Ch 10. Magia negra

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Tras -esta vez sí- despertarme a tiempo, prepararme y correr hacia clase, llegué puntual a primera hora. Sonreí al ver que Vincent estaba allí, guardándome un sitio a su lado, sonriente.

Era increíble, casi inexplicable, cómo conociéndonos tan poco nunca nos quedábamos en un silencio incómodo. Coincidíamos en muchas cosas, y podíamos debatir sin enfadarnos tantas otras. Era realmente agradable estar con él, así que también pasamos el recreo juntos.

Entre clase y clase saludaba a Wendy, no es como si porque hubiese vuelto Vincent no quisiera ser su amigo. No tardé en darme cuenta de que no parecían llevarse muy bien entre ellos. No obstante, no quise preguntar, no me gustaba ser entrometido.

Al acabar sexta hora, ya recogiendo, el chico de cabellos platino me esperó a la salida.

-¿Te acompaño a casa? Hoy no tengo prisa, Ito -seguía llamándome por el apellido, dado que yo solía hacer lo mismo. Era mono que tuviese gestos como ese, me sonrojé como un idiota.

-Me encantaría, pero... No puedo hoy, Delacroix -decliné su invitación con algo de pena-. Pronto, hoy... Tengo asuntos que atender -fingí misterio, y ambos reímos.

-Como quieras... ¡Hablamos de tarde! -Se despidió, tan sonriente como siempre, e hice lo propio.

Sin saber muy bien el motivo, subí hasta el piso de los clubs, y me encaminé hacia el final del pasillo. Cada paso que daba me hacía sentir culpable, pero la idea de irme era peor aún. Entre la espada y la pared, pensé. Sentía como si engañase a Delacroix. Irreal, como si Delacroix me gustase.

...

¡Idioteces! Pero vamos, como si pensase en algo con Loretto.

...

Sabía cuándo me mentía a mí mismo, y no quise pensar sobre si lo acababa de hacer. El tiempo diría.

Al llegar a la altura del Club de Magia, Loretto Broggi me esperaba con una chaqueta de cuero negro y unos pitillos del mismo color, todo rematado por su colgante ambarino, exacto a sus ojos.

-Caramba, qué arreglado -solté sin pensar nada más verle.

-No esperabas que viniese a nuestra primera cita con cualquier harapo, ¿verdad? -Dijo rápido, escudriñándome con la mirada.

-En primer lugar, ¡esto no es una cita! -Espeté, más alto de lo que me hubiera gustado. Ya empezaba otra vez.

-Bueno, yo quise quedar contigo y tú accediste, así que... Técnicamente lo es -sonrió, pretendiendo mostrar inocencia. Agh, quería besarle. Mierda, pegarle. ¡Pegarle! Sacudí la cabeza, aún recordaba lo del día anterior, no sabía muy bien por dónde iba a saltar esta vez -. Bueno, ¿nos vamos?

-¿A dónde? -Quise saber, pero colocó su índice sobre mis labios, callándome. "Déjate llevar" me susurró al oído de la que se encaminaba hacia las escaleras, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Opté por seguirle.

En el primer piso, se paró frente a una taquilla, debía ser la suya. Al abrirla, vi que en la puerta tenía un Siete de Picas.

-¡Siete de Picas...! -Exclamé, al recordar que era mi carta ayer.

-Yo nunca fallo, Tsubasa... Pero acertar lo habría hecho todo más aburrido -me guiñó un ojo, mientras se tomaba la libertad de guardar mi mochila en su taquilla y me daba un casco de moto. Sabía que no acertar era fallar, ¿verdad? Aunque fuese a propósito, había fallado. Presuntuoso. Aunque me había impresionado.

-Espera, ¿a dónde vamos? -Le pregunté al llegar a la obvia conclusión de que un casco de moto sirve para ir en moto a algún lugar. Seguramente algo lejos.

Después de clase [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora