Terapia de pareja

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El viento que golpeaba en su ser ante la velocidad de vuelo de su noble corcel aliviaba un poco el calor que emanaba con fuerza del sol y que se acentuaba en su garganta por la bufanda. Solamente el sonido del aire cortándose a su paso embargaba el ambiente, por lo demás había un tórrido silencio, tan pesado que ni el parlanchín equino se atrevía a interrumpirlo.

Entre esas dos había pasado algo y para no salir mal parado en discusiones de pareja, por esta única vez optó por la prudencia.

Sin embargo, nada podría saber él acerca del verdadero origen de la incomodidad de la pareja. No estaban así por una discusión, sino porque ambas estaban avergonzadas y no sabían cómo actuar ante la otra... y ahora, encima a la felina le tocaba estar abrazada a la espalda de la mayor para sostenerse y no salir disparada en pleno vuelo.

"Mala posición... pésima, pésima..." -pensó, tentada a probar la teoría de que los gatos siempre caen en cuatro patas. Sin embargo, se abstuvo... la caída iba a ser muy larga.

Pero evitar ese acto impulsivo no significaba que el problema estaba resuelto, para nada. Seguía allí, en una incómoda atmósfera, abrazando en una comprometedora posición a la rubia, sintiendo su corazón palpitar con fuerza contra la espalda de su novia, alborotado por la cercanía a esa piel que se le volvía a antojar y tentada por aquel aroma propio de la guerrera que notaba aumentar ante su sensible olfato.

Por su parte la rubia no estaba mucho mejor, la cercanía de Catra la aturdía, era como cubrir con un velo sus sentidos y la temperatura ya no sólo se incrementaba por las influencias climáticas, sino que desde su propio interior sentía una llama que no se había logrado apagar desde la mañana... "Desearía saber exactamente qué es esto que siento..." Pensó sin embargo su línea mental se vio interrumpida por el sonido del dispositivo comunicador de Catra.

—Catra al habla- Saludó la felina mientras en la pantalla se vislumbraban a una pareja ya conocida- Pero si son Itsy Bitsy y su esposa la nómada aire.

Al notar que su novia veía de reojo la pantalla, adelantó un poco el dispositivo para que ella también saliera en cámara y pudiera vislumbrar a la pareja. Por su parte Swift Wind disminuyó un poco la velocidad del viaje hacia el ya cercano castillo para que las chicas pudieran hablar de mejor manera.

—Hola chicas- saludó con gentileza Spinerella

—¿Por dónde andan? -preguntó con gran interés su esposa

—Pues ya casi llegamos a Luna brillante y me alegro taaaaaanto porque el ambiente entre estas dos está insoportable y se puede cortar con... ¡Auch! ¡¿Cuál de ustedes me clavó el zapato en el costado?!

—Como bien indica el caballo mutante -inquirió la felina consiguiendo un puchero indignado por parte del equino- Estamos a unos minutos de llegar al castillo de Brillitos.

—¿Tienen algo que hacer? -preguntó amablemente la pelilila.

—Pues no, es nuestro día libre, así que supongo solo íbamos a descansar... -miró a Catra de reojo y esta solo desvió la mirada encogiéndose de hombros

—Perfecto, entonces cambio de planes. -determinó la morena sin pedir perdón ni permiso- Las esperamos acá en nuestro reino en quince minutos, ¡No nos fallen!

Acto seguido la pareja más longeva colgó, dejando extrañadas a las chicas, quienes se veían de reojo tratando de descifrar si la otra sabía algo de esa imprevista situación.

—Bueno, no es como que quede de otra ¿No? -mencionó indiferente Catra, pues estar encerrada con sus cándidos pensamientos entre cuatro paredes no era algo tentador.

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