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12.2

La madre de Seungkwan era una persona en extremo simpática, y agradable, como su hijo; te hacía sentir en confianza incluso cuando apenas la conocías. Por eso y más, Kim Mingyu no dejaba de hablar con ella mientras ambos se encaraban en los muebles de la sala del apartamento.

—... y S.COUPS dejó de cantar para mirarnos y decirnos que éramos adorables —relató el mayor con emoción.

Seungkwan se cubrió el rostro, mientras esperaba a que la humillación terminara pronto. Su madre rió y miró a ambos menores con cariño.

—¿Cómo se conocieron? —preguntó de pronto.

Jinseol dirigió su atención a la conversación que de pronto parecía más interesante que el quiz que resolvía en la pantalla de su teléfono.

Mingyu estaba a punto de responder hasta que la mano de Seungkwan cubrió su boca. El mayor lo miró con reproche y Seungkwan puso los ojos en blanco.

—En la cafetería del novio de Jun.

—¿Novio de Jun? —interrumpió su hermana, con el ceño arrugado.

El más alto lamió la palma del rubio y Seungkwan acabó alejando la mano rápidamente con una mueca.

—¡Qué asco! —chilló el menor mientras salía corriendo de la sala.

Mingyu se burló viendo a Seungkwan corriendo al baño para lavarse. La señora Boo lo miró con una ceja alzada y el mayor se aclaró la garganta.

—Soy compañero de Jun en en trabajo, y un día Seungkwany Vernon lo acompañaron. Entonces nos conocimos —relató sin poder esconder su sonrisa. Ciertamente no era una completa mentira.

El menor volvió dentro de poco y, a pesar de no querer hacerlo, terminó sentado a un lado de Mingyu una vez más.

—¿Quién es el novio de Jun? —interrumpió de nuevo Jinseol, aún incrédula de aquella información.

—No te importa —respondió de inmediato Seungkwan, pero ante la mirada penetrante de su madre, se retractó en un instante —. Se llama Seokmin.

La mirada de Mingyu vagó hasta la pálida mano de Seungkwan, haciendo gestos al aire involuntariamente mientras hablaba. Mingyu no lo pensó y sencillamente sostuvo la diestra ajena entre la suya y la mantuvo fija sobre su muslo. Seungkwan estaba tan distraído que ni siquiera notó aquel toque.

—¿Quién es Seokmin? —indagó Jinseol, sin embargo nadie pareció escucharla.

—¿Qué te parece si te quedas a comer, Mingyu? —ofreció la señora Boo con una mirada cálida dirigida a ambos menores.

—Me agrada Mingyu, deberíamos adoptarlo —comentó risueña Jinseol después de que el chico regresara a su casa después de pasar el resto de la tarde en el apartamento.

—¡Jinseol! —puchereó Seungkwan mientras la miraba con las mejillas ardiendo

—Mingyu es agradable. Se ve educado y parece un buen chico —confirmó su madre —. ¿Qué hay de sus padres?, ¿los conoces?

El menor no alcanzó a decir palabra alguna cuando la puerta del lugar fue abierta de pronto. Jun entró con una sonrisa seguido de Vernon y el pequeño Chan, entrelazando los últimos sus manos.

—¡Hola, familia! —exclamó, y Seungkwan se adelantó para darle un golpecito en la frente.

—¿Por qué tardaron tanto? —se quejó Jinseol, sin ser capaz de despegar la mirada de Jun sobando su frente.

—Los niños quisieron comprar helado... y luego ir al cine. También pasamos al supermercado, pero sólo rondamos por los pasillos —explicó Jun. Vernon y Chan asintieron para darle la razón.

La mayor de todos suspiró con encanto, no sabe en qué momento creyó buena idea dejar a niños a cargo de otro niño más.

—Bueno, fue un día agotador —comentó acariciando la cabellera de su hija —. Será mejor que descansemos todos, mañana tú y yo regresaremos por la mañana a Jeju —recordó y Jinseol se quejó en silencio.

—¿Por qué no me dijiste que te gustaban los chicos? —codeó a Jun después de que su madre desapareció en una de las habitaciones, justamente cuando los menores comenzaron un juego de tira y afloja con Seungkwan.

Jun levantó sus hombros y alzó una ceja. —No sabía que debías saberlo. Estás muy curiosa hoy, ¿no? —se burló.

—Te hablé por primera vez porque me gustaste —reprochó ella.

—¡Tus gustos son terribles! —Seungkwan aseguró mientras corría escapando de Chan hasta el otro extremo de la habitación.

Jun se rió y ambos observaron a los niños una vez más.