Ch 3. Álgebra

32 3 0
                                    

Narra Tsubasa.

La clase terminó, y prácticamente toda la clase huyó despavorida del aula. Quedábamos solo 7 de los 30 aproximadamente que solíamos ser, y miré confundido al profesor, que ya se iba.

-Álgebra -me respondió, y todo se aclaró de repente. El miedo a las matemáticas era obvio, y no infundado, el grueso de mis compañeros habrían elegido una optativa para quitarse esta de en medio. Digamos que correr como un pollo sin cabeza ante un problema de lógica no era mi estilo. Me sonreí con autosuficiencia, y aprovechando que toda mi fila estaba desierta, me coloqué hacia adelante. Ciencias, esto era lo mío. Era de esas personas que veía más interesante un teorema matemático o una teoría evolutiva que un poema o un cuadro impresionista. "Si quisiera estudiar esto, no estaría en Ciencias", farfullé al comprobar que precisamente Arte era la hora siguiente a la presente. Con resignación, me senté, y oí levantarse a alguien más a mi derecha, quien se colocó a mi lado.

-Vincent Delacroix -me tendió la mano el chico de la mirada de antes, ante mi sorpresa-. ¿Tú no huyes de Álgebra?

-¿Bromeas? Me encanta esta clase, no sé cómo otros pueden hacerlo -"Calma, que vas a espantarlo", pensé. Era muy entusiasta con mis aficiones, y más cuando estaba nervioso. Y lo estaba al presentárseme el chico de antes sin previo aviso, lo estaba sin motivo alguno-. Ito Tsubasa -Me presenté, haciendo lo propio y estrechando su cálida mano.

-¿Te importa? -Me preguntó cogiendo la silla del pupitre contiguo al mío, haciendo ademán de sentarse. "Por favor", le respondí, y posó los libros en la mesa, sentándose tras eso a mi lado -. Me gustan tus ojos -espetó mirándolos, sin venir a cuento. Me sonrojé, no solían hacerme cumplidos, y mucho menos tan espontáneamente.

-Gracias... N- ¿No habías visto nunca unos ojos así? -Pregunté, sin saber muy bien cómo continuar la conversación, sin querer parecer borde y ganarme esa fama que instantáneamente adquiría en todos los sitios en los que abría la boca.

-Nunca -dijo, y siguió mirando embelesado a mis pupilas. Me estaba poniendo nervioso, ni que tuviese ocho ojos. Pareció darse cuenta de esto, y apartó la mirada con discreción. Sacó otro estuche y un bloc de dibujo, y pasó las hojas de este con rapidez. No pude resistirme a mirar qué clase de dibujos plasmaba mi compañero.

-Paisajes -susurré, al contemplar las verdaderas obras de arte que el chico llamado Vincent había pintado. Noté que me había oído, y me disculpé-. Perdona, no pude evitar mirar... Dibujas realmente bien, Delacroix.

El aludido se detuvo en una página casi en blanco, en la cual estaba esbozado un acantilado. Buscó un carboncillo y comenzó a perfilar el horizonte.

-¿De día o de noche? -Me preguntó, enseñándome el dibujo. ¿Acaso no se guiaba por una fotografía? Ese chico era un artista nato.

-Noche -contesté sin dudarlo-. Es más romántico -¿¡Qué mierdas acababa de decir!? Era un paisaje, no un retrato de dos enamorados. No lograba tranquilizarme, tenía miedo a meter la pata con la primera persona a la que conocía; y lo estaba haciendo aún más. ¿Por qué estaba tan nervioso?

Me miró, sorprendido pero sonriente. Parecía amable, después de todo. "Noche", apuntó en la esquina superior izquierda del cuadro. Al oír pasos, guardó el bloc y el estuche de dibujo, no sin antes sacar un carboncillo y colocarlo en mi estuche.

-Noche será -sonrió afable deslizando el objeto junto con el resto de mis bolígrafos-. Y gracias -me miró una vez más a los ojos, y me guiñó uno de los suyos. Noté cómo se me enrojecían las mejillas, y logré farfullar un torpe "A ti".

La profesora irrumpió en clase con prisa, puesto que llegaba tarde, y pronto entendí el sobrenombre por el que que había oído antes a los pocos compañeros de clase que quedaban llamarla. Y también comprendía la huida masiva de su clase. Desde luego, "La Nazi de las Integrales" le hacía justicia totalmente. Gasté 4 folios en poco más de media hora, jamás vi clase tan compleja. "Esto promete", me dije al contemplar a la mujer que impartía clase, y sin quererlo Delacroix pasó por mi mente al pensar esas dos palabras.

-Ay, Dios -suspiré por la complejidad de la clase, aunque algo dentro de mí sabía que no iba a ser lo más difícil con lo que tendría que lidiar allí.

Después de clase [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora