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El pequeño niño pelinegro corría lo más rápido posible entre las oscuras y desoladas calles de Gimpo, cada cierto tiempo doblaba su cabeza hacia atrás con miedo para cerciorar si es que el hombre con media ceja lo estaba siguiendo. Su respiración estaba agitada, su garganta seca y, además de las incontables heridas que tenía en su cuerpo por culpa del mismo hombre que sin piedad lo realizo con la excusa de estar jugando.

Esos no son juegos

Arriesgándose de ser atrapado paro su corrida en medio de calle para tomar un poco de aire y regular su respiración. Podía sentir como la sangre de sus heridas corría por sus rodillas cuando sus manos se apoyaron en estas y nuevamente miro hacia atrás divisando si estaba ese hombre, con su pequeña vista lo visualizo unos metros más atrás y en sus manos tenía algo que lo dejo completamente descolocado.

No dudo ni dos segundos en seguir corriendo por su vida, entro en un callejón oscuro y sin saber que hacer se escondió entremedio de unos botes de basura, con sus manos un poco dañadas se tapó su boca para no soltar ningún sonido que lo pudiera delatar -como le había enseñado su padre-, junto a las lágrimas que caían por sus ojos. Escucho unos pasos de un intento de sigilo y el miedo estaba en cada rincón de su ser.

Era él

- ¿Dónde estás principito? -El hombre sentencio con su voz rasposa el sobrenombre con sarcasmo, mirando a todos lados tratando de encontrarlo y en su mano derecha tenía la pistola recargada al 100%, lista para disparar. -Vamos, sale de tu escondite. No te hare daño.

Mentira

El niño apretó más fuerte su mano sobre su boca, callando sus sollozos que estaban aumentando. Empezó a temblar y no era por el frio de la noche, sino porque los pasos de su agresor estaban cada vez más cerca y en desesperación busco con sus ojos algún objeto que le ayudara a defenderse, encontrándose solo sobras de comida y basura, nada le servía.

Estaba a punto de un colapso, siendo peor cuando escucho como el seguro de la pistola fue abierto.

Empezaría a disparar.

Cerro fuertemente sus ojos esperando el sonido que tanto ha escuchado en sus cortos 8 años de vida, pero nunca le ha gustado. Sin embargo, el sonido de un auto fue escuchado cada vez más cerca, siendo su salvación. El motor sonado fuerte, al igual que las ruedas contra el pavimento cuando se estaciono al frente del callejón fue mucho peor, asustándolo un poco. Decidió quedarse quieto como una estatua.

- ¿Lo encontraste? -El conductor grito arriba del auto hacia su socio.

El pequeño pelinegro abrió sus ojos al escuchar esa voz que sentía que conocía y nuevamente siguió los consejos de su padre, que un día le dijo que si le pasa algo siempre se tenía que esconder y grabar cada cosa que viera u oyera en su memoria como si fuera una cámara. Ahora era el momento de ocuparlo.

El hombre con el arma dio una última mirada a todo el callejón y posteriormente hablo. -No, el mocoso ese se sabe esconder. -Chasqueo la lengua y finalmente camino hacia el auto para subirse.

-Mejor vámonos de aquí, de igual forma le puede pasar algo aquí, se muere y más dinero para nosotros.

El sonido de la puerta siendo abierta y después cerrada fue lo que dejo más aliviano al pequeño niño, bueno solo un poco, ya que las palabras que dijeron no fueron muy agradables. Siguió en su plan de guardar información.

-A su papi querido no creo que le guste. - Unas risas malvadas resonaron por todo el callejón y sin esperar el auto arranco, dejando al pobre niño solo en medio de la noche y sin la posibilidad de recibir ayuda.

Hijo de un Mafioso~ MinLixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora