar de mis padres. Recorrimos, la amplia sala hasta llegar un pasillo en el que se encontraba una puerta de un color marrón oscuro; y me invitó a pasar, entré y vi unas butacas, color negro y al fondo otra puerta.

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