Capítulo 6.

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Mientras se hacía cargo de pasar tiras de tocino y huevos fritos de la sartén a unos platos y buscar la barra de pan para meter unas cuantas rebanadas a la tostadora, estaba terminando de contarle a su pareja lo que había ocurrido la noche anterior.

—Ya dime la verdad. ¿Tú le dijiste que me llamara así?

—Te juro que no, Chris. Si en verdad te dijo "papá", fue elección suya, yo no tuve nada que ver —Felix le dio un beso en la mejilla—. Pero me parece adorable que Rosé te vea de esa manera... Q-quiero decir, si a ti no te molesta, claro, porque puedo hablar con ella si prefie-

—Por supuesto que no me molesta, sunshine —lo interrumpió—. Me sentí tan bien cuando la escuché decirme así, sabes que Rosé y tú se volvieron mi todo en tan poco tiempo, jamás rechazaría algo que me hace sentir así de completo y feliz.

Chan unió sus labios con los del rubio en un beso que fue correspondido al instante. El mayor rodeó la cintura del contrario con ambos brazos y lo acercó un poco más hacia su cuerpo, disfrutando el momento.

—Te amo.

—Yo también te amo, Lixie —susurró antes de apartarse por completo.

Se dedicaron a terminar de preparar el desayuno y la pequeña Rosé entró a la cocina unos cuantos minutos después, cargando un tigre de peluche entre sus brazos.

—Buenos días, papi —saludó primero al pecoso.

—Buenos días, mi hermosa princesa —sonrió al ver que la pequeña se encontraba de buen humor esa mañana y se acercó a ella para darle un beso en la mejilla.

—Buenos días, Chan —agregó Rosé, volteando a ver al mayor antes de avanzar hacia la mesa con toda tranquilidad.

Extrañado, Felix dirigió su mirada hacia donde estaba su novio, a quien claramente también lo había descolocado un tanto volver a ser llamado por su nombre. Felix se acercó a él para preguntarle en voz baja si había pasado algo.

—Oh... No, parece que sólo soy "Chan" otra vez —le dijo al menor con el mismo volumen de voz, soltando una suave y corta risa nerviosa—. Está bien. Ya estaba casi dormida por completo cuando me llamó "papá", tal vez ya lo olvidó o tal vez sólo estaba más cariñosa conmigo por la tormenta y porque tú no habías regresado.

Felix acarició la espalda del contario por unos momentos, sonriendo de lado ante lo bien que se tomaba las cosas, aunque no podía negar que apreciar cómo la mirada de Chan perdía aquel brillo de ilusión apretaba su corazón de manera inevitable. Rosé aceptaba a las personas a su ritmo, cosa que todos respetaban, así que el mayor de los australianos en realidad no tenía problemas con lo que la niña eligiera.

—Rosé, ya vamos a desayunar —le dijo Felix a su hija, volteando a verla por unos instantes—. ¿Te lavaste las manos antes de venir?

—Ups —fue lo único que contestó la rubia antes de salir corriendo hacia el cuarto de baño, dejando su juguete en una silla.

El pecoso soltó un suspiro y sacó un bote grande con jugo de naranja de la nevera para acomodarlo al centro de la mesa.

—Y yo que estaba preparado para ser el padre aburrido —comentó.

—¿Qué quieres decir? —Preguntó Chan entre risas.

—Bueno, el que pone reglas soy yo, así que es obvio que tú serías el padre divertido —le explicó—. Y antes de que se te ocurra decir que no es así porque respetas mis reglas, te recuerdo que una vez llegué a las veintidós con treinta, Rosé seguía despierta, ni siquiera tenía su pijama, y estaban viendo televisión mientras comían helado de chocolate y galletas de canela.

El sonido de una familia [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora