2 PASAPORTE

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Todo parecía ser tal y como en las fotos, salvo algún ligero detalle, como la falta de cortinas en la bañera o de una televisión un poco más decente. Por lo demás no tenía queja. Su habitación aunque no era del todo grande, era especialmente encantadora. Las paredes blancas sin ni una mancha llamaban la atención de cualquiera y un enorme ventanal en frente del escritorio de madera inundaba de luz natural la habitación. La cama estaba envuelta en un adorable edredón rosa y el armario estaba dotado de un espejo en el que podría hacerse las mejores fotos.

- La verdad que está todo bastante bien, aunque igual habría que hacer algunas compras en el Ikea, porque nos faltan cositas que el casero no mencionó que faltarían. Será ratilla...

Ese era Matthew van den Berg , un chico holandés de 20 años, rubio y de enormes ojos grisáceos, de piel muy clarita y el rostro repleto de pecas. La verdad que era muy atractivo, aunque quizá un poco bajito. Tenía un estilo muy propio de él, ya que combinaba unos pantalones baggy de color camel de los cuales colgaba una cadena, con un jersey blanco apretado y unos tirantes. Un poco extravagante definitivamente a ojos de cualquiera, pero de alguna manera, ese chico sabía llevar ese conjunto.

Cecily resopló.

- Pues habrá que ir a Ikea entonces.

- He hecho una lista de lo que tenemos que comprar en un principio. Así nos lo quitamos del medio - dijo una voz femenina un poco áspera.

Se trataba de Tabitha Yilmaz, la chica turca de la que Cecily había hablado a Gabriel en el camino a casa. Su pelo marrón con reflejos caoba deslumbraban a cualquiera, con esos profundos ojos negros, sobre esa tez tan delicadamente morena. Llevaba el pelo recogido en una trenza, lo que dejaba ver todos sus pendientes en tonalidades doradas que adornaban sus dos orejas. Y era de apreciar que vestía de colores oscuros, con unos pantalones negros un poco desgastados y una ancha camiseta granate.

LISTA

Cortinas de ducha

Un puf (el sofá es pequeño)

Ropa de cama

Cojines (no hay)

Bayetas 

- ¿Bayetas? - preguntó Cecily sorprendida.

- Te sorprenderías. Matthew y yo hemos estado revisando ayer y están todas como usadas. Dan muchísimo asco.

- Está bien, pues mañana por la mañana iremos a comprar entonces.


La luz de una soleada mañana entrando con delicada sutileza por la ventana de su habitación, despertó a Cecily de su profundo sueño. No se lo podía creer, era su primera mañana en Budapest y aunque de momento no tuviese planes más interesantes que ir al Ikea, seguía siendo una gran aventura para ella encontrarse donde se encontraba.

Se dirigió a la cocina y vio que la puerta al balcón estaba abierta. Decidió asomarse y allí sentado en una de las sillas de cuestionable calidad se encontraba Matthew, fumando un cigarro para comenzar la mañana, mientras contemplaba la tranquilidad de la ciudad.

- ¿Qué hay? - preguntó él animado - Veo que ya has descubierto el glorioso balcón.

- Es una auténtica pasada.

La brisa de comienzo de mañana y el sol que recién reposaba sobre el clareado cielo, era algo de lo que verdaderamente disfrutar. Al ser comienzos de octubre el buen tiempo todavía se mantenía en la ciudad, aunque una sudadera a esas horas tampoco estaba de más. En esos momentos el móvil de Cecily vibró con fuerza. Era una llamada entrante de Gabriel.

- Te estoy viendo - dijo él nada más que ella descolgó.

- Pues como no estés en mi casa no veo como puede ser eso posible - respondió irónicamente.

- El balcón tonta.

Ella miró hacia abajo y Gabriel rio al otro lado de la línea.

- Eso sí que no me lo esperaba - dijo ella sonriente.

- Iba a ir a desayunar a un brunch que hay por aquí , que no tenemos nada en el piso, si te vistes rápido y te apetece... Puedes venir conmigo, ¿o ya has desayunado?

Cecily sonrió como una tonta.

- Ahora me visto.


Después de vestirse un vestido de flores, azul bebé y despedirse de sus compañeros diciendo que como muy tarde estaba de vuelta en dos horas para ir a comprar, abandonó el edificio corriendo y salió al encuentro de Gabriel, que casi parecía que había salido en pijama al ir vestido con ese chandal gris para nada moderno.

- Buenos días Cece.

- Buenos días Gabriel.


Habían ido a la terraza del Brunch que él había indicado, el Sárga Madár (pájaro amarillo en húngaro) una calle más alante y que resultaba un lugar encantador. Hacía esquina y mientras disfrutaban de sus zumos, sus cafés y sus tostadas, también disfrutaban de las magníficas vistas a la calle y a todas las personitas que pasaban por ahí esa mañana, bien para ir a trabajar, estudiar o cualquier otro asunto que les hubiera hecho madrugar.

- Y bueno - comenzó él dando un sorbo a su café - ¿Qué tal te ha ido con los compis? ¿Buen pie o qué?

- Estoy contenta. Tabitha parece una chica muy dulce, aunque es algo tímida y reservada, pero parece muy buena gente. Y luego está Matthew...

Gabriel la interrumpió.

- ¿El chico holandés?

Ella asintió.

- Se le ve muy extrovertido y realmente divertido, pero sobre todo extravagante. 

- ¿En qué sentido? - él levantó una ceja.

- Odio cuando haces eso - dijo ella riendo.

- ¿El qué?

- Eso con la ceja, como si estuvieras sospechando.

- Y yo odio cuando haces eso - añadió él, mientras ella le miraba extrañada - Cambiarme de tema.

Ambos rieron y Cecily que justo estaba bebiendo de su zumo de piña casi se atraganta.

Había algo en Gabriel que siempre había cautivado a Cecily, desde el momento en que le había conocido tres años atrás. Quizás era la profundidad de su mirada, en esos preciosos ojos ámbar o quizás la manera en la que levantaba la ceja, pero ese algo realmente llenaba la mente de Cecily de miles de fantasías que siempre había luchado por dejar de lado. Pero ahí, en frente de ella, desayunando en la abarrotada calle de Budapest, era totalmente imposible abandonar esos pensamientos y menos si seguía levantando la ceja como lo estaba haciendo ahora.

-¡Para! - dijo ella riendo.

- Es que me ha hecho gracia eso de que parece que sospecho. En plan, me han dicho que parezco tonto o que es como si tuviera un tic, pero nunca que estuviera sospechando.

Ella se rio y levantó la ceja.

- Fíjate, si ahora me llevo una mano a la barbilla y dijese "mm sospechoso..." me quedaría ideal y es por la ceja claramente.

Gabriel no pudo evitar dejar escapar una sonrisa de medio lado.


UN BESO EN EL DANUBIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora