Capítulo 5

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Capítulo 5, Perceus Jackson. 

"¿Me llamo maestro?" 

Dijo el rubio en un tono respetuoso hacia su dios patrón. Alzando la mirada de su papeleo, al ver al hijo de Atenea Hades sonrió levemente. 

"Lo hice Boruto, supongo que ya te das una idea del porqué estás aquí..." 

Dijo el dios de los muertos mientras entrelaza sus dedos. 

"Mi próxima misión." 

Dijo el rubio sin ningún rastro de duda haciendo que Hades asintiera en confirmación. 

"Eso es correcto, el hijo de Poseidon ha sido reclamado ayer en la captura de la bandera." 

"Tu misión principal es hacer todo lo que esté en tu poder para recuperar mi yelmo, aun así mantén tus ojos en ese mocoso, puede que tal vez no sea el ladrón pero algo tiene que ver en esto y de eso estoy seguro..." 

"En el caso de que lo sea, será tu deber liquidarlo y traer su alma ante mis pies." 

Dijo Hades en un tono de comando, sin inmutarse ni un poco Boruto asintió ante sus nuevas órdenes.
Recuperar el yelmo de la oscuridad, vigilar al hijo de poseidón y matarlo si es el ladrón. 

"Bien, partiré en breve para cumplir con mis objetivos." 

Dijo el hijo de Atenea haciendo que el dios asintió afirmativamente. 

"Excelente, ya puedes irte. Cualquier novedad no dudes en contactarme." 

Dijo el señor de los muertos, ante esta aclaración el rubio asintió pues tenía pensado hacerlo de todas formas. 

En un Shunshin de viento el joven hombre desapareció de la sala sin dejar rastro de su presencia. Segundos más tarde volvió a aparecer en su taller de forjador y para su sorpresa Melinoe estaba ahí con su látigo y espada en sus manos. 

"¿Melinoe? ¿Y tus dominios?" 

Pregunto el rubio, se suponía que a estas horas su novia estaba ocupada y no podría despedirlo. 

"No pasara nada si me ausentara de mis deberes por cinco minutos. Simplemente quería despedirse, Rubio gruñon." 

Dijo la diosa con una sonrisa de lado mientras le entregaba sus armas al semidios. Asintiendo Boruto sello ambos en sus muñecas y volvió centrar su mirada en la diosa de los fantasmas. 

En sus manos ella tenía su daga de forjardor, un arma que usó en sus etapas tempranas para potenciar sus habilidades mágicas en el arte de crear criaturas de la noche a partir de materia muerta. 

"¿Para que me das esto? Sabes que ya no la necesito..." 

Dijo el rubio sin entender el porqué Melinoe quisiera que llevara. Pronto y por su falta de delicadeza el semidios recibió un gran golpe en su hombro. 

"¿Era eso necesario?" 

Dijo el rubio mientras frotaba su hombro. 

"Solo tomala, acuérdate que fui yo quien te regalo esta daga. Me sentiría mejor si la llevaras contigo." 

Dijo la diosa con una sonrisa de lado, sabía que era algo cursi pero con algo de duda y con una ceja alzada, el rubio sello la daga junto con sus otras armas. 

"¿Contenta?" 

Dijo el hijo de Atenea a lo que que la diosa simplemente asintió e hizo que el uzumaki se agachó un poco para darle un amoroso beso de despedida en sus labios. 

El frío hijo de AteneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora