2 | Capítulo 3. Alexander Brown

1.4K 84 1
                                    

No se ni quiera por donde empezar, a veces opto por no decir algunas cosas, omitir verdades, ocultar mis temores, no ser quien solía ser

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


No se ni quiera por donde empezar, a veces opto por no decir algunas cosas, omitir verdades, ocultar mis temores, no ser quien solía ser. Funciona, hasta que exploto y... Me aterra, me aterra que alguien lo descubra.

Mierda.

Durante bastante tiempo decidí sonreír, tenía a mis hermanos, a Cassy y a Mitlan. Ellos no tenían porque saber que yo estaba atemorizado.

Mis padres, ellos tenían bastantes problemas cuando yo era niño y creo que de cierta forma pudieron influir en mi niñez.

Maldita y jodida adolescencia, malditos granos que salen en mi cara.

Me odio. Odio ser yo.

Jodido antisocial de mierda.

—¿Iras hoy? —pregunta Maddison, una de las chicas que es mi "amiga".

—No lo sé, no sé si sea buena idea escapar —le hago saber y ella me observa con un sonrisa burlona.

—Niño de mami —murmura dándose media vuelta. Alejándose de mi.

Ah, ni siquiera puedo impresionar a la chica que me gusta. A quien engaño.

Odio mi vida.

***

Al llegar a casa mi madre pregunta si todo va bien y yo solo emito una estupida respuesta.

En mi habitación todo parece mas libre, la música que mis oídos perciben me hace relajarme. Mis sentidos se caen en un estado de confort que sólo consigo en soledad.

Me gusta estar solo ¿Cuál es el problema en eso? Me gusta sentirme abandonado. Estoy enfermo.

Parece que todo está en calma hasta que todo mundo llega a mi casa, mis abuelos se casaran, mi tío postizo igual se casara y en mis propias narices ocurre una novela mejor que las que ve Sofía a las cuatro por el canal mexicano.

Todos tienen una vida mejor que la mía.

Solo tengo quince años y esto se siente muy jodido.

Paso emitiendo comentarios hirientes para que alguien se dé cuenta que mi rebeldía cada vez va en aumento.

Y es ahí cuando abandono todo, es de noche. Mis padres no se dan cuenta, abro la ventana y salgo en silencio. Corro con todas mis fuerzas al punto de encuentro.

No se que estoy haciendo, pero la adrenalina puede más conmigo.

—Hey —me saluda uno de los chicos que se supone son mis amigos.

Saludo a todos los demás, Maddison, Hugo, Juan y Eric.

Todos ellos. Observo como sacan un cigarrillo de su bolsa trasera, menos yo. Maddison me tiende un cigarrillo y yo observo anonado.

¿Cómo hago esto?

Me dan un encendedor y con eso prendo el cigarrillo, lo coloco en mi boca como si supiera lo que hago y doy caladas fuertes que me hacen toser sin parar, los chicos se ríen se mi.

Por cuenta propia me doy cuenta como es que debo fumar y lo hago, poco a poco con más calma.

Caladas profundas que lastiman mi garganta.

—Es Mari —dice Eric y yo suelto en ese mismo instante el cigarrillo.

Carajo. Maddison tenía razón, sólo soy un niño de mamá.

Un auténtico frenesí se apodera de mi cuerpo y el extasis de la marihuana comienza a hacer efecto.

Lo último que recuerdo es que estaba pintando una pared. Luego llegó la policía, todos corrieron, me dejaron atrás.

Ahora estoy tras las rejas.

—¿Qué es esto, Alexander? —dice mi papá, Elijah Brown.

Pocas veces lo he visto enojado conmigo y debo reconocer que esta vez tengo miedo.

Nota: Él es Alexander, un adolescente cualquiera con problemas juveniles, las sustancias ilícitas, los sentimientos de rebeldía. Alexander...

Déjame Ir | FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora