Después de clase [Yaoi/Gay]

Ch 12. Nada

Para mi tranquilidad, después de los caóticos y frenéticos tres primeros días, las cosas se habían calmado con los chicos del Instituto. Hacía unas semanas que quedaba con Loretto, pero no había vuelto a ocurrir nada, ni siquiera un beso. Lo achaqué a que no había surgido la ocasión, ya que por él no creo que hubiese quedado.

Y por mí tampoco. Estaba empezando a conocer más a "Mr Broggi", como se llamó a sí mismo la primera -y última- vez que logró uno de los trucos de cartas más complejos que había intentado. Era algo presuntuoso, pero le mantenía en vereda. Me gustaba cómo era Loretto. Dejémonos de rodeos; me gustaba Loretto.

No tenía ninguna intención de declararme, ni muchísimo menos: las cosas estaban bien, era mi amigo y tenía algo bonito con él sin llegar a ser una relación.

Y tenía miedo de su respuesta.

Las cosas se habían enfriado en cierto modo desde que nos habíamos conocido, y no sabía realmente qué pensaría él sobre nosotros.

Dejé de pensar en el tema cuando él paró la moto en nuestro lugar. Sentía que era nuestro lugar; puede que viniese con más gente, o con más frecuencia que cuando venía conmigo; pero eso no quitaba el hecho de que allí le había besado, y allí quedábamos desde hace un tiempo.

Dios, hasta teníamos un lugar. ¿Debía decirle algo? Más vale pájaro en mano que ciento volando, cierto; pero podía salir bien. Me sentí algo cobarde cuando simplemente me apoyé en su hombro y me callé.

-Un mes ya, ¿eh? -Movió el hombro suavemente, y sonrió, mirándome.

-¿Un mes? -Pregunté, sin saber a qué se refería.

-Hace un mes que vinimos por primera vez aquí, Tsubasa. Hoy hace exactamente un mes -dijo, sin más, pero con un matiz cálido en la voz.

-No... No lo sabía... ¿Por qué te acuerdas tan bien? -Inquerí, nervioso.

-¿Cómo no iba a acordarme? Hace un mes... Pasó eso -sonrió casi inadvertiblemente.

-Loretto... ¿Qué somos? -Pregunté, mientras miraba al horizonte. Me había sido imposible contenerme y no preguntarle eso; ni siquiera pensaba hacerlo así de decidirme a ello, pero la suerte ya estaba echada.

-Nada -respondió, sin pensar. Lo tenía muy claro.

-¿... Nada? -No podía creerlo. ¿Ni siquiera había dudado?

-Amigos -concluyó, simple.

-... Ya veo. Perdona, ha sido una estupidez de pregunta... -Comencé, sintiéndome un idiota integral por creer en castillos en el aire.

-La pregunta en sí lo ha sido -reconoció-. Pero si has preguntado, habrás tenido una razón...

-Sí, pero... Da igual, supongo. Como dijiste, nada -repuse, en cierta manera dolido.

-Yo no he dicho que esté conforme con qué somos, Tsubasa. Solo he dicho qué somos -continuó, tranquilo.

-¡! Loretto... ¿No lo estás? -Dije, confundido.

-Tú has preguntado qué somos, y yo he respondido. Te toca, ¿no crees? -Me acarició el pelo con suavidad, el tinte blanco ya se difuminaba.

Titubeé. La pregunta era simple, y sabía la respuesta. Pero no era tan sencillo declararse. Cogí aire.

-No. No lo estoy, Loretto. Y creo que tú tampoco. ¿Me equivoco? -Pregunté, firme.

Tras oírme, me miró con una mal disimulada sonrisa, me cogió de la barbilla y me besó. Me sorprendí, pero no opuse resistencia alguna. Las cartas estaban sobre la mesa.

Al acabar y separarse de mí, bajó la mirada y, sonriendo, se sonrojó.

-N-No me esperaba... Loretto, yo... -Comencé.

-No, Tsuba, déjame decirte... El día que te vi entrar en el club, no sé qué me ocurrió... Supongo que vi algo en ti que en muy poca gente se ve. Pero eso que vi no era más que una ínfima parte de lo que este mes he descubierto que eres. Y eso que he descubierto me gusta. Me gustas, Tsubasa. Podemos... Intentarlo, ¿no crees? -concluyó, sonriendo con timidez y tendiéndome la mano. Sin pensarlo, le di la mía, y le besé.

-Me gustas, Loretto -sonreí, entrelazando mis dedos con los suyos. Había merecido la pena, sin duda.