Capítulo 15

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Pasaron dos meses del casamiento de Mía y Diego, en estos meses hubo muchos cambios. Refacción en las casas, como la unía y la separaba una pared, la tiraron y así tuvimos un grandísimo comedor, un living y una cocina enorme. Diego vendió su departamento de soltero, además le liberaron las cuentas y le dieron una indemnización por lo ocurrido, con todo ese dinero y junto a Gastón agrandaron el taller y compraron máquinas y herramientas que podían brindar un buen trabajo y en poco tiempo.
Yo continúo llevando los papeles del taller, el pago de los impuestos y esas cosas, y trabajo en el bar por la noche, aunque a Diego no le hace mucha gracia que yo trabaje en el bar.
Tina se queda en casa y cuida de Ian mientras Mía trabaja en la escuela, como docente de primaria.
En estos meses ya no lloré más, me aferré al amor de Gastón para superar todo lo ocurrido. Él no me presiona para nada y eso me gusta y siento que lo quiero cada vez más, aunque no se lo diga. No tengo dudas que amo a Gastón, pero tengo miedo comenzar una relación mientras Juan está vigilándome día y noche, no quiero ponerlo en peligro.
Gastón y yo siempre estamos juntos en nuestros tiempos libres disfrutamos de la compañía del otro.
Aunque no todo fue fácil ya que tuvimos que informar que estoy viva, hubo momentos en el que pensé que me iba a la cárcel, por como giraba constantemente la causa en mi contra. Diego y Manuel trabajaron para que no pisara la cárcel, ya que tenemos las pruebas para demostrar los motivos por el cual fingimos mi muerte.
Una tarde me llevaron detenida ya que el juez me procesó, los esfuerzos de Diego y Manuel no lograron salvarme. Me llevaron a la comisaria detenida, esposada como una vil delincuente, al llegar a la comisaria, me encuentro a Manuel y a Maru en mi misma situación, me hicieron quitar el reloj y la cadenita que me regalaron Diego y Tina para mi cumpleaños, e hicieron el papeleo correspondiente en estos casos. Me llevaron a una celda oscura, fría, cuando me vi sola lo único que hice fue sentarme en el piso y comenzar a llorar. Pasaron dos días, vino un policía para dejarme libre, estoy recogiendo mis pertenencias, antes de irme un policía dijo.
-Las gracias se la tienen que dar a otra persona, y tú sabes a quien. -me dijo.
-No, ¿a quién? -Pregunté no entiendo de qué está hablando.
-A un tal Montesino, movió todos sus contactos para liberarte y cerrar la causa.
Juan ha logrado lo que Diego y Manuel no, ¿cómo? Lo bueno es que estoy libre y nada más. Cuando regresé, Tina junto a Mia hicieron un riquísimo almuerzo, Diego y Gastón no dejaban de abrazarme, pero que exagerados, aunque no me quejo porque me gusta mucho la demostración de cariño. Todo es una fiesta, por eso decidí no contar por quien quedamos en libertad. Luego del postre, todos se fueron. Cuando, por fin, nos quedamos solos, Gastón puso música lenta y bailamos muy pegados el uno del otro en el living. Por primera vez tengo la necesidad de decirle cuanto lo amo.
-Gastón... -Dije mirándolo a los ojos. -Quiero confesarte algo.
-¿Qué?
-Te amo, -Su felicidad al escuchar mi declaración es palpable, continúe con todo lo que tenía para decir -Desde hace tiempo que te amo pero no te dije nada porque al principio me sentía culpable de dejar de querer a Juan y ahora tengo miedo que él te haga algo al enterarse de mis sentimientos o que tenemos algo, por eso no te lo dije antes.
-No te preocupes cariño. Lo haremos a tu modo. -Se acerca hasta mi oído y canta nuestra canción, y yo siento estar en las nubes al escuchar lo que me canta.

"Hoy es un buen día para decirte que
Es para mí un honor que me quieras también."

Gastón entendió mis temores y por eso respetó mi pedido y no dijimos a nadie que somos novios, por mis miedos de cómo puede reaccionar Juan. Como los lunes no trabajo en el bar decidimos Gastón y yo salir al cine y luego a cenar. A la media noche regresamos caminando, abrazados y comentando sobre la película, esta noche fue diferente ya que no nos sigue la camioneta de Juan.
Entre risas, charlas, abrazos y por qué no besos llegamos a la casa, abrí la puerta, al entrar me encuentro de frente con Juan, miramos a nuestra derecha están Diego, Mia, Ian y Tina sentados en un sofá son apuntados por dos de sus hombres. Gastón al ver eso se le fue encima a Juan y se dieron de golpes hasta que el hombre de la cicatriz, que no sé de donde salió, le pegó en la cabeza con la culata de su revólver y lo dejó semi inconsciente a Gastón. Otro hombre lo levantó y lo llevaron al sofá que está libre.
-No le hagan nada. -Grité aterrada, miré a los ojos de Juan y le dije. -Por favor.
Bajé la vista y en eso vi sangre en el piso, sin pensarlo me fui donde esta Gastón para comprobar que es su sangre, coloque la mano en su nuca cuando uno de esos gorila me toma del brazo y me retira.
-¡Suélateme! -Le grité, pero él no hizo caso de mi pedido, miro a Juan y le digo. -Me lastima.
-Suéltala. -Me soltó de inmediato.
-Tengo que curarle... -Le dije mostrándole mi mano con la sangre de Gastón.
-Quiero hablar contigo.
-Tengo que curarle. -Repetí.
-Hablaremos ahora.
-Déjame que le cure y te prometo que luego hablaremos todo lo que quieras, eso si aquí.
-No te voy hacer daño.
-No confío en estos -Dije señalando a sus hombres. -No pienso dejar a mi familia con esos gorilas.
-Está bien.
-El botiquín esta...
-En el placar, ¿cierto? -Asentí.
Fue él mismo a buscarlo. Primero curé a Gastón, no es grave la herida, es apena un corte que no necesita puntos. Cuando terminé miré a Juan y le dije.
-Voy por agua para darle un analgésico. -Él asintió, me siguió con la mirada cuando regresé, le entregué el vaso con agua y el analgésico a Gastón. Luego que se lo tomara le acomodé unos almohadones para que se recueste.
Luego fui al comedor busque dos sillas y las coloqué una frente a la otra, le dije.
-Siéntate, ahora te toca a ti.
-Estoy bien.
-No estoy preguntando.
Con una sonrisa se sentó y comencé la curación tenia sangre en el labio y un fuerte golpe en el ojo derecho, mientras yo le curaba, me tomó por la cintura y me acercó más. Al terminar, pregunté retirándome de él y mirando a Diego.
-¿Están bien? -Todos asintieron, mientras me siento frente a Juan le pregunto -¿Qué haces acá, Juan...? ¿Al menos te llamas así?
-Si, me llamo Juan Cruz Montesino, en eso no te mentí.
-Al menos en algo no mentiste. -Dijo Diego con ironía.
-Mi amor es verdadero.
-No respondiste a mi pregunta. -Dije.
-Necesito explicarte todo y pedirte una oportunidad.
-Serás caradura. -Dijo Mia.
-Por favor dame una oportunidad. -Dijo sin hacerle caso a los dichos de Mia.
-Te escucho.
-¿Aquí?
-Ya te dije que no voy a dejar a mi familia con tus gorilas.
-Está bien, pero que quede bien claro que ellos solo cumplen órdenes...
-De eso no me cabe ninguna duda. -Dije con algo de ironía y dolor.
-Y le di la orden de no dañar a nadie.
-¿Y mi hermano? -Dijo Mia.
-También tiene la orden de protegerme. -Respondió mirando a Mia.
-Acabemos con todo esto, di todo lo que tengas que decir y vete por favor.
-No sé por dónde empezar.
-Si empezamos así mejor vete, y si quieres aprovechar esta oportunidad comienza por el principio, por ejemplo ¿por qué me enamoraste?
-Eso no estuvo en mis planes sucedió.
-¿Cuáles eran tus planes? ¿Por qué entraste a mi vida?
-Hace años que soy el Jefe, siempre la policía han intentado atraparme pero casi todos los asignados a mi casos eran corrupto y tenían un precio que yo pagaba para que miraran para otro lado y si no eran unos incompetente. Aguirre era el encargado de asignar ese tipo de policía a que investigaran mi caso. No sé qué se le paso por la cabeza a ese comisario que asignó a Diego, que en poco tiempo me provocó más problemas que toda la policía junta en años. Descubría mis negocios, y a la gente infiltrada que tenía para vigilarlo, llegó a un punto que me acorralo. Fue entonces que decidí infiltrarme y desviar su investigación para otro lado y poder adelantarme a sus pasos. Con ayuda de Aguirre me dio el puesto que ocupé en tu equipo, porque decía que tú lo ayudabas en todo.
Guada y yo nos casaríamos, después del casamiento movería todas las influencias para sacarte. -Dijo Juan mirando a Diego, luego me miro y continuo. -Huiríamos Diego, Mia, Ian, tu y yo del Jefe y yo por fin podía dejar esta vida. Te lo juro que era lo que tenía planeado.
-No te creo. -Le dije.
-¿Por qué? Te estoy diciendo la verdad, lo juro. -Dijo desesperado.

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