Injusticias modernas poco usuales

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Eli arruinó mi vida, es cierto yo cometí un pequeño error, estaba muy borracho, enojado y Angela se me estaba insinuando demasiado, esa motivación me hizo engañarla y no intento excusarme pero lo que me hizo no tiene perdón alguno.

Por eso hice lo que hice, y no se imaginan cuánto lo disfruté. Cuando vi su cuerpo desnudo por última vez mientras intentaba gritar, mientras intentaba zafarse de todas los amarres que le hice y yo solo disfrutaba de su pequeño cuerpo.

Me encantó esa eyaculación final con la que ella sin más dejó de moverse.

Ella tuvo la culpa, yo solo quería seguir con mi vida, con mi carrera, ser feliz y me había dado cuenta que estando con ella eso sería imposible. Ella fue la loca que decidió difamarme, recuerdo como cada que ella subía un tweet, un video, una historia o una publicación, me recorría una ira increíble, pues yo veía como cada mentira, le calaba a todas las personas de mi alrededor. Vi como mi familia, mis mejores amigos, mis maestros y mis compañeros de clase se alejaban de mí, como por cada calle y pasillo se escuchaban los susurros irritantes de la gente que le creía a Eli.

No sentí ningún remordimiento cuando después de una semana de andar plantando a Eli por todo el estado, regresé a mi casa a tomarme esa coca que había dejado guardada en el refrigerador a lado de las pastillas que había usado para secuestrarla en una de esas fiestas destructivas que a ella tanto le gustaba ir.

El blog de un molesto escritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora