Capítulo 1

1 0 0
                                    

2 años después

Que Dios me perdone por no ser el muchacho fuerte que se supone soy o era hasta hace unos años , no sé qué clase de brujería me hizo aquella mujer o bueno "Lili"que es así como la llama la mayoría de la gente e incluso se podría decir que se ha convertido en mi madre o más bien dicho mi madre adoptiva. Desde que vivo con ella no he causado problemas hasta he escuchado a algunos decir que ella es una diosa por haberme corregido y no sé qué tantas estupideces más, a decir verdad, esta nueva vida me atormenta. Quiero escapar. Solo que la mujer que me adoptó me causa compasión ya que al verla sola me da pena

_ Maldigo el día en el que acepté venir aquí - pensé mientras miraba hacía la calle... prácticamente mi antiguo hogar

_ Arek, donde... aquí estas, estaba muy preocupada por ti hijo – no hubo respuesta de mi parte - ¿estás bien? Te noto un poco deprimido. Dime que pasa para poder ayudarte – me levanté de mi asiento sin decir una palabra, para después salir corriendo.

Habían pasado un par de horas desde que salí de aquella casa, realmente no quiero dejar a Lili sola ya que ella es la única que me ha aguantado y no me ha tratado mal como mis tutores anteriores. Sin darme cuenta había salido de la ciudad y me encontraba en la carretera la cual da a un gran bosque el cual se dice que es un tipo de faro para los que poseen algo sobrenatural en su ser; me dispuse a caminar por un rato pues realmente no tengo la menor idea si Liliana me estará buscando... aunque las posibilidades son altas, sin importar lo que estuviera sucediendo me adentré en aquel oscuro y misterioso bosque. Mientras más caminaba me sentí como si realmente yo pertenezco a este lugar sin darme cuenta la noche había caído y la luz de la luna iluminaba un poco mi camino y por cada paso que di sentí un dolor insoportable en mi cuerpo, mientras más avanzaba aquel dolor se iba intensificando al punto en el que caí al suelo.

Y en medio del bosque se encontraba un muchacho de 15 años quien posiblemente moriría por un dolor que no tenía explicación de su aparición repentina, para colmo ese muchacho soy yo, no pude evitar gritar. Al hacerlo mi voz se distorsionaba haciendo que mi grito se empezaba a parecer cada vez más al rugido de un animal; sinceramente no tengo idea de lo que me está pasando, en ese momento mi vista se nubla y luego todo se vuelve completamente oscuro.

La magia que vive en miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora