Capítulo 9

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Al siguiente día, muy temprano ya estamos montando guardia en el auto desde una distancia prudente como siempre, para poder ver todo y cada uno de los movimientos de todos los trapitos, vemos que siempre compran en un solo negocio.

Observamos sin hablar, solo se escucha la radio que Gastón sintoniza siempre, en ese momento comienza la melodía de una canción.

A veces las cosas suceden
Tan rápido van, tan rápido vienen
Y casi no hay tiempo para lo que importa
En realidad

Al escuchar esa canción no pude evitar y miré a Gastón que me está mirando y está cantando la canción como si con ella estuviera expresando un sentimiento profundo, como si a través de la canción intenta expresar con palabras que no se anima a decirlas, no sé por qué pero en su mirada veo… ¿amor? Por dios que pavada estoy pensando, eso es imposible. Mientras la canción, que por cierto es muy bella continua, no pude dejar de verlo a los ojos.
La canción terminó y con ella ese magnetismo, tan nerviosa me puse que di la idea de ir a preguntar a los negocios y a los vecinos menos al negocio que ellos asisten siempre, como encuestadores, con cuestionarios sobre la seguridad y otras preguntas relacionadas al tema. Pero no tuvimos suerte, se puede percibir el miedo en todos y eso lo único que provoca es dificultarnos las cosas.
Esta vez es más difícil ya que no puedo obligarlos a que hablen y eso me frustra. Los días pasan y no logramos nada. Sabía que sería difícil pero no tanto. Cada día que pasa y ver a Ian crecer lejos de Diego me desespera y me duele.
Esta noche directamente no pude dormir, como siempre que no puedo dormir porque estoy nerviosa me puse a limpiar escuchando música, mientras limpio se me ocurrió un plan para infiltrarme y poder conseguir información. Invité a desayunar a Gastón, Mía e Ian para contarle el plan.
-Gracias por la invitación. -dijo Mía.
-Por Dios Mía, ustedes me invitan siempre era hora que sea yo quien los invite.
-Lo hacemos con mucho gusto.
-Lo sé. Ahora que estamos los tres quiero decirle que tengo un plan para lograr conseguir data del Chaucha.
-¿Cuál? -Preguntaron unísono.
-Infiltrarme como trapitos.
-¿Estás loca? -Dijo Mía.
-Claro que no. -Dije sonriendo.
-¿Cómo lo vas hacer?
-Fácil, decir que necesito saldar una deuda y necesito una changa. Eso si hay un problema…
-¿Cuál? -Preguntó Gastón.
-La ropa, necesito vieja, rota y sucia.
-Eso no es problema, la ropa la tenemos. -Afirmó Gastón, continuo. -Pero eso si yo voy contigo. ¿Entendido? –Dijo mirándome a los ojos.
-Pero…
-Sin peros.
-Está bien.
-Entonces manos a la obra.
Dicho eso nos fuimos a su casa, buscó ropa vieja de Mia me la prestó y él su ropa vieja, nos vestimos y nos fuimos sin perder un segundo a la avenida. Al llegar nos dirigimos a unos de los chicos.
-Hola. -Saludó Gastón.
-¿Qué hay? -Respondió el chico.
-Queremos laburar un par de semanas, necesitamos la guita para pagar una deuda.
-Tienes que hablar con el Chaucha, él es quien manda, es el que le damos una parte de lo que ganamos. –Dijo mientras señalaba hacia la dirección donde está un adulto.
-Bien.
Dejamos al chico y nos dirigimos al Chaucha. Cuando llegamos a él, Gastón habló. En este operativo me pidió que lo dejara a él ya que sabe cómo tratarlos, y así no sospecharían.
-Queremos trabajar un par de semanas, para pagar una deuda, ya nos están apretando... -Expresó Gastón.
-Hola preciosa -No le hizo caso a Gastón, mientras me saluda se acercaba sin quitarme la mirada de encima. Gastón se interpuso en su camino dejándome detrás de él.
-Con ella no.
-¿Por qué?
-Es mi hermana.
-Ya rugiste. –Se dio un par de paso para atrás, mientras preguntó. -¿Así que quieren laburar?
No puedo creer como cambió su actitud conmigo, tengo que preguntarle a Gastón como logro eso, paso de un hombre baboso a un hombre de negocios.
-Si. –Respondí. Nos mira con desconfianza y sin dejar de mirarme de arriba abajo dijo con muchas dudas.
-Bueno aquella cuadra es la de ustedes.
-Gracias.
-No, preciosa. No des las gracias, tienen que pagar el cincuenta por ciento cada uno.
-Bien.
Nos pusimos a trabajar todos los días al final del día le entregamos la comisión, de ahí nos vamos a casa, Gastón se va al taller y yo me preparo para ir a trabajar, y ya de madrugada cuando salgo del bar me espera como todas las noches. Es el mejor momento del día podemos conversar tranquilo de todo. Cada vez más me gusta su compañía. Pero eso también provoca que me sienta culpable por no decirle quien soy realmente y cuáles son mis motivos para atrapar al Jefe y eso comienza a pesar cada vez más.
Todos los días a la hora del almuerzo, compramos unos sándwiches y jugo para almorzar, siempre en el mismo negocio. Nos juntamos el grupo completo, una costumbre de ellos. Un día en el almuerzo, uno de los chicos se quejó.
-No me alcanza para nada, necesito conseguir más plata. -Expresó uno de los chicos con mucho pesar.
-Ya sabes dónde ir. -Le dijo el Chaucha.
-Chaucha le podes decir a don Pedro si me va ayudar.
-Si cumples con sus pedidos y eres fiel, no veo el problema.
-¿Podrías hablar de mi?
-Pues claro.
Sin poder dejar pasar la oportunidad de atrapar quien nos lleve al jefe, porque de algo estoy segura que este Chaucha no nos llevara. Pregunté.
-¿De qué se trata? ¿plata rápida y fácil?
-Algo así. -Dijo el chico, que se ganó una mirada amenazante del Chaucha.
-Nosotros también necesitamos plata, con la que ganamos no llegamos a pagar ni una parte de la deuda. Te agradecemos por la mano que nos estás dando pero la fecha de pago se acerca y no tenemos ni la mitad y nos están apretando cada vez más. -Dijo Gastón.
-Está bien. -Lo dijo pero esta vez algo inseguro.
-Será hasta que consigamos pagar la deuda nada más.
-¿Qué están dispuesto hacer?
-Lo que sea. -Respondió Gastón.
-Bien síganme. -Lo acompañamos el chico y nosotros dos. Hasta el negocio que siempre compramos el almuerzo, según nos dijo el dueño, es el negocio más antigüo de la zona.
-Buenos días, ¿en qué les puedo ayudar? –Dijo el hombre mayor que atiende el negocio.
-Don Pedro traigo a estos que necesitan plata fácil. –Dice el Chaucha.
-¿Son de confianza?
-Trabajan para mí.
-Suficiente, -Continúo pero esta vez se dirigía a nosotros tres. -Mañana me llega un cargamento y tengo que distribuirlo lo más rápido posible. Hay buen dinero por el trabajo, ¿les interesa? -Asentimos los tres. -Bien mañana cuando vean aparecer un camión de lácteos se vienen y les reparto la lista con los datos de los clientes. Eso sí puntualidad, en cuanto vean el camión se vienen. Pero si hay un cliente esperan hasta que lo despache. ¿Entendido?
-Entendido. -Dijimos unísono los tres.
Luego de este encuentro nos pusimos a trabajar como si nada, este golpe es muy grande para Gastón y para mí, vamos a necesitar ayuda de la policía, pero tampoco puedo confiar, tengo que pensar bien que hacer y cómo.
La única persona que confío es en Manuel, pero no puedo planear el operativo por teléfono. Y no estoy segura si Mía lo conoce, sé que ha hablado con él por teléfono, pero no sé si lo hizo, alguna vez, en persona. Tengo que salir de dudas, para eso le envió un mensaje a Manuel.

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