Solo uno más

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La vida se va de tus manos como si de arena estuviera hecha, antes de que te des cuenta solo quedan unos cuantos granos pegados a tus manos.

Durante mucho tiempo lamenté su perdida, lamenté no poder ver su sonrisa, no escuchar sus chistes, no ver sus ojos brillando cuando me contaba anécdotas de su infancia, no escucharlo gritar enojado por las injusticias que cometía el gobierno, pero, lo que más lamenté fue nunca volver a tener su compañía cuando íbamos con Don Chepe.

¿Hasta ahora que he hecho de mi vida? Es cierto, acabé mi carrera, estuve con varios amores, obtuve un excelente empleo, y de vez en cuando he logrado darme mis lujos para viajar, aunque realmente nada de eso me llena.

Mi padre era un hombre espectacular, fuerte y trabajador, cariñoso y amable, gracioso y respetuoso, era el padre perfecto. Su presencia alegraba el ambiente de cualquier lugar, era el alma de las reuniones, un día aburrido se podía volver el más divertido con el simple hecho de tenerle a tu lado. Pero las mejores personas siempre se van de la manera más injusta; yo solo tenía 18 años cuando el infarto lo fulminó.

He dejado que mi vida simplemente fluya, todo lo que hago se siente banal, las respuestas que busco no he logrado encontrar y sin querer queriendo siempre acabo en el mismo lugar.

Por eso es que ahora siento que algo está mal, Don Chepe también se ha ido y con él todo su local, ¿donde me sentaré a recordarte padre? ¿Qué es lo que querías para mi en vida? Me lamento de tu muerte frente a la tumba de tu taquero favorito, el que su salsa sabía diluida, su carne parecía de todo menos lo que pedías, y que con su sabor a grasa requemada solo podías sentir algo...Nostalgia.

Durante 20 años me he centrado en intentar olvidar la tristeza, que se mezclara con todos sentimientos que uno tiene a través del día. Pero ésta siempre se filtra, corre por los restos que tu dejaste, tu casa, tu ropa, tu cama, todo lo que yo en tu ausencia he usado; invade todos los lugares, el antiguo parque a lado de la casa, el restaurante a lado de mi trabajo al cuál me llevabas en mis cumpleaños, siempre decías que te gustaba crear tradiciones y ahora veo muchas de ellas solo con melancolía pues realizarlas en solitario no es muy divertido que digamos, esta vida es un juego de fiesta, donde tienes que cooperar con amigos para vivir la experiencia completa, pero la tristeza siempre encuentra su manera. En mi sangre fluye, pues tengo tu apellido, aunque en mi sangre quisiera que fluyera solo un poco de tu optimismo, un poco de tu gran pasión por la vida, y un poco de esa gran sonrisa inquebrantable, que ni en tu muerte te vi quitar.

Don Chepe no era un hombre de muchas palabras, pues en los años que lo estuve visitando una vez a la semana, solo intercambiamos palabras dos veces (más allá de que me tomara la orden), La primera fue un día que yo decidí preguntarle sobre mi padre, le pregunté sobre lo que pensaba sobre él antes de todo, y no fue muy extensivo, simplemente me dijo, que era un buen hombre, que siempre pagaba la cuenta y nunca se iba hasta haberse comido su último taco y que siempre apreció su salsa.

La segunda vez que hablamos fue una semana antes de su muerte, Don Chepe ya se veía muy cansado, sus brazos ya no se movían como antes para cortar la carne, tenía mas arrugas en la cara que cara, y de la nada al momento de entregarme mis tacos me vio a los ojos y me dijo que tenía algo muy importante que darme, y me entregó una foto, donde salíamos Don Chepe, mi papá y yo en el puesto de siempre y me dijo algo que todavía no puedo quitarme de la cabeza.

—Hace mucho me preguntaste sobre que pensaba sobre tu padre muchacho, y ese señor es la mejor persona que yo pude conocer en toda mi existencia, en mi vida he conocido a alguien igual de amable, pero el antes no era tan optimista como tu lo llegaste a conocer, el se fue dando cuenta que necesitaba ser feliz, para que tu lo fueras, que su estado de animo afectaba fuertemente a las personas de su alrededor, y el se hizo una promesa, se prometió que siempre que pudiera sonreiría, para que pudiera contagiarte eso para toda la vida.

—Muchacho yo sé que extrañas a tu padre, yo también lo hago, todos los días simplemente espero su llamado diciéndome, Don Chepe deme solo uno más por favor, pero eso no es lo que te enseñó tu padre querido, y en tus ojos veo que a la vida la ves con decepción, muchacho soy solo un taquero, soy feliz pues admiro la belleza que es crear mis platos, los hago con entusiasmo y lo seguiré haciendo hasta que mis músculos decidan morir para siempre.

Sus palabras me calaron mucho, y por eso su repentina muerte me agarró de sorpresa, Don Chepe siempre fue un hombre sano y feliz, fue la simple edad quien se lo llevó, no como con mi padre, pero compartían esa característica, ambos se fueron felices.

Sazonar, asar, cocer, picar, servir, todos estos actos volvían a Don Chepe alguien alegre, pequeñas acciones de todos los días, ¿Es posible lograr esto cuando no tienes una rutina tan marcada?

Mi padre lo logró, el tenía una vida movida, y siempre estaba feliz por mí, si el se fue feliz ¿Por qué yo me mantengo triste? Me he dejado llevar demasiado por mis emociones negativas, y puse a mi propio padre en un plano de tonos obscuros y azules, donde toda la vida se veía distorsionada por una neblina que no me permitía observar la vida con los ojos que debes de tener para apreciarla, pero ahora mi padre se está moviendo a su lugar favorito de todo el mundo. En mi mente mi papá esta con Don Chepe, pidiéndole unos ricos tacos, poniéndole su salsa deliciosamente insípida y mirándome a lo lejos mientras logro recrear mi vida, para tenerla con entusiasmo.

La felicidad se encuentra donde menos la esperas y es aún más flexible que la tristeza pues cuando la dejas en libertad, está se mueve por todo el lugar y parece imposible de frenar, que maravillosa sensación se puede tener, cuando dejas a tu cuerpo frente a la merced de la alegría.

No sabía que Don Chepe tenía un hijo, parece que ahora el será el que se encargue del negocio familiar, me acerco a él para que me atienda justo como lo hacía su padre, y por primera vez me deslumbro con todo el proceso que es consumir unos tacos, el picar, la carne verla salpicar en el aceite, ver los cambios de colores que llega a tener, saborear todos los sabores combinados, grasa, sangre, maíz, y una salsa que podría definir como felicidad líquida.

Después de acabarme la ronda veo al taquero y le digo.

—Deme solo uno más.

𝒮𝒶𝓉𝓎𝒶 𝑀. 𝐿𝒶𝓇𝓈𝓈𝑜𝓃

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⏰ Última actualización: Nov 19, 2021 ⏰

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