Alunada

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Y de repente, de par en par, abrió los ojos.

Quedó mirando el techo, su cuerpo estaba cubierto de una capa de sudor mientras su respiración seguía agitada, elevando y deprimiendo su pecho sin parar.

¿Qué la había despertado?

Se sentó y observó a la cama. Adora yacía dormida, plácidamente a su lado y eso la calmó un poco. Acarició con delicadeza sus rubios cabellos sueltos perdiéndose en aquella expresión de paz que portaba la dormida; pero, aunque al principio la acción la había calmado, comenzó a sentir de nuevo aquella intranquilidad. Apartó su mano rápidamente, pero con cuidado de no despertarla y volvió a su cavilación anterior.

—¿Qué me despertó? - susurró con voz algo ronca por su anterior somnolencia

Miró para todos lados siendo embargada por esa extraña sensación. Sus ojos se detuvieron en una de las paredes donde gracias a la visión mejorada que su parte animal le brindaba pudo visualizar la hora en el reloj.

—Tres de la mañana... ¿Será alguna princesa espíritu como en las historias de la Horda?

Sintió como su cola se erizaba ante ese pensamiento y con agilidad felina se levantó del lecho. Agitó su cabeza de un lado al otro para quitar de sí aquellos pensamientos. Nunca había sido miedosa ni supersticiosa... bueno, quizás muy, pero muuuy de chiquita si lo había sido... ¡Pero ya no! Era mas bien una mujer escéptica, así que no iba a caer en temores sin fundamentos. Pero aún con su determinación esa sensación extraña no abandonaba su cuerpo...

Era como algo conocido, sí... pero a la vez muy distinto... simplemente no sabía describirlo.

Inconscientemente se comenzó a acercar al balcón, apoyándose al barandal que colindaba con aquella linda pero inútil cascada-fuente que adornaba la habitación. Miró al cielo y se impresionó.

La luna lucía tan bella y atrayente... como llamándola, llenándola, invadiendo con su luz cada partícula de su ser. En modo automático comenzó a subirse al barandal, como lo hacía en aquellos días de la horda, quedando embelesada mirando el cielo.

Sus cuatro extremidades se afianzaban con fuerza a la baranda manteniéndola en buen equilibrio mientras la luz lunar de reflejaba en sus heterocrómicos ojos... y sin preverlo, maulló.

Sus primeros maullidos fueron débiles y tímidos, pero fueron aumentando de potencia.

La habitación se llenó de agudos y fuertes quejidos lastimeros proyectados al paisaje nocturno que tenía frente a sí, cantados desde lo profundo de su ser, guiada por un primitivo instinto que hasta el momento desconocía. Allí lo supo, mientras seguía maullando lo supo... ella misma era quien "la había despertado" ... su cuerpo... su instinto... el celo propiamente dicho había iniciado.

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—¡Buenos días chicos! -Saludaba emocionada Adora a la pareja de dos mejores amigos que estaban en el comedor.

—¿Qué tienen de buenos? -mencionó refunfuñando Glimmer.

—Uy, parece que alguien se ha levantado del lado equivocado de la cama... ¿Qué sucede Glimmer? ¿Te volviste a caer?

—Ja ja, muy graciosa -mencionó la monarca llevándose con desgano el alimento a la boca- Además eso pasó solo una vez... boba.

—Dos- dijo entre tos fingida- su novio

—¡Las que sean! ¿Cómo puedes estar tan tranquila y rozagante? ¿Qué acaso no te despertaste ayer por ese espantoso ruido?

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