Capítulo 2: Ojos negros.

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Estaba en mi cuarto, mis padres se acababan ir a trabajar, eran las 12 de la mañana y eso significaba que hoy, el día de mi cumpleaños, me tocaba comer sola; no me hacia especial ilusión, pero era lo que había si luego quería ir al mundo humano... el mundo humano... El. Mundo. Humano... Me sonaba cada vez mejor, y la verdad es que no paraba de repetirlo, se me iluminaba la cara cada vez que lo decía. Era una sensación maravillosa.

Estuve un buen rato hablando con mis mejores amigos por conjuro magitub. Me encanta hablar por allí, es como tener en cuerpo presente a la persona, ¡En tu propia habitación! pero en realidad estaban a kilómetros de distancia. En mi casa lo usamos mucho, sobre todo para hablar con mis tías que viven muy lejos de nosotros. Era fantástico, más en la época de los regalos, me los podía dar sin necesidad que vinieran. Normal que el mago que lo inventó ganase el novel de hechicería. En mi opinión es el mejor conjuro hayan podido inventar.

Después de largas horas hablando,  llegó la hora de la comida, y tuvimos que dejarlo; aunque yo la verdad no tenía mucha hambre, tenía el estomago revuelto, prefería no comer nada, seguramente eran los nervios... -Si será eso.- Me dije a mi misma.

Me fui a mi habitación a terminar de hacer los deberes, pero era inevitable no distraerme mirando el reloj, ya solo faltaban horas para que llegase el momento de pasar la barrera y ver ese mundo del que solo había podido imaginar, a partir de lo que me contaban mis amigos, claro. ¿Sabíais que los humanos utilizan una especie de carros con ruedas que expulsan gases nocivos para trasladarse? ¡Que estúpidos! pudiendo ir volando o trasladarse; ¡Dañan el planeta tontamente! Un planeta en el que también vivimos nosotros... Mi mejor amigo me contó que la mayoría de los humanos llevan una especie de aparato, pequeño, que se maneja con los dedos, y lo llevan en la manos siempre. -En resumen, extraño.- Me dijo él. También me contó que los científicos de nuestro mundo lo están investigando, al parecer cogieron uno en el mundo de los humanos, pero siempre todo lo que hacen es por el bien de la ciencia, solo quieren saber que es y sobre todo por qué no pueden vivir sin ellos. Estiman que para el 2732 tendrán todas las repuestas; yo no lo creo, los aparatos de esos humanos son tan complejos... pero ahora mismo lo importante es que, dentro de poco tiempo ¡Lo iba a poder ver con mis propios ojos! Me levanté emocionada, no podía concentrarme, pensaba en lo genial que iba a ser, daba vueltas por toda la habitación hasta que me paré frente al espejo, me observé bien, quería estar perfecta.

Llevaba una bonito vestido informal con motivo de flores azules y moradas, me miré los pies con mis botines favoritos de color negro que me pegaban con mi chaquetilla. Como diría mi madre, voy divina.

Pero cada vez que me miro en el espejo no puedo evitar fijarme en mis defectos, como mi nariz, mi pequeña y chata nariz, mi padre dice que es perfecta, que es igual que la del abuelo, pero yo no lo creo, es horrible; y mis labios pequeños y finos, igualitos que los de mi madre, ya me podría haber dejado una herencia mejor, por suerte siempre los llevo pintados de color rojo, para que destaquen más y esta vez no iba a ser menos. Y que decir de mi horroroso color de ojos, y no, no me quejo por quejar, todos los Hurtanos tenemos los ojos violetas, pero mis ojos eran de un violeta apagado, no me gustaba nada. Y ya si hablamos de mi altura, era un taponcillo, la gente me anima diciéndome que tengo una estatura perfecta, pero claro eso no me anima mucho si para mirarles tengo que levantar la cabeza 90º

Si, sé que tengo millones de defectos, aunque por lo menos si tenía algo que me hacia sentir un poco mejor, era mi larga melena lisa y rubia. Me la peinaba una y otra vez, estaba obsesionada con hacerme peinados, recogérmelo en una coleta, hacerme trenzas, moños, rizamelo, o simplemente dejármelo liso, al natural, era precioso de todas formas. Aunque la verdad, nadie entiende de donde lo he heredado, mis padres son morenos, y mis abuelos también lo son, y mis bisabuelos lo eran, y mis tatarabuelos; y mis tatarabuelos... en fin todos son morenos, y la verdad es que no conozco a nadie más rubia o rubio. Empecé a reflexionar... era extraño, aunque no le di mucha importancia.

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