Insatisfecha hasta la muerte

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Kathia reía, reía como nunca lo había hecho, se puso las manos en la cara y empezó a soltar lágrimas sin dejar de reír, con la cara llena de sangre de su esposo y su pene mutilado en una mano se levanta y empieza a arrastrar a Carlos, el amor de su vida. Lo baja hasta el sótano donde lo sube una mesa y con una de las sierras de su esposo se dispuso a desmembrar el cuerpo.

Carlos la engañó durante tanto tiempo y siempre tan cerca de ella, pero kathia estaba ciega pero no era tonta, ella dudaba, tantas noches sola a altas horas de la madrugada. Los encontró un día que ella supuestamente había salido a comprar unas cosas y desde ese momento Kathia se volvió precavida y astuta, el odio y la venganza se empezaron a apoderar de ella y siempre que podía espiaba a su esposo. Todo el tiempo lo encontraba engañandola, no con una ni con dos persona si no muchisimas mujeres.

Kathia entonces planificó una estrategia para hacer pagar a su esposo, le haría algo que el jamas olvidaria. Lo sedujo con bellas palabras y un afrodisiaco en su comida, con poses seductoras y propuestas candentes. Lo atrajo a su cama donde lo ató y le empezó a besar lentamente todo el cuerpo, llegó a su miembro y con finos movimiento se lo metió a su delicada boca, lento y suave como una canción de jazz, hasta que esa melodía se convirtió en metal pesado y de una fuerte mordida Kathia destrozó y arrancó el pene de Carlos, el atado de manos y pies no podía hacer nada para evitarlo. Gritaba y se sacudía, hasta que tras unos minutos de intenso sangrado dejó de hacerlo.

Kathia volvió en sí después de recordar lo sucedido. Kathia observaba el cuerpo de su esposo hasta que escucho un ruido extraño, algo parecido a un sollozo o un grito; Kathia dejó la cierra y empezó a buscar el origen de aquel sonido, los lamentos cada vez se hacían más evidentes aunque a la vez se estaban confundiendo con el sonido del corazón latente de kathia. Acercó su oído a un armario donde su esposo guardaba su ropa especial de carpintería y lo escucho claramente. Un lamento terrorífico, Kathia rápidamente empezó a sacar toda la ropa que estaba dentro del armario y entonces se dió cuenta que detrás de ese armario había una puerta bastante pequeña pero lo suficiente para que ella un poco agachada cupiera, al entrar se le helo la sangre, pues vio decenas de mujeres desnudas, amarradas, sollozando.

Kathia no alcanzó a reaccionar cuando alguien detras de ella le arremetió un fuerte golpe en la cabeza, lo último que ella vió fue un hombre desnudo sin miembro masculino.

-Satya M. Larsson-

El blog de un molesto escritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora