Ch 7. Qué

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-N... No... No te ha salido el truco, Broggi... -Tartamudeé, al verle aún más cerca, ¿por qué? No pensaba con claridad.

-¿Eso crees? He conseguido lo que quería -susurró mucho más cerca de mí, ya sin la carta de por medio.

-Y... ¿Qué querías? -Estaba viéndole venir, pero no pude, ¿o no quise?, apartarme. Estaba paralizado, en shock.

-A ti -suspiró, y besó mi boca entreabierta.

Narra Tsubasa.

Cuando quise darme cuenta, sus labios estaban contra los míos, y besaba mi boca con delicadeza. Confuso, no supe cómo reaccionar, y por un instante le seguí, hasta que mi cuerpo respondió y logré apartarme. Respiraba con dificultad, nervioso y ¿excitado? por lo repentino del momento.

-Q... Q... ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué...? -Acerté a preguntar, confuso-. ¿A santo de qué acabas de... Hacer eso? ¡No puedes coger y besar a cualquiera así como así!

-Quería -respondió, vagamente. ¿Quería? Dios. Iba a matarlo.- Aunque tampoco me has parado, ¿sabes?

-¡Ncht! Yo... Nunca me había besado un chico, yo... ¡No supe cómo reaccionar! -Me sonrojé como un estúpido, algo enfadado conmigo mismo por no ser capaz de reaccionar ante situaciones así.

-Bueno, hombre. Ni que hubiese sido tu primer beso -respondió, extrañado de que le diera tanta importancia. Me sonrojé aún más, y bajé la cabeza. ¡Pues sí lo era, idiota presuntuoso! Agh. Al verme así, abrió los ojos como platos, atónito-... ¿Era...? ¿Era tu primer beso, Tsubasa? -Preguntó, toda su bravuconería se había esfumado de pronto.

-¿¡Y qué si lo era!? Sí... ¿Contento? -Me crucé de brazos, la situación era totalmente surrealista.

-No... No tenía ni idea, Tsubasa... Vamos, no lo habría hecho si... Lo sient-

-Déjalo estar -le corté, nervioso. Esto era muy incómodo.

-No, no lo dejo estar -insistió, para mi sorpresa-. El primer beso ha de ser especial, Tsubasa. Y ahora que yo he sido tu primero, me toca hacer que guardes buen recuerdo de él, ¿no? -me dio un toque cariñoso en la nariz, y no pude sino enrojecer aún más. Agh, me odiaba a mí mismo en esos momentos.- ¿Mañana aquí a la misma hora? ¿O eres de esos que te besan y luego te olvidan? -Tuvo la poca decencia de preguntar, fingiendo melodrama con una pícara sonrisa.

-¡En primer lugar, me has besado tú! -Contesté algo molesto.- Y no sé muy bien qué crees, pero siento decirte que no estoy interesado en ninguna relación ahora mismo. Y los chicos no me gustan, Loretto -sentí que me mentía a mí mismo al decir eso último; lo achaqué a los nervios.

-Bueno, eso hay que matizarlo, ¿huh? Te has dejado besar por un chico, y lo de las relaciones... Déjame intentar que cambies de opinión -me lanzó una ficha, además de la metafórica: la que tenía en su bolsillo izquierdo, la cual cogí al vuelo. Sonó el timbre, podía irme ya sin ningún compromiso-. ¿Un último beso de despedida? -Me preguntó, osado y con una sonrisa en los labios.

-¡Estarás de broma! -Exclamé, y cogí mi mochila. Le iba a devolver la ficha de póker, pero no me la aceptó.

-Para que te acuerdes de mí -sacó la lengua, travieso y burlón. Y un tanto gilipollas, pensé.

-G-Gracias -murmuré para mí, pero me oyó.

-¡Ven mañana y deuda saldada! -Me pidió de la que me iba por la puerta del aula.

Cerré la puerta tras de mí, y suspiré, calmándome. Tenía que pensar muchas cosas. ¿O no tantas? Un chico me había besado, eso era todo. Y no significaba que fuese homosexual ni nada de eso. Me emocioné con mi primer beso, eso es todo. No era homófobo ni nada por el estilo -había emparejado a dos chicos conocidos míos hacía más bien poco-, pero yo no era homosexual.

¿Verdad?

No, no lo era.

De pronto, recordé a Delacroix. Mientras salía del Instituto, busqué su número en la agenda, pero decidí llamarle una vez en casa.

Para no darle más vueltas al "asunto Broggi", me puse los cascos y con ellos la música -muy alta- de vuelta a casa. Una vez allí, comí sin mucha gana y me puse con la tarea del día. Aún era poca, pero prefería no retrasarme y liquidarla cuanto antes.

Cuando me quise dar cuenta, estaba de nuevo con la música puesta, cantando por la habitación. "Hoy estoy descentrado", pensé, y recordé el beso de Loretto hacía apenas un par de horas. Me senté en la cama, apoyado contra la pared, y saqué la ficha que este me dio del bolsillo. Comencé a moverla entre mis dedos, mientras pensaba en si iría el día siguiente a su Club. Decidí no ir por las más que obvias razones, además, no quería darle falsas esperanzas al chico.

Aunque una parte dentro de mí sabía que acabaría yendo. No podía darle plantón así, aunque ni me hubiese consultado si quería ir con él.

Fuera como fuese, mañana vería. Cogí el teléfono móvil de la mesa y llamé a Delacroix.

Después de clase [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora