Ch 8. Nada de nada

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Narra Tsubasa.

Llamada a Vincent Delacroix

-¿Sí? ¿Ito? -Respondió una voz somnolienta, seguramente Delacroix estuviese durmiendo para recuperarse.

-Oh, ¿te desperté? Lo siento, debí mensajearte antes, Delacroix, solo quería saber cómo estabas -contesté, amable.

-No, está bien, tenía que despertarme de todos modos -le restó importancia al instante-. Pues bien, mejor; me tomé la temperatura hace una hora y no tengo fiebre; además ya no me duele la cabeza. Tenía migrañas -explicó. Dios, qué horrible compañero era, no le había preguntado qué padecía exactamente.

-Ya veo... Bueno, ¡me alegro! Si no me contagias, puedo pasarme a verte -solté sin pensar, y tras decirlo caí en la cuenta de lo extraño que había sonado-... Me refiero, para pasarte las cosas de clase y... En mi cabeza sonaba menos a acosador, perdona -reí, siendo tan inapropiado como siempre.

-¡Vaya! No, no. Está bien, Tsub... Ito -dijo, entre risas-. ¿Realmente quieres venir? Que no sea por compromiso, mañana ya estaré allí, en un día mucho no puedo perderme.

-¡No, no me molesta! Además, tengo la sensación de que eres de los que se sobreesfuerzan, así, si veo que sigues mal te obligaré a quedarte en casa, ¿vale? -Dios. Qué extraño era todo con Delacroix, pero en cierto modo estaba bien, pensé mientras sonreía, teniendo la intuición de que al otro lado de la línea mi compañero hacía lo mismo.

-¡A sus órdenes! Te digo mi dirección, entonces...

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Vestido como por la mañana, me encaminé hacia la dirección que Delacroix me había dado, siempre con mi música puesta. Me iba a acabar quedando sordo, todos me lo decían. Habría merecido la pena por esos momentos melómanos.

Llegué antes de lo que había pensado, y piqué al timbre. Una voz de niña me contestó, y me abrió la puerta. Tras subir, entré con timidez por la puerta entreabierta de casa de Delacroix, saludando.

-Buenas tardes -me recibió una pizpireta niña con dos trenzas, que al verme más de cerca bajó la cabeza-. ¿Tú eres Tsubasa? Jo, creía que mi hermano se había echado novia de una vez...

Reí, algo incómodo, por cortesía. No me agradaban los niños. No me agradaban nada. Nada de nada.

-Vaya... Tú debes de ser la pequeña de los Delacroix -sonreí ante la cara de casi desprecio de la niña, no podía empezar con tan mal pie-. ¿Tu hermano? -Pregunté, y me señaló su habitación, hacia la cual me encaminé. En la puerta, piqué, sin respuesta, y tras unos segundos decidí entrar.

La luz estaba apagada, solo la tenue luz de una lamparita de noche iluminaba el cuarto; y Delacroix dormía sobre la cama, apoyada su cabeza sobre un cojín rojo y con ropa de calle puesta. Debió de dormirse esperándome, pensé. Pobre, no quería despertarle. Cerré la puerta tras de mí y me senté sobre la cama, junto a él. Tenía un punto muy mono dormido, para ser sincero. Le acaricié la mejilla y le dejé dormir, mirándole bajo la suave luz con la que su lamparita de noche proveía la habitación.

Había sitio a su lado, así que me apoyé para esperar a que se despertase y no despertarle, frente a él. Yo tampoco había dormido mucho, y mis ojos se acabaron cerrando, quedando dormido con él.

Después de clase [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora