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Narrador omnisciente

Una gran luz se asomaba por el gran ventanal del ojiazul entrando de lleno en la habitación, pegando directamente en los ojos de un pelinegro que gruñó levemente al ser despertado.

Visualizo la habitación ya conocida en la que estaba, recordando vagamente lo sucedido la noche anterior.

Volteó su cabeza hacia su hombro viendo a un rubio abrazado a él, durmiendo más cómodo que nunca.

Baji solo sonrió, quería que todas sus mañanas fuesen así, quería ver al amor de su vida abrazado a su pecho profundamente dormido y con una leve sonrisa en la cara todos los días.

Se quedo observándole atentamente por lo menos por cinco minutos mientras le acariciaba el pelo, hasta que Chifuyu comenzó a mover su cabeza levemente y a abrir lentamente los ojos.

Lo primero que vio fue el fornido pecho y abdomen de su novio, haciendo que un gran rubor se posase sobre sus mejillas y orejas.

Subio la cabeza adormilado y todavía sonrojado.

Vio aquellos ojos miel que tanto le maravillaban mirándole directamente con una expresion tierna que solo se posaba en la cara del pelinegro cuando lo miraba a él.

Baji se acercó y lo besó lentamente.

-Buenos días bebé- dijo al separarse del más pequeño.

Chifuyu agarro su cara y empezó a acariciar su mejilla.

-Buenos días- respondio, sonriéndole tiernamente.

Baji agarro su cintura y lo abrazo, dejando besos por toda su cara y cabeza, estaba realmente feliz.

Chifuyu reía de esa forma que solo enamoraba más al pelinegro, abrazando su cuello.

-¿vamos a desayunar?- sugirió baji, cuando dejó de besarlo.

Chifuyu asintio con una sonrisa y dejó unos últimos tres besos en su mejilla, levantándose de la cama y yendo a buscar los pantalones de baji para dárselos.

Se dirigieron los dos a la cocina, buscando algo que comer por los cajones, pero no encontraron nada, la madre de chifuyu estaba fuera por un viaje de trabajo y el rubio solo pedía comida a domicilio o compraba cosas para calentar en el microondas.

Baji no se dio por vencido y siguió buscando algo de comer en un armario que había al lado de la nevera, cuando de repente sintió como unos brazos rodeaban su abdomen.

Volteo levemente la cabeza con una sonrisa, viendo a su novio con la cara escondida en su espalda.

Giro su cuerpo para apoyarse en el armario y abrazar también al más bajo.

Volvió a cargarlo y lo sentó en la encimera.

Se posicionó entre las piernas de chifuyu y apoyó sus manos sobre el mueble, alrededor del rubio.

No se besaban ni se tocaban, tampoco se hablaban, solo se miraban a los ojos con esas expresiones que solo podían poner cuando estaban ellos solos, aquellas que valían más que mil palabras.

Disfrutaban de ese silencio y de ese pequeño duelo de miradas, tan intenso y romántico que de repente dejaron de estar relacionados con su entorno para solo estar centrados el uno en el otro.

Baji visualizó bien a su novio, su cuerpo delicado que podía romperse con solo mirarlo, su carita con esa permanente sonrisa que podía alegrarle el día incluso al más desgraciado vagabundo, sus enormes ojos azules que le transmitían una paz y confianza inigualable y su cabello, que estaba totalmente acorde con su personalidad, tan bueno como si fuese un ángel.

Nuestra otra vida (baji x chifuyu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora