𝟐

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—Le ofreciste el puesto de Pepper ¿Qué harás con ella entonces?

Preguntó la pelirroja cuando ya estaban dirigiéndose al edificio. El castaño tomo una bocanada de aire desinteresado.

—No sé, haz lo que quieras con ella, mátala si así lo prefieres no me importa, aquí no me sirve para nada.

—Está bien—sonrió maliciosa la Alfa, había pasado algo de tiempo desde que se divirtió con alguien, y la pobre pelinaranja compensaría ese tiempo sin acción.



La semana paso con rapidez hasta llegar el lunes. Sarah se vistió con la ropa más decente que encontró en su armario, así como Steve. El niño quería verse bonito, no podía ir con Tony y verse feo, no señor. Peino su rubio cabello de lado y sonrió al espejo.

—Listo—musitó satisfecho con su trabajo. Dio una vuelta detallando que su ropa no tuviera arrugas o estuviera estropeado.

—¡Steve ya es hora!—llamo la mujer desde abajo.

—¡Enseguida bajo mamá!—se vio de nuevo. Aunque fuera inusual anhelaba verse bien para el Alfa. Ese solo pensamiento lo hizo sonrojar.

—¡Hijo se nos hace tarde!

—¡V–Voy!



Cogió la mano de su madre Omega mientras contemplaba con los ojos luminosos la torre. Todo ese lugar era espectacular, nunca estuvo en un sitio tan bonito como lo era el edificio de Industrias Stark. Tan grande y elegante, es como en los cuentos, casi todo era de cristal. El suelo, el techo, las paredes...

—Wow—masculló una vez más.

Los empleados les veían raro, y eso lo hizo sentir incómodo, apretó la mano de su mamá nervioso.

—Tranquilo cariño—miro a su cachorro y le sonrió maternal. Asintió y continuaron su andar hasta el ascensor privado del señor Tony.

—Lo lamento pero no pueden ingresar—un guardia beta les impidió el paso.

—Si es que, tengo que hablar con el señor Stark, él personalmente me pidió venir.

—¿Tiene algún carnet de identificación que respalde lo que dice?

—N—No.

—Entonces no la puedo dejar pasar.

—Pero—iba a refutar su decisión cuando sintió la mano de alguien, giro preocupada encontrándose con la mujer de cabello rojo que también estuvo en su casa.—Natasha...

—Sam—hablo al hombre.—Déjalos.

El moreno asintió apartándose, juntos entraron al ascensor marcando el último piso donde estaba Tony.

—Muchas gracias señorita—agradeció la mujer.

—Dígame Natasha, y no hay problema. Hola Steve—se colocó de cuclillas frente al rubio acariciando su mejilla.

—Hola señora Natasha—sonrió cediendo al toque. La mano de esa mujer también se le hacía muy familiar, y era cálida.

La Alfa curvo sus labios en una sonrisa nostálgica, también lo había extrañado tanto como su jefe. Metió la mano en uno de sus bolsillos y saco una pequeña paleta.

—Aquí tienes.

—¿Para mí?

—¿Ves algún otro Steve por aquí?

Negó apenado tomando el dulce.

—Gracias.

Un pitido indicó la llegada a la oficina. Se levantó y abriéndose las puertas salió junto a Steve y Sarah.

—Si casi todo está listo, no hay problema—el castaño se encontraba hablando por teléfono cuando diviso a sus visitantes.—Tengo que dejarlo, si, si, no se preocupe, adiós—y corto.—¡Sarah, Steve!

—Señor Sta... joven Tony ¿Cómo ha estado? vine como lo prometí—saludo corrigiendo su error al instante.

Steve le miro y solo sonrió saludando con su mano. Se le hacía tan tierno, y se veía muy lindo con la ropa y el peinado que traía.

Si no fuera ilegal  pensó.

—Por supuesto, he estado de maravilla, ahora siéntese, le diré lo que debe hacer y los términos, después de todo comenzará hoy mismo. Natasha querida ¿Terminaste?

—Así es, ahora me retiro, debo hablar con otra persona, adiós señora Rogers, adiós Stevie—se despidió marchándose a su oficina privada.

—Adiós.



—Eso es todo—finalizó la plática con la rubia.

—Okey, empezaré ahora mismo, Steve pórtate bien y no le ocasiones problemas al jefe—levantándose fue hasta el niño en el mueble y beso la mejilla de su cachorro.

—Está bien mamá.

La Omega se retiró dejándolos solos. Steve nervioso por la presencia del mayor quito el plástico que cubría la paleta y comenzó a lamerla. Tony desde su escritorio carraspeo incómodo por sus pensamientos poco sanos, Steve ahora era un niño, ya no era aquel hombre que sabía cómo satisfacerlo en la cama, aún no lo seria. Parecía que la corbata lo estaba asfixiando así que la aflojó un poco.

—Y dime Stevie, ¿Quién era ese niño del otro día? No te lo pregunté.

—Hmm Brock Rumlow, cada vez que ganó algo de dinero vendiendo el diario él me lo quita, dice que le debo pagar por ser Omega y estar en el esquina donde trabajo, esa vez no lo hice porque ya no teníamos comida. Nunca está solo, y Bucky, mi amigo ya no está.

Ese mocoso malnacido

—¿Bucky?—preguntó curioso. De solo recordar al mapache sonrió.

—James Barnes, se fue con su familia a otro lugar—de pronto la estancia se llenó de un olor a tristeza y nostalgia.—Lo extraño mucho—sorbió y se seco la lágrima traidora.

—Oh cariño ven aquí, ven.

Sin quejas y como si fuera jalado, obedeció yendo con el Alfa. Lo cargo sentándolo en su regazo y procedió a acariciar sus doradas hebras, soltó un poco de su aroma para calmarlo y espantar la tristeza. Steve hipo y abrazo al Alfa hundiendo su rostro en el cuello de este, oliendo el café y el chocolate.

—Todo estará bien—beso su coronilla. Se sentía tan feliz que podía perdonar al hechicero.

Una respiración suave y calmada delató su estado de ensoñación. Steve se quedó rápidamente dormido en sus brazos.



Gritos y sangre en el lugar, era todo lo que veía o escuchaba. Era un panorama desolador.

—Tenga un lindo viaje Capitán.

—¡Tony Tony, Alfa!

—¡Hydra, Steve no!

Trato de alcanzar la mano contraria pero no pudo sostenerla. Fue tragado por una inmensidad negra y lo último que oyó fue un aullido desgarrador y de agonía.

—¡STEVE!

—¡TONY!—su lobo se removió inquieto y angustiado. Comenzó a sollozar y a buscar refugio en los brazos que lo sostenían.

—Steve, Steve ¿Qué pasa?—preocupado lo arrullo, su delicioso olor a fresas y a la pólvora, fue cambiado por fresas podridas y la pólvora picaba en sus fosas nasales.—Estoy aquí amor, estoy aquí.

—No me dejes, no me dejes, Tony no me dejes...

𝐄𝐥 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚 𝐝𝐞 𝐒𝐈𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora