Beom Gyu salió de la cocina cuando Seung Min le pidió que fuera a buscar a su papá. Con su vasito entrenador con leche entre las manos, fue lo más rápido que pudo hasta el sillón de la sala y se sentó ahí, a un lado de su padre, viendo cómo éste trabajaba con una concentración impresionante. El pelinegro llegó poco después, cargando una bandeja con sándwiches y un par de botes de jugo de manzana.
—Hablé con la directora —le empezó a contar a su novio—. No tenemos guardería como tal, pero he visto que a veces algunas maestras llevan a sus hijos. Parece que lo tienen permitido siempre y cuando las clases puedan avanzar con normalidad —sonrió de lado—. Puedes llamarme si en alguna ocasión necesitas que cuide a Beomie. Es un niño muy tranquilo, estoy seguro de que no causaría ni un solo problema en el salón.
—Muchas gracias, Minnie. Mis padres se harán cargo de él durante la próxima semana, así que por ahora tengo siete días extra para buscar un buen sitio o a una persona confiable —apagó su computadora portátil tras decir aquello.
El menor se sentó junto a Beom Gyu, quien casi de inmediato buscó cómo acomodarse en su regazo. Esa acción hizo sonreír a ambos adultos. El pequeño se había acostumbrado rápidamente a la presencia de Seung Min e incluso le gustaba estar cerca de él.
—Se está haciendo tarde... Debería irme pronto —comentó Seung Min, acariciando el cabello del niño mientras lo miraba con pena, como si lamentara tener que regresar a su casa.
—¿Qué? ¿Quieres que me coma esos dos sándwiches yo solo? —Rio al señalar la bandeja con la cena servida—. Quédate un ratito más, Minnie.
—Hmm... Está bien, me convenciste —se acercó a él lo suficiente para poder dejarle un beso en la mejilla.
—¿Y crees que también pueda convencerte de pasar la noche aquí? —Sonrió de lado.
Un par de días más tarde, Felix se estaba alistando para reunirse con su jefe y algunos compañeros de trabajo. Irían a uno de los restaurantes más elegantes de la ciudad para cenar y conversar un rato. Aunque el pecoso se veía tranquilo a simple vista, en el interior se encontraba nervioso.
Rosé no estaba muy contenta, pues le parecía injusto que su padre tuviera planes de salir a un lugar bonito sin su compañía o la de Chan. Demostraba su enfado desde el suelo de la sala, sentada ahí con los brazos cruzados y el ceño fruncido mientras observaba al rubio, negándose a ceder ante sus intentos por hacerla sonreír.
—Te llevaría al restaurante conmigo si pudiera, princesa —dijo mientras terminaba de ponerse una corbata—. También a Chris.
—¡No es justo! ¡Hace mucho que no salimos los tres! ¡No es justo, papi! —Pronunció con ese tono de voz que anunciaba que estaba a nada de hacer un berrinche.
—Rosé, por favor entiende que no puedes acompañarme, es una reunión del trabajo y sólo se hablará de cosas de grandes —insistió—. Te aburrirías en menos de cinco minutos, preciosa. Será más divertido para ti quedarte en casa con Chris.
—Papi, para ti también sería más divertido quedarte —aseguró la niña—. Mejor juega conmigo y después cenemos con Chan.
Felix se quedó quieto unos momentos y luego volteó a ver a su hija, comenzando a preguntarse cuándo había sido exactamente la última vez que tanto Chris como él hacían algo junto con la pequeña rubia, como una familia. Si se detenía a analizar bien las cosas, el otro australiano pasaba más tiempo con Rosé que él.
¿Se estaba convirtiendo en un pésimo padre? ¿Tanto lo estresaba no poder tomar una decisión? ¿Estaba descuidando a lo más importante en su vida por culpa de una oferta de trabajo que ni siquiera sabía si terminaría aceptando?
—Rosé... Te prometo que regresaré con un bote grande de tu helado favorito, ¿está bien? —Soltó un suspiro—. Esta cena es muy importante y estoy un poco... preocupado, así que... necesito que todo salga bien, pero mañana pasaré tiempo contigo, ¿sí?
La respuesta de la niña fue resistir las ganas de llorar, levantarse y correr a su habitación, cerrando la puerta con mucha más fuerza de la necesaria. Estaba enojada y sin duda alguna iba a hacer un escándalo.
Después de la cena, prefirió pasar por la casa de su amigo Hyun Jin antes de ir directamente a la suya, pues no se sentía muy bien. No le sorprendió demasiado encontrar a Seung Min ahí, pero no dijo nada al respecto.
Beom Gyu estaba teniendo problemas para quedarse dormido. Seung Min lo mecía con delicadeza en sus brazos mientras le cantaba una canción de cuna que hablaba sobre viajar al espacio y flotar entre un millón de estrellas, pero el pequeño seguía con los ojos abiertos. Terminó por ir a la habitación del hijo de Hyun Jin con la esperanza de que estar en un sitio más tranquilo y oscuro pudiera ayudar, dándole al mismo tiempo algo de privacidad a los dos amigos.
—Lix, no quería decirte esto —Hyun Jin suspiró—. En serio, esperaba que tú solo te dieras cuenta, pero parece que eso no sucederá, así que escúchame —hizo una breve pausa—. Esa oferta de trabajo está arruinando tu vida y seguirá haciéndolo mientras no tomes una decisión.
—Lo sé, sólo me la paso diciendo que necesito más tiempo para pensar, pero lo único que hago es caminar en círculos —se lamentó y tomó algo de aire para tratar de calmarse—. No llego a ningún lado.
—Estás haciéndote daño... y también se lo haces a tu hija...
—¡No sé qué demonios hacer, Hyun Jin!
—¡Podrías empezar por concentrarte en lo que tú quieres para tu futuro!
—¡Ya basta! —Se desesperó—. ¡Deja de hablar como si decidir fuera tan sencillo! Si estuvieras en mi lugar, tampoco sabrías qué hacer, ¡no tendrías ni idea!
—Oigan, ¿pueden bajar la voz, por favor? —Seung Min se asomó a la cocina e hizo aquella petición tímidamente—. Beomie por fin se quedó dormido.
Hyun Jin salió al jardín, diciendo que necesitaba un poco de aire fresco, agregando en sus pensamientos que era sólo para no gritarle a Felix cosas de las que después se podía arrepentir y para no despertar a su hijo.
—Ay, no... —Felix se levantó de su sitio tan pronto como escuchó el llanto de Beom Gyu—. Sí lo despertamos...
—Tranquilo, yo me haré cargo de hacer que cierre sus ojitos otra vez —dijo Seung Min antes de ir de nuevo hacia el dormitorio de Beom Gyu.
El pecoso lo siguió con cierta curiosidad y, al ver cómo cargaba con tanto amor y cuidado al pequeño pelinegro, no pudo evitar sonreír un poco. Le daba gusto que su mejor amigo hubiera encontrado a alguien tan gentil como Seung Min.
Se acercó lentamente y suspiró una vez más. Estaba cansado.
—No le he dado un abrazo ni a Rosé ni a Chris en días y... se sienten como años...
—Bueno, tu cabeza ha estado ocupada con muchas cosas —respondió el menor—. Tampoco deberías ser tan duro contigo mismo. Todo esto es complicado para ti y se comprende.
—Tengo miedo de tomar la decisión equivocada, ¿sabes? —Agachó la mirada—. Leer el contrato que me dio mi jefe se siente como si viera a alguien a tan sólo unos centímetros de ponerme el trabajo de mis sueños en la palma de mi mano, pero... ver a Chris es como saber que tengo un lugar seguro y amor sincero, cosas que no quiero perder... —Pasó una mano por su cabello, desordenándolo levemente—. Si las cosas son así, entonces... ¿Cuál es la mejor elección?
—No lo sé. Si en verdad quieres mi opinión, yo no cambiaría esto por nada —aseguró Seung Min mientras con una tierna sonrisa en los labios veía a Beom Gyu descansar otra vez.
Continuará.
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¡Hola! Es la una de la mañana con treinta y ocho minutos y lo único que quiero es comer tacos 🌮 y que ya llegue mi nueva carpeta para acomodar mis photocards.
Espero que este capítulo haya sido de su agrado. ¡Muchas gracias por leer, votar y comentar!
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El sonido de una familia [HyunMin]
FanfictionUn adulto joven que decidió ser padre soltero conoce a un simpático maestro en un jardín de infantes. ⚠ PROHIBIDO COPIAR O ADAPTAR ESTA HISTORIA. 🔹 HyunMin, ChanLix.