Capítulo 4

30 5 0
                                    

—No puede quedarse, Morgan —farfulló una voz femenina. Los párpados de Maisie se movían de un lado hacia otro, como si estuviera teniendo un sueño intenso, o a lo mejor una pesadilla, de no haber parecido tan tranquila.

—Tienes que entenderlo, las cosas no están bien —replicó más serena la voz masculina —. Las tierras ya no son seguras, nuestro alto lord está descontrolado, y cuanto antes nos vayamos a La Corte Verano u Otoño, mejor. No podemos encargarnos de alguien cuando apenas podemos con nosotros mismos.

—Solo será hasta que se recupere.

Maisie escuchó a alguien resoplar. Aunque se hallaba medianamente consciente, no era capaz de hablar y mucho menos de moverse.

—Eso espero —Entreabrió los ojos y pudo ver la claridad de un fuego entre parpadeos. Su mirada estaba borrosa, aunque donde fuera que estuviese, se estaba cálido.

Quiso levantarse, erguirse al menos. Afirmar que no necesitaba su ayuda. Pero ni siquiera pudo mantener los ojos abiertos. Los cerró y volvió a quedarse dormida.

🌸🌸

Los ojos de Maisie se abrieron en pequeñas rejillas cuando sintió una presión contra su pecho seguido de un latigazo de dolor.

Lo primero que vio fue el cabello castaño y largo, suelto sobre unos hombros. La chica se apartó un mechón tras su oreja y entonces pudo contemplar la mirada concentrada de sus ojos grises.

Maisie se sonrojó al ver que llevaba una fina camisa abierta en la parte superior de su cuerpo y que sus pechos solo estaban cubiertos por una tela enrollada sobre estos. Morgan parecía estar con la mirada enfundada por esa zona, y fijándose mejor, Maisie pudo ver que limpiaba la herida la garra le había hecho.

—Oh, has despertado —comentó Morgan ofreciéndole una sonrisa.

—¿Cuánto...?

—Has dormido durante dos días —explicó. Maisie podía escuchar el repiqueteo de la lluvia, que se estrellaba contra el cristal de la ventana —. Tu vestido estaba destrozado, así que te lo cambié por algo de ropa mía. También he estado ocupándome de tus heridas. Aunque ninguna ha atravesado zonas peligrosas, esta tardará un par de días más en curarse. El hinchazón de la cabeza desapareció ayer, tus capacidades sanadoras son impresionantes.

—Gra... Gracias. Yo... ¿Dónde estoy? —Maisie miró a su alrededor. Pudo sentir el camastro sobre el que estaba tumbada, ver las paredes de madera, la chimenea encendida y la mesa con un jarrón y unas bellas flores puestas.

—En mi casa —respondió Morgan. Entonces recordó la conversación.

—Yo... No hace... No hace falta que te preocupes por mí —dijo irguiéndose y emitiendo un gemido de dolor. Morgan la ayudó —. En unas horas estaré lo suficientemente bien y podré marcharme.

—No tengas tanta prisa, que esta herida no se cerrará bien si no descansas —la aconsejó, dándole una manta con la que taparse —. Ahora que lo pienso aún no me has dicho tu nombre.

—Es... Maisie, me llamo Maisie —A pesar de no saber la veracidad de sus palabras, era lo único que podía recordar.

—Encantada, y ¿adónde te diriges? —Maisie miró hacia abajo y cerró los ojos con fuerza, llevándose las manos a la cabeza, sin embargo, no recordó nada.

—Yo... No... No sé dónde... ¿Dónde estamos? —Morgan pareció sorprendida.

—Oh, pues estás en La Corte primavera, en el pueblo de Hydrangea —Morgan debió de verla estresada, porque dijo —. Duerme un poco, seguramente tu cabeza aún no se ha recuperado del todo.

Un reflejo de hiedra y nenúfaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora