Capítulo 9

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Abro la puerta pero solo dejo una rajilla para que no entre. Estoy asustada, más que asustada alterada. ¿Qué hace aquí? ¿Cómo sabe dónde vivo? Entiendo que sepa donde vivo en Londres, porque puse mi dirección en mi currículum, pero no puse la dirección de mi casa en Madrid.

—No seas infantil Alison. Ya hemos tenido suficiente hoy —dice, poniendo sujetándose el puente de la nariz a la vez que niega con la cabeza.

Cierro la puerta de golpe y esta vez cierro con cerrojo. ¿Va de chulito? ¿Viene a decirme en mi propia casa que soy infantil y luego espera que le abra? Que algún vecino piadoso de los doscientos que somos le acoja. No le quiero ver en toda mi vida.

El timbre de mi casa vuelve a sonar y esta vez más insistente que antes. Sonrío ante una idea que se me viene a la cabeza. Casos desesperados requieren medidas desesperadas.

Voy hasta la caja de fusibles que está cerca de la puerta y bajo el fusible principal, consiguiendo que no haya ningún sonido ni tampoco luz en la casa. Total, me iba a dormir y no necesito ningún sonido ni luz para hacerlo.

Entro en mi habitación y logro hacerlo sin chocar contra nada gracias a la luz de mi móvil. Voy a meter en la cama cuando de repente se oyen golpes en la puerta, también gritos. Extrañada salgo de la habitación y con la luz de mi móvil camino hasta la caja de fusibles y subo el fusil principal.

Pego mi oído a la puerta y no solo está la voz de Ethan, sino otras que me resulta familiar y parece enfadada, perfecto, simplemente perfecto.

—¡Gilipollas! —grita mi vecino cuándo abro la puerta, parpadeo confundida—. ¡Tú no Alison! Me refiero a este hombre.

Sonrío enseñando los dientes, sin saber muy bien que hacer, agarro del brazo a Ethan con fuerza y tiro de él hasta meterle en el interior de mi casa, después cierro un poco la puerta para que mi vecino de setenta y muchos años no le vea ya que tiene muy mala leche.

—Cuanto tiempo Alison.

—Hola Antonio, es verdad que ha pasado tiempo —sonrío incomoda, por la situación en la que me encuentro.

—¿Estas mejor? —pregunta algo preocupado.

—Mucho mejor, gracias...

—¿Quién es ese gilipollas que es tan alborotador? A estas horas de la noche no se puede hacer ese ruido —pregunta frunciendo el ceño.

Sera las nueve y algo, pero imagino que él se acuesta pronto.

—Un amigo —noto como Ethan está intentando salir pero le estoy metiendo hacia dentro—. Le prometo que no le molestara más y que descanse.

—De acuerdo... —acepta poco convencido—. Me alegro de haberte visto después de tanto tiempo.

—Yo también.

Antonio se mete en su casa no sin antes despedirse de mí y yo me meto en la mía y en cuanto lo hago y veo a Ethan le doy un puñetazo en el hombro. Él hace una mueca de dolor y también suelta un quejido lastimero.

—¿Qué haces aquí pedazo de gilipollas? —digo en español.

—Vosotros los españoles llamáis con mucha facilidad gilipollas a las personas —él responde en inglés.

—No lo hacemos, pero a personas como a ti no sale con mucha facilidad —explico seria, de vuelta hablo en inglés. Al final mi cabeza no sabrá en que idioma habla—. ¿Qué haces aquí?

Ethan mira mi casa ignorándome, la observa atentamente y luego se gira a verme con una sonrisa satisfactoria. Me cruzo de brazos a la defensiva.

—Es grande tu casa —dice—. Y esta como me lo esperaba —agarra una revista que hay en el suelo y lo deja en la mesa—. Tú no cambias.

Escapando del amor [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora