Capítulo 7: ¡Ay madre...!

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Narra Candy.

Abrí mis ojos y lo vi allí a mi lado. Dormido. Tranquilo. Despreocupado. Su pelo rubio le caía de forma graciosa por la cara y la luz del sol que entraba por la ventana se reflejaba en él. Sonreí con aquella imagen.

Deposité un suave beso en su mejilla y le rodeé la cintura con mis manos. Él abrió esos hermosos ojos reflejando esa luz del sol.

-Buenos días- le susurré sonriendo.

-¿Pero qué...?

Sabía que no se acordaría. Riker había bebido un poco. No lo suficiente como para caer inconsciente ni tampoco borracho pero si lo suficiente como para tener la memoria borrosa por un tiempo. Lo suficiente como para que no se sienta mal conmigo.

Riker era el que mejor me trataba de todos. Ayer estuve un poco brusca con él por el incidente de la música. Debía recompensárselo así que se me ocurrió este plan.

Después del problema con la ducha me dirigí al cuarto de Ross. En realidad, él me había dado la idea. Una vez lista salí de la habitación de Ross lo vi leyendo un cómic. Estaba tumbado sobre la cama sin camiseta, como de costumbre, y con el pelo alborotado.

-¿De que trata?- Le pregunté señalando el cómic. Él no alzó la vista de la pequeña revista tan siquiera.

-No sé, sólo miro los dibujos, ¿sabes? Vas a matar a Riker-. dijo el como si eso fuera lo más normal.

-¿Perdona? No te entiendo.

-Riker te vio en toalla y ahora está de un humor de perros.

-¿Qué? No es mi culpa que la ducha se estropeara y que no tenga ni idea de fontanería-. dije sentándome al borde de la cama-. ¿Está enfadado conmigo?

-Contigo y con el mundo entero.

-Lo siento, no pretendía enfadarle.

-Nah, no te preocupes, lo que le hace falta a Riker es un buen morreo...

-¿Perdona?- No salía de mi asombro. Este Ross siempre tan ordinario y rudo...

-No eso literalmente. Es una expresión- dijo sentándose también en la cama. Apoyando los antebrazos en sus rodillas.

La voz de Riker y la preocupación que se denotaba en ella me trajo de nuevo al presente.

-¡Ay madre...! Dime que tu y yo no...- no pude evitar reírme.

-Para eso no se necesita ropa y tanto tu como yo la llevamos puesta. Sólo que te quedaste dormido aquí y no pude llevarte a tu habitación. Pesas demasiado como para que pudiera llevarte hasta allí. ¿Sabes? Haces bien el papel de osito de peluche.

-Oh, perdona. Oh y gracias, creo.- Riker reía. El chico era un poco ingenuo.

-Vamos a desayunar, no se tú pero yo tengo hambre-. Le dije soltándole y levantándome de la cama.

Riker y yo bajamos a la cocina a desayunar. Todavía no había nadie despierto. Desayunamos entre risas y tonterías.

Un golpe seco sonó en la puerta y por poco no caigo de mi silla. Ross estaba de pie en la puerta con su habitual humor de perros.

-Veo que a la parejita le va bien-. Dijo mirándonos fijamente.

-Ross no es lo que tu crees-. Dijo Riker defendiéndose.

-No tienes que explicarme nada. He visto tu habitación. No dormiste ahí anoche-. dijo Ross aunque la verdad sonaba más a novia celosa que a hermano pequeño...

Sombras de una realidad. Ross Lynch y tu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora